Page 7 - San Miguel 2024 mayo
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gir preceptos que vinculan a todos y cueste lo que inalienables de la persona humana.
cueste, y dañar en otros y, ante todo, en sí mismos, Aunque sepamos lo que es bueno, no siempre lo
la dignidad personal y común a todos.” hacemos porque, desde la caída de nuestros primeros
El Papa nos recuerda la existencia del pecado padres, Adán y Eva, el pecado original está en noso-
mortal que, como su nombre indica, causa la muerte tros, y somos tentados a hacer el mal. Por eso Dios
del alma, y la presencia de uno solo de estos peca- nos ofrece la ayuda de su gracia para vencer las tenta-
dos nos hace merecedores del infierno: ciones, y si caemos en pecado, Dios nos da la gracia
“Con cualquier pecado mortal cometido delibe- de resucitar mediante el sacramento de la penitencia.
radamente, el hombre ofende a Dios que ha dado la No es una democracia
ley y, por tanto, se hace culpable frente a toda la ley Qu Aunque una mayoría de católicos estuviera a
(cf. St 2, 8-11); a pesar de conservar la fe, pierde la favor del aborto o del control artificial de la natalidad
«gracia santificante», la «caridad» y la «bienaventu- (la “píldora”, etc.), eso no cam-
ranza eterna»… El Sínodo de los bia el hecho de que el aborto y
obispos de 1983, del cual ha ema- el control artificial de la natalidad
nado dicha exhortación, «no sólo son malos en todo momento. En
ha vuelto a afirmar cuanto fue pro- efecto, como hemos dicho antes,
clamado por el concilio de Trento no es el hombre quien decide lo
sobre la existencia y la naturaleza
de los pecados mortales y venia- que es bueno o malo, sino sólo
les, sino que ha querido recordar Dios.
que es pecado mortal lo que tiene Del mismo modo, aunque
como objeto una materia grave una mayoría de fieles presionara
y que, además, es cometido con al Papa para que declarara que el
pleno conocimiento y deliberado aborto y la píldora ya no son pe-
consentimiento» cados, sería completamente in-
útil, porque no es el Papa el autor
Amar a Dios hasta el martirio de los Diez Mandamientos, sino
“El amor a Dios y el amor al Dios; ni el Papa ni ningún hombre
prójimo son inseparables de la tiene poder para cambiarlos. El
observancia de los mandamientos deber del Papa y de la Iglesia es
de la Alianza, renovada en la san- decir la verdad a los fieles, inclu-
gre de Jesucristo y en el don del so en los puntos más difíciles, les
Espíritu Santo. Es un honor para San Juan Pablo II guste o no a algunos. Así lo expli-
los cristianos obedecer a Dios an- ca el Papa en su encíclica:
tes que a los hombres (cf. Hch 4, 19; 5, 29) e incluso “El hecho de que algunos creyentes actúen sin
aceptar el martirio a causa de ello, como han hecho observar las enseñanzas del Magisterio o, errónea-
los santos y las santas del Antiguo y del Nuevo Tes- mente, consideren su conducta como moralmente
tamento, reconocidos como tales por haber dado su justa cuando es contraria a la ley de Dios declarada
vida antes que realizar este o aquel gesto particular por sus pastores, no puede constituir un argumento
contrario a la fe o la virtud.” válido para rechazar la verdad de las normas morales
“La Iglesia propone el ejemplo de numerosos san- enseñadas por la Iglesia… El desacuerdo, mediante
tos y santas, que han testimoniado y defendido la ver- contestaciones calculadas y de polémicas a través
dad moral hasta el martirio o han preferido la muerte de los medios de comunicación social, es contrario
antes que cometer un solo pecado mortal. Elevándo- a la comunión eclesial y a la recta comprensión de la
los al honor de los altares, la Iglesia ha canonizado su constitución jerárquica del pueblo de Dios.
testimonio y ha declarado verdadero su juicio, según En el Ángelus del 3 de octubre de 1993 en la Pla-
el cual el amor implica obligatoriamente el respeto de za de San Pedro de Roma, Juan Pablo II habló a los
sus mandamientos, incluso en las circunstancias más fieles sobre su nueva encíclica:
graves, y el rechazo de traicionarlos, aunque fuera “La Iglesia, cuando habla, lo hace porque se
con la intención de salvar la propia vida… siente deudora tanto hacia el hombre, a menudo
“Ante las normas morales que prohíben el mal in- desorientado entre muchas voces discordantes,
trínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. como hacia la verdad, de la que es destinataria, an-
No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mun- tes que anunciadora. Por estar al servicio de la pala-
do o el más humilde de la tierra: ante las exigencias bra de Dios, de ningún modo le sería lícito callarla o
morales somos todos absolutamente iguales… las manipularla para seguir modas pasajeras. Una Igle-
autoridades civiles y los individuos jamás están au- sia que cediera a esa lógica no sería ya la esposa fiel
torizados a transgredir los derechos fundamentales e de Cristo.” v
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