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La práctica de la maternidad subrogada viola, ante de la eutanasia o el suicidio asistido se denominan a
todo, la dignidad del niño. Por tanto, el niño tiene de- veces “leyes de muerte digna”.
recho, en virtud de su dignidad inalienable, a tener un Está muy extendida la idea de que la eutanasia o
origen plenamente humano y no inducido artificial- el suicidio asistido son compatibles con el respeto a
mente, y a recibir el don de una vida que manifieste, al la dignidad de la persona humana. Frente a este he-
mismo tiempo, la dignidad de quien la da y de quien cho, hay que reafirmar con fuerza que el sufrimien-
la recibe. El reconocimiento de la dignidad de la per- to no hace perder al enfermo esa dignidad que le es
sona humana implica también el reconocimiento de intrínseca e inalienablemente propia, sino que puede
la dignidad de la unión conyugal y de la procreación convertirse en una oportunidad para reforzar los lazos
humana en todas sus dimensiones. En este sentido, el de pertenencia mutua y tomar mayor conciencia de lo
deseo legítimo de tener un hijo no puede convertirse preciosa que es cada persona para el conjunto de la
en un “derecho al hijo” que no respete la dignidad del humanidad.
propio hijo como destinatario del don gratuito de la
Ciertamente, la dignidad del enfermo, en condi-
vida. ciones críticas o terminales, exige que todos realicen
La práctica de la maternidad subrogada viola, al los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su
mismo tiempo, la dignidad de la propia mujer que o se sufrimiento mediante cuidados paliativos apropiados
ve obligada a ello o decide libremente someterse. Con y evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o in-
esta práctica, la mujer se desvincula del hijo que crece tervención desproporcionada. Estos cuidados respon-
en ella y se convierte en un mero medio al servicio den al «constante deber de comprender las necesida-
del beneficio o del deseo arbitrario de otros. Esto se des del enfermo: necesidad de asistencia, de alivio del
contrapone, totalmente, con la dignidad fundamental dolor, necesidades emotivas, afectivas y espirituales».
de todo ser humano y su derecho a ser reconocido [94] Pero tal esfuerzo es totalmente distinto, diferen-
siempre por sí mismo y nunca como instrumento para te, incluso contrario a la decisión de eliminar la propia
otra cosa. vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento.
La eutanasia y el suicidio asistido La vida humana, incluso en su condición dolorosa, es
portadora de una dignidad que debe respetarse siem-
Hay un caso particular de violación de la dignidad pre, que no puede perderse y cuyo respeto permane-
humana, más silencioso pero que está ganando mu- ce incondicional.
cho terreno. Tiene la peculiaridad de utilizar un con-
cepto erróneo de la dignidad humana para volverla En efecto, no hay condiciones en ausencia de las
contra la vida misma. Esta confusión, muy común cuales la vida humana deje de ser digna y pueda, por
hoy en día, sale a la luz cuando se habla de eutanasia. tanto, suprimirse: «la vida tiene la misma dignidad y
Por ejemplo, las leyes que reconocen la posibilidad el mismo valor para todos y cada uno: el respeto de u
Cariño, me No quiero acabar mi vida en un es- «Nada ni nadie pue-
gustaría pedirte tado vegetativo dependiente de alguna de autorizar la muer-
máquina. Si eso ocurre alguna vez,
un favor. prométeme que me desconectarás. te de un ser humano
Sí. inocente, sea feto o
¡Vale! embrión, niño o adul-
to, anciano, enfermo
incurable o agonizante.
Nadie además puede
pedir este gesto homi-
cida para sí mismo o
para otros confiados a
su responsabilidad ni
puede consentirlo ex-
plícita o implícitamen-
te. Ninguna autoridad
puede legítimamente
imponerlo ni permitir-
lo er.» (Juan Pablo II,
carta enc. Evangelium
Vitae, n. 57.)
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