Ave María
Que el siglo XX – en el cual aún estamos sumergidos, espiritualmente hablando- sea el tiempo de la confusión y de las tinieblas, el tiempo de la gran apostasía profetizada en las Sagradas Escrituras (y recordada en el Catecismo) también nos hace recordar los mensajes de la Stma. Virgen María del Buen Suceso, en Quito, Ecuador.
Recordemos que fue la misma Virgen quién pidió que, su mensaje, sólo se diera a conocer al mundo en el siglo XX.
Se trata de las apariciones de la Virgen a la madre Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa (1563-1635), mística española que vivió y murió, en olor de santidad, como monja de la Inmaculada Concepción en Quito, Ecuador, y que hoy en día está en curso el proceso de su beatificación, y cuyo cuerpo se encuentra incorrupto.
Recordando esta historia, cuyo centro es la madre Mariana, el P. Manuel Sousa Pereira relata dos experiencias de muerte de la mística :
« Su primera muerte se produjo en 1582. De pie, delante de un tribunal, sufrió un proceso por el cual le fue ofrecida una elección : quedarse ya en la gloria celeste o volver a la tierra y sufrir, como cordero expiatorio, por los pecados del siglo XX. Ella escogió la segunda posibilidad. Su segunda muerte se produjo el viernes Santo del año 1588, después de una aparición en la que le fueron mostrados los horribles abusos y las herejías que serían perpetradas en la Iglesia actual. Se despertó dos días después, en la mañana del Domingo de Pascua. »
¿No es singular que la Virgen, en los primeros años del siglo XVIII, pidiera a las almas consagradas, rezar e inmolarse por los hombres del siglo XX ? ¿Qué cosa tan terrible debía suceder en el siglo XX ? ¿Qué abusos y herejías debían ser cometidas para justificar semejante intervención preventiva del Cielo, sin precedentes en la historia de la Iglesia ?
Es increíble, si pensamos que todo ocurrió algunos siglos atrás, leer por ejemplo que : « serán los preferidos de su Corazón, sobre todo, aquellos que vivirán hacia finales del siglo XX, quienes sufran indeciblemente, porque en aquel tiempo, el infierno se desencadenará y muchas almas se perderán ».
Es particularmente importante la aparición del 2 de febrero de 1634 cuando :
"La luz del santuario se apagó. La Virgen explica después a la madre Mariana, que esto representa a la Iglesia del siglo XX, y explica los cinco significados de aquel acto simbólico. Según las palabras de Nuestra Señora, la luz que se apaga representa, en primer lugar, la difusión de herejías en el siglo XIX y XX que apagarán la preciosa luz de la fe en las almas. En segundo lugar, la gran catástrofe espiritual en el convento y, por extensión, de toda la Iglesia. Tercero, la gran impureza que saturará la atmósfera.'Como un mar sucio, inundará las calles, las plazas y los puestos públicos con una sorprendente libertad - dijo -. Así, no habrá almas vírgenes en todo el mundo'. En cuarto lugar, la corrupción de la inocencia de los niños y la crisis del clero. Quinto, la pereza y la negligencia de los ricos que serán testigos al observar su Iglesia oprimida, perseguida y el triunfo del demonio, sin emplear sus riquezas para atacar el mal y restaurar la fe."
En las revelaciones que la Virgen hizo a la madre Mariana, hay muchas profecías que se realizaron puntualmente, en referencia a la historia del Ecuador y a los acontecimientos de la Iglesia Católica.
Con respecto a la historia universal, y en particular la Iglesia en el siglo XX, la Virgen habla de acontecimientos trágicos y sangrientos relacionados con una terrible crisis espiritual.
Esta noche oscura de la Iglesia la podemos sintetizar así : masiva apostasía en la Iglesia, corrupción del clero y crisis de las vocaciones, propaganda de herejías, abandono de las reglas de la vida religiosa y culpa de la autoridad eclesiástica por semejante ruina.
Finalmente :
"Este aparente triunfo de Satanás procurará mucho sufrimiento a tantos buenos pastores de la Iglesia, a la mayoría de bravos sacerdotes y al Vicario de Cristo en la tierra… El pequeño número de almas que mantendrán el culto de la fe y de la moral, padecerán un sufrimiento cruel e indescriptible, como un prolongado martirio ; por este sufrimiento serán considerados mártires".