Se han escrito varios documentos del Magisterio de la Iglesia sobre San José; "A cuyo cuidado Dios confió sus tesoros más preciosos, Jesús y María"
La mención más antigua del culto a San José en Occidente data del año 800, en el norte de Francia, donde el 19 de marzo se recuerda a Ioseph Sponsus Mariae. La referencia a José como esposo de María será cada vez más frecuente desde el siglo IX hasta el XIV. En el siglo XII, los cruzados construyeron una iglesia en su honor en Nazaret.
El culto a San José comenzó a extenderse aún más en el siglo XV, gracias a San Bernardino de Siena y, sobre todo, a Jean Gerson (+1420), canciller de la basílica de "Notre Dame" en París, quien profesó un profundo deseo para dedicar oficialmente una fiesta a San José.
A partir de 1480, con la aprobación del Papa Sixto IV, la fiesta comenzó a celebrarse el 19 de marzo. Más adelante, en 1621, con el Papa Gregorio XV, se convirtió en obligatoria. El 8 de diciembre de 1870, el beato Papa Pío IX declaró a San José patrón de la Iglesia universal. El 15 de agosto de 1889, el Papa León XIII publicó la encíclica Quamquam pluries (Sobre la devoción a San José), que explicaba, entre otras cosas, las razones por las que San José había sido declarado patrono de la Iglesia; Juan XXIII, en 1962, incluyó su nombre en el canon romano de la Santa Misa; el Papa San Juan Pablo II emitió la exhortación apostólica Redemptoris Custos (El guardián del Redentor) sobre la persona y la misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia.
El 8 de diciembre de 2020 con motivo del 150 aniversario de la Declaración de San José como patrono de le Iglesia Universal, Francisco Sucesor de Pedro, publicó Patris Corde, una carta apostólica que recoge algunas reflexiones sobre la entrañable figura de San José. El objetivo de este texto es, en palabras del propio Sucesor de Pedro, que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución. Otra señal concreta de esta devoción del Papa a San José es el Año que convocó para conmemorarlo, desde el 8 de diciembre de 2020 hasta la misma fecha en 2021 y añadió, en mayo de 2021, siete nuevas invocaciones a las Letanías en honor de San José: "Custodio del Redentor, Servidor de Cristo, Ministro de la salvación, Apoyo en las dificultades, Patrono de los exiliados, Patrono de los afligidos, Patrono de los pobres".
Durante un encuentro con las familias, el 16 de enero de 2015 en Filipinas, el Papa Francisco pronunció en nuestro idioma, saliéndose de su discurso en inglés, "Yo quiero mucho a San José". Sencillas, espontáneas y conmovedoras palabras.
Cada vez que el Papa Francisco se refiere a San José lo hace con mucha ternura y devoción, como quien habla de su padre; amoroso y protector; un padre amado, un padre en la ternura, un padre en la obediencia, un padre en la acogida, un padre de la valentía creativa, un padre trabajador, un padre en la sombra…
El Sumo Pontífice, sostiene que "todos pueden encontrar en San José –el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad".
"San José es un hombre fuerte y de silencio. En mi escritorio tengo una imagen de San José durmiendo. Y durmiendo cuida a la Iglesia. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito y lo pongo debajo de San José, para que lo sueñe".
Consideró la idea de "levantarse con Jesús y María": "Estos preciosos momentos de descanso, de pausa con el Señor en la oración, son momentos que quizás nos gustaría poder prolongar. Pero, como San José, una vez que hemos escuchado la voz de Dios, debemos sacudirnos el sueño; debemos levantarnos y actuar" (cf. Rm 13,11).
"En la familia, ¡debemos levantarnos y actuar! La fe no nos aleja del mundo, sino que nos inserta más profundamente en él. Esto es muy importante. Debemos ir a lo profundo del mundo, pero con el poder de la oración. Cada uno de nosotros tiene un papel especial que desempeñar en la preparación de la llegada del reino de Dios al mundo" – Papa Francisco.
Así como el don de la Sagrada Familia fue confiado a San José, decía el Papa, el don de la familia y su lugar en el plan de Dios nos es confiado a nosotros.
"Como San José. El don de la Sagrada Familia fue confiado a San José, para que lo llevara adelante. A cada uno de ustedes y a cada uno de nosotros – pues yo también soy hijo de una familia - se nos confía el plan de Dios para llevarlo adelante. El Ángel del Señor reveló a José los peligros que amenazaban a Jesús y María, obligándoles a huir a Egipto y a establecerse después en Nazaret. Así, en nuestro tiempo, Dios nos llama a reconocer los peligros que amenazan a nuestras familias y a protegerlas del daño" – Papa Francisco.
Francisco instó, en aquella oportunidad, a estar atentos a las "nuevas colonizaciones ideológicas" que no nacen del sueño, de la oración, del encuentro con Dios, de la misión que Él nos da, sino que vienen de afuera y, por eso, las llamó "colonizaciones". No perdamos – exhortaba - la libertad de la misión que Dios nos da, la misión de la familia. "Y así como nuestros pueblos, en algún momento de su historia, llegaron a la madurez de decir 'no' a cualquier colonización política, como familias debemos ser muy sabios, muy hábiles y fuertes, para decir 'no' a cualquier intento de colonización ideológica de la familia, y pedirle a San José, que es amigo del Ángel, que nos envíe la inspiración para saber cuándo podemos decir 'Sí' y cuándo debemos decir 'No'".
En estos 10 años de pontificado, Francisco ha reflexionado en diversas oportunidades sobre este personaje cautivante, un hombre de silencio (no aparece ninguna palabra pronunciada por San José en las Sagradas Escrituras), pero de gran relevancia.
Las familias, una bendición para el mundo
El Papa también se detuvo en el carácter de José como modelo de todas las familias, para que el niño Jesús creciera en sabiduría, edad y gracia (cfr. Lc. 2,52). "Cuando las familias traen a los niños al mundo, los educan en la fe y los valores sólidos, y les enseñan a contribuir al bien de la sociedad, se convierten en una bendición para el mundo", sostenía Francisco.
El Santo Padre no dudó en afirmar, con contundencia: "¡Las familias pueden convertirse en una bendición para el mundo!". El amor de Dios se hace presente y activo – subrayaba el Obispo de Roma - a través del modo en que amamos y de las buenas obras que hacemos. De esta manera, decía, difundimos el Reino de Cristo en el mundo y, al hacerlo, somos fieles a la misión profética que recibimos en el Bautismo.
La familia y la oración
Francisco nos exhorta a llevar una vida de oración: "¡No olviden a Jesús que duerme! ¡No olviden a San José que duerme! Jesús durmió con la protección de José. No olviden: el descanso de la familia es la oración. No olviden rezar por la familia. Recen a menudo y lleven los frutos de vuestra oración al mundo, para que todos puedan conocer a Jesucristo y su amor misericordioso".