Aquí estoy, Señor, delante de ti, con mi presente y con mi pasado a cuestas; con lo que he sido y con lo que soy ahora; con todas mis capacidades y todas mis limitaciones; con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado, y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallas.
Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti, por muy bueno que me juzgue a mí mismo, tengo mucho que cambiar en mi vida, mucho de qué convertirme, para ser lo que Tú quieres que yo sea, lo que pensaste para mí cuando me creaste.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, con la luz de tu Verdad y de tu Amor, para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí, y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.
Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad para con todos los hombres y mujeres del mundo. Sensible a los odios y rencores que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir. Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo, a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza, para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas y sacarlos de mi vida y de mi obrar.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, con la luz de tu Verdad y de tu Amor, para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de tus palabras, a la belleza y la profundidad de tu mensaje, a la generosidad de tu entrega por mi salvación.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que yo sepa ver en cada instante de mi vida, lo que Tú quieres que yo piense, lo que Tú quieres que yo diga, lo que Tú quieres que yo haga; el camino por donde Tú quieres llevarme, para que yo sea salvo.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que yo crea de verdad en el Evangelio, la Buena Noticia de tu salvación, y para que dejándome llevar por Ti, trabaje cada día con mayor decisión, para hacerlo realidad activa y operante en mi vida personal y en la vida del mundo.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que yo me haga cada día más sencillo, más sincero, más justo, más servicial, más amable en mis palabras y en mis acciones.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que Tú seas cada día con más fuerza, el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos; para que todo en mi vida gire en torno a Ti; para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito, de tu bondad infinita, de tu misericordia y tu compasión.
Perdona Señor, mi pasado. El mal que hice y el bien que dejé de hacer. Y ayúdame a ser desde hoy una persona distinta, una persona totalmente renovada por tu amor; una persona cada día más comprometida Contigo y con tu Buena Noticia de amor y de salvación. Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre, hasta el último instante de mi vida en el mundo, para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.
« En Jesús de Nazaret, encontramos el rostro de Dios, que ha bajado de su cielo, para sumergirse en nuestro mundo y enseñar el « arte de vivir », el camino hacia la felicidad; para liberarnos del pecado y hacernos plenamente hijos de Dios. Jesús vino para salvarnos y mostrarnos la vida buena del Evangelio ». – Benedicto XVI