Al igual que las apariciones de María en Zeitoun (ver página 14), el siguiente hecho es verdadero y también ocurrió en El Cairo, Egipto, pero varios siglos antes, en el año 679 d.C.
La mayoría hemos escuchado esta frase del Evangelio, cuando Jesús dice: "Porque yo les aseguro: si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a este monte: Desplázate de aquí para allá, y se desplazará, y nada será imposible para ti" (Mt 17:20 y Mc 11:23). Efectivamente, para Dios, todo es posible, pero entendemos que el primer significado de estas palabras que pronunció Jesús, obviamente no deben tomarse de forma literal, porque podemos imaginar que realmente se necesitaría una fe muy grande para que tal milagro suceda, para que una montaña se levante a nuestras órdenes. Y, sin embargo, esto es lo que literalmente sucedió en El Cairo, Egipto.
Aquí está el relato de este hecho milagroso: Durante el reinado de Al-Muizz, que fue el primer gobernante fatimí (dinastía musulmana chiíta) de Egipto, el gobierno islámico fue ambivalente en su forma de tratar a los coptos (los cristianos de Egipto, cuya Iglesia fue fundada en Alejandría por el apóstol San Marcos), alternando entre simpatía y tolerancia, o atrocidades y brutalidades.
En esa época, la sede de San Marcos en Alejandría había estado vacante durante unos dos años. Finalmente, los obispos y líderes de la comunidad copta se reunieron en la iglesia de San Sergio para elegir posibles candidatos. Mientras se reunían, Abraham el Sirio, un hombre dedicado a la religión y la piedad, entró en la iglesia y decidieron elegirlo en unanimidad. Lo llevaron a Alejandría, donde fue consagrado 62º patriarca. Abraham era sirio de nacimiento. Era un rico comerciante que visitó Egipto varias veces y finalmente se quedó allí. Era conocido por su bondad, devoción y amor por los pobres.
Después de su ordenación, distribuyó la mitad de su riqueza a los necesitados y usó la otra mitad para construir iglesias en todo Egipto. En cuanto a Al-Muizz (gobernador de Egipto), era conocido por su tolerancia e interés en los debates sobre cuestiones religiosas. Tenía a su servicio un ministro judío llamado Jacob Ibn Killis quien le informó que en el Nuevo Testamento de los cristianos está escrito: "Si tienes una fe tan grande como un grano de mostaza, le dirías a la montaña que se mueva y se moverá" (Mt 17:20 y Mc 11:23). Mostró este versículo al califa musulmán, y lo persuadió para que desafiara al Papa (el nombre dado al líder religioso de los cristianos coptos) a ordenar que la colina de Mokattam, al este de El Cairo, se levantara, si tenía fe al menos tan grande como una semilla de mostaza.
Después de escuchar a Ibn Killis, el califa le preguntó al patriarca copto Abraham: "¿Qué dices acerca de esta palabra? ¿Está en tu evangelio, sí o no?" El patriarca respondió: "Sí, de hecho, está en el Evangelio". El califa entonces exigió que este milagro se realizara por la mano de Abraham, o de lo contrario él y todos los coptos serían asesinados por la espada.
La situación era crítica, la vida de todos los fieles estaba en juego. El patriarca Abraham pidió tres días para realizar el milagro. Reunió monjes, sacerdotes y ancianos y les dijo que se quedaran en la iglesia durante tres días para hacer penitencia y orar. En la mañana del tercer día, Abraham estaba orando cuando vio a María, madre de Jesús. La Santísima Virgen le dijo que fuera al mercado: "Encontrarás a un hombre tuerto que lleva al hombro un jarrón lleno de agua; llámalo, porque es por sus manos que el milagro se realizará".
Abraham escuchó a María y fue al mercado; allí se encontró con el hombre del que la Santísima Virgen le había hablado. Fue Simón el curtidor (quien trabaja el cuero). Este hombre se había arrancado un ojo debido a un pasaje de la Biblia: "Si tu ojo derecho es ocasión de pecado, sácalo y tíralo. Es mejor para ti perder una parte de tu cuerpo que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno". (Mt 5,29-30.) De hecho, un día, una mujer había entrado en su taller y, después de haberla visto un pensamiento de lujuria le había sido atravesado por su mente. Entonces, prefirió aplicar el texto del evangelio al pie de la letra.
El patriarca le preguntó a Simón qué estaba haciendo a esa hora temprana. A lo que Simón respondió que llevaba agua a los enfermos y ancianos que no podían ir a buscar agua por sí mismos. Dijo que era su práctica de todas las mañanas, llevar en su espalda un jarrón de agua para los necesitados, antes de ir a trabajar en una curtiduría de piel. Cuando el patriarca explicó el propósito de su visita, Simón se mostró reacio al principio, pero cuando Abraham le informó de la visión de la Santísima Virgen María, este se puso a su disposición.
Los dos se pusieron a la cabeza de una gran procesión de fieles y marcharon hacia la montaña de Mokattam. Junto a ellos estaban el califa y su ministro, que ya habían puesto en contra de los cristianos coptos a muchas personas. Abraham celebró la Santa Misa y, por recomendación de Simón el curtidor, la multitud cantó Kyrie Eleison (Señor ten piedad) después de él, implorando la misericordia de Dios. Se arrodillaron tres veces mientras el patriarca hacía la señal de la cruz con un gesto amplio, que se extendía de un extremo a otro de la montaña.
La montaña se sacudió violentamente como si un fuerte terremoto hubiera golpeado la tierra. Luego comenzó a levantarse del suelo. Cada vez que los fieles, que estaban de rodillas, se ponían de pie, la montaña se elevaba. Cuando se arrodillaban, la montaña caía nuevamente con una gran explosión. Esto sucedió tres veces, y cada vez que la montaña se elevaba, los rayos del sol, que estaban detrás de ella, barrieron el espacio que separaba la tierra de la montaña y se hicieron claramente visibles para toda la multitud ahí reunida.
Ante esta impresionante visión, el califa Al-Muizz proclamó: "¡Dios es grande!" Dirigiéndose al Papa Abraham, el califa le dijo: "Oh Patriarca, he reconocido la validez de tu fe, esto es suficiente para probar que tu fe es verdadera". Naturalmente, este evento milagroso causó un alboroto entre la multitud. Cuando se restableció el orden, Abraham buscó a Simón, que había estado escondido detrás del patriarca durante toda la oración, pero no lo encontraron por ninguna parte.
Después de que la montaña se movió, el califa, todavía temblando de miedo, abrazó calurosamente al patriarca copto, y esto marcó el comienzo de una larga amistad entre los dos. El califa le pidió al patriarca que determinara cuál sería su recompensa. Después de algunas dudas, el Papa pidió permiso para reconstruir o renovar algunas iglesias cristianas.
El califa ofreció fondos del tesoro público para la reconstrucción de las iglesias, pero Abraham se negó. "Aquel cuyas iglesias construimos no necesita el dinero de este mundo y puede ayudarnos hasta que terminemos el trabajo", dijo Abraham. El Papa copto también decretó que el período de gracia de tres días que había pedido al califa, y que él, los obispos y sacerdotes habían pasado en oración y ayuno para obtener el milagro, debería convertirse en un período de ayuno para ser observado por todos los coptos cada año.
Así que, esos tres días de ayuno se agregaron a los cuarenta días de ayuno antes de Navidad. Por lo que el ayuno de Adviento se convirtió en cuarenta y tres días a partir del 25 de noviembre.
El gran milagro que se produjo en Mokattam, no fue sólo el desplazamiento de la montaña, sino que se produjo un milagro aún más grande, la conversión al cristianismo del califa musulmán Al-Muizz. Una pila bautismal, lo suficientemente grande para la inmersión de un hombre adulto, fue construida para él en la iglesia de San Mercurio, hoy todavía existe, y se conoce como "Maamoudiat Al-Sultan", que significa el Baptisterio del sultán. El califa Al-Muizz encontró la Fe verdadera, la Fe en Cristo.