Sólo es el sistema bancario el que tiene la potestad de ejercer el poder de crear y cancelar el dinero. El valor y la validez del poder de compra de este dinero no se afincan en el oro, sino en el Crédito Nacional; e. g. la tasa potencial que tiene la comunidad para producir riqueza, relacionada con el consumo.

Por lo tanto, no se debería forzar a la comunidad para que pague de modo perpetuo una imposición monetaria a los creadores y emisores privados del dinero sobre dicha creación y emisión. La comunidad es forzada a pagar esa imposición, en dinero que no es creado por la comunidad, sino que sólo la banca puede generar.

Este pago de intereses por parte de la comunidad al sistema bancario, por dineros de reciente creación (y sin costo) se basa en un esquema totalmente distinto al del interés que se cobra por el dinero que ya se encuentra en circulación por parte de individuos que han ganado y ahorrado estos dineros y los han invertido (o prestado) en la industria.

Consecuencias

Las consecuencias de la incapacidad que tiene el dinero para cumplir su función primordial son desastrosas y acumulativas:

1 Una intensa competencia para recuperar proporcionalmente la mayor suma, en precios, en retorno por la menor cantidad de bienes vendidos;

2 Un flujo continuado de quiebras (de los productores más débiles y menos desalmados), como resultado inevitable de la imposibilidad matemática de recuperar para la banca más dinero del que existe en la comunidad;

3 El reemplazo de la competencia por círculos monopólicos para incrementar los precios;

4 La creciente acumulación

de excedentes invendibles en cada uno de los países capitalistas;

5 La exportación forzada de este excedente y la consecuente lucha por captar los mercados externos, que culminan en conflictos internaciones de orden militar y económico;

6 El desarrollo de políticas bancarias para financiar el equipamiento de capital para proveer a los consumidores el dinero para que compren los excedentes de bienes, de otro modo invendibles;

7 El desmoronamiento gradual de este dispositivo, debido en parte a la sustitución de trabajadores pagados por máquinas,  y en parte también, por el equipamiento de capital excesivo e inactivo (debido a la falta de ingresos de los consumidores que podrían adquirir los bienes producidos).


El Verdadero Remedio

Los gobiernos han deseado remediar esta situación mediante la aplicación de distintos paliativos, a través de la obra pública, o la ayuda directa a los más desvalidos. Los gobiernos sólo pueden acceder a los dineros necesarios, para aplicar estos remedios, únicamente por dos vías:

a) A través de los impuestos, gravando aún más los de por sí insuficientes ingresos de los consumidores;

b) Mediante préstamos de la banca; nuevo dinero creado por los bancos, pero que tiene que ser devuelto con intereses.

El fracaso de estos remedios es obvio. Dejando al consumidor con una deuda mayor y con menos capacidad de compra. Para resolver este problema, está claro que los gobiernos deben:

a) Recuperar su prerrogativa  y ejercer ellos mismos el control del volumen de dinero requerido por la población;

b) Basar el dinero en la capacidad productiva del país;

c)  Emitir dinero nuevo, sin base en deudas generadoras de intereses para los banqueros, sino libre de deuda;

d) Entregar un dividendo nacional a cada ciudadano.