"El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre"

ORACIÓN INICIAL

¡Oh Jesús Crucificado!, postrados a tus pies te ofrecemos las lágrimas de tu Madre Santísima, que te acompañó con ardiente y compasivo amor en el doloroso camino de la Cruz. Concédenos, oh buen Maestro, que sigamos de todo corazón las enseñanzas que por medio de sus lágrimas nos ha dado, para que cumpliendo tu santísima voluntad en la tierra, nos hagamos dignos del honor de alabarte en el cielo por toda la eternidad. Amén.

En el Instituto de misioneros de Jesús Crucificado, fundado por el Ilmo. Sr. Francisco Campos Barreto, Obispo de Campiñas, Brasil, hay una Hermana llamada Amalia de Jesús Flagelado, que, como la campesina de Baviera, Teresa Neunman, camina hacia Dios por las sendas místicas, y lleva impresas milagrosamente las cinco llagas de Nuestro Salvador. El 8 de Noviembre de 1929, la Hermana Amalia fue a rogar a Jesús en el Tabernáculo que aceptara su propia vida por la de su hermana que tenía que cuidar de sus hijos pequeños, Nuestro Señor le habló: "Ruégame, le dijo, por las lágrimas de mi Madre y entiende, hija mía, que siempre que los hombres me rueguen con fervor por las lágrimas de mi Madre, los oiré con gusto".

"Más tarde, dijo, mi Madre dará el tesoro de sus lágrimas, a mi amado Instituto, como un imán de mi misericordia".

Su promesa se cumplió cuatro meses más tarde.  Era el 8 de Marzo de 1930; la Hermana Amalia estaba arrodillada en las gradas del Altar de la capilla, cuando "súbitamente", dice, me sentí levantada de ahí. Después vi una Señora de incomparable hermosura, vestida de una túnica morada, un manto azul y un velo blanco recogido en el pecho. Se  acerco a  mí,  sonriente, llevando en sus manos un Rosario. Las cuentas brillaron como el sol, y eran blancas como la nieve. Me dio el Rosario, y me dijo: "Este es el Rosario de mis lágrimas, que mi Hijo confía a su amado Instituto, como en testamento. 

La invocación ya ha sido dada por mi Hijo. El quiere honrarme de una manera especial por medio de estas invocaciones, y concederá con gusto los favores que se le pidan con fervor por mis lágrimas.

  Este Rosario servirá para convertir a muchos pecadores, en especial los que están poseídos del demonio. Se ha reservado un honor especial al Instituto de Jesús Crucificado: la conversión de muchos miembros de una secta nefasta, con  lo cual,  la Iglesia Militante florecerá. Con este Rosario, se subyugará al demonio, y se derribará al infierno".

El 8 de Abril de 1930, Nuestra Madre Santísima volvió a bajar del cielo. Hacía un mes que había dado el Rosario de sus Lágrimas, y ahora reveló la nueva medalla Milagrosa de Nuestra Señora de las Lágrimas, que había de aumentar la humildad de los fieles y servir de una manera especial para la conversión de tantos.

MODO DE REZAR EL ROSARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS: El Rosario entregado por la Virgen se compone de 49 perlas blancas, divididas en 7 grupos por otras tantas perlas grandes del mismo color; además, están unidas al Rosario otras tres perlas pequeñas, y la Medalla de Ntra. Señora de las Lágrimas. Por medio de este Rosario podemos honrar piadosamente los Dolores de María, nuestra Madre, por los que derramó tantas lágrimas.

1er Dolor

La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús

Virgen María: Por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

2do Dolor

La huida a Egipto con Jesús y José

Virgen María: Por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

3er Dolor

La pérdida de Jesús

Virgen María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir a una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por los malos caminos.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

4to Dolor

El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas

Virgen María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionaran un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan grande Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

5to Dolor

La crucificción y la agonía de Jesús

Virgen María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor...

Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

6to Dolor

La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto

Virgen María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como Él nos amó.

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

7mo Dolor

El entierro de Jesús y la soledad de María

Virgen María: Por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; Él, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra, llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola; llena de aflicción; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos…

Dios te salve María,...

En la cuenta del dolor se dice:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

En las 7 cuentas siguientes se dice:

V. ¡Oh Jesús!, oye nuestra oración,

R. Por las lágrimas de tu Santísima Madre.

 

Para concluir se repite 3 veces:

V. ¡Oh Jesús!, mira las lágrimas de quien tanto te amó en la tierra.

R. Y que te ama ahora aún más ardientemente en el Cielo.

 

Oración Final

¡ Oh María, Madre del amor, del dolor y de la compasión!, te rogamos que unas nuestras oraciones con las tuyas, para que Jesús tu Hijo Divino, a quien invocamos, oiga nuestras súplicas en nombre de tus lágrimas maternales, y nos conceda la paz que tan ardientemente buscamos, para que así podamos obtener la corona de la vida eterna. Amén.

Gloria al Padre...

La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que concedería siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías

    1. Pondré paz en sus familias.
    2. Serán iluminados en los Divinos Misterios.
    3. Les consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
    4. Les daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
    5. Les defenderé en los combates espirituales con el enemigo, y protegeré en todos los instantes de su vida.
    6. Les asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
    7. He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.