Panorama en Argentina

Durante su reflexión televisiva semanal en el programa "Claves para un Mundo Mejor", Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, señaló que las recientes estadísticas que hablan de una disminución cuantitativa del número de católicos en Argentina pueden leerse también como un proceso de purificación o "blanqueamiento" de la Iglesia.

Según cifras publicadas por la prensa argentina, el número de católicos habría disminuido en Argentina al 75 o 76 por ciento; y se señala que hay un "éxodo" de fieles hacia los grupos evangélicos libres y las organizaciones religiosas de características sectarias. 

Mons. Aguer dijo que es necesario "hacernos cargo de lo que el documento de Aparecida señala: hacer de cada uno de nuestros fieles un discípulo-misionero" y que "los números de una encuesta tendrían que reflejar también que muchas comunidades parroquiales, aún las que parecen cuantitativamente pequeñas, son vivas y dinámicas, animadas por un grupo de fieles bien formados y con espíritu misionero".

¿Católico practicante?

Son muchas las veces que escuchamos decir a alguien que es "católico practicante", o también quienes dicen: "soy católico, pero no practicante".

¿Qué es lo que en realidad se quiere decir y en definitiva a qué le podemos llamar ser un "católico practicante".

Lo primero que generalmente se constata, es que cuando alguien dice que es Católico, pero que no es practicante, generalmente se está refiriendo a que no suele ir habitualmente a la Iglesia, no participa de la Misa, no cree en los sacerdotes, no cree en la Iglesia, etc., con lo que se "debería" asumir que quien participa de la Misa, es seguro un "practicante" como católico.

En realidad, el ser católico practicante, es mucho más que el hecho de participar de la Misa, de recitar algunas Oraciones, de "ir a la Iglesia", todo lo cual es necesario para poder encontrar el alimento y la fuerza para después en  nuestra vida de todos los días, poder llevar a la práctica esa Fe católica que se profesa.

Por lo tanto, ser practicante, debería ser el demostrarlo en cada momento de nuestra vida, cuando vamos a la Iglesia, pero sobre todo en nuestras tareas habituales, en la familia, en nuestras actividades, en los estudios, en nuestras recreaciones, en el descanso. Sabemos que de nada valdría nuestra presencia en un templo, si luego nuestra vida va por otro camino totalmente distinto.

Ser practicante es llevar una vida lo más coherente posible con la Fe que profeso, y que en definitiva es la búsqueda de imitar a Jesús, quien es la Revelación de Dios y a quien debemos seguir.

Debemos mostrar con nuestras actitudes en cada momento que Jesús es el centro de nuestra vida, que pertenecemos a la Iglesia que Él ha fundado y que el hecho de ser practicantes no debe quedarse en la repetición de determinados ritos, en cumplir algunas prescripciones o en concurrir a determinados lugares y ciertos días, donde sin duda que no nos costará tanto el vivir esos momentos como personas de Fe.

Vemos y escuchamos a muchos decir su "título" de católicos, pero más que pregonarlo se debería pensar en si cada una de las actitudes que tenemos, si nuestras decisiones, si nuestras palabras, si nuestros gestos son de personas que pertenecen a la Iglesia Católica, o muchas veces no son más que "títulos vacíos" con los que incluso pretendemos quedar tranquilos en nuestras conciencias.

Hoy más que nunca es necesario el testimonio de los Católicos, de aquellos que en cada momento de su vida, en cada lugar que les toca, en la vivencia de sus responsabilidades y obligaciones, muestren a los demás que es posible vivir de acuerdo a la fe que tienen. Entonces podemos darlo por seguro, que podremos decir que hay "católicos practicantes".

Realidad en Latinoamérica

Si bien la mayoría de la población en Latinoamérica está bautizada en la Iglesia Católica, aquellos que se pueden considerar practicantes de su religión son muy pocos. Para entender el término "practicante" no hay una definición concreta, pero si tomamos en cuenta sólo uno de los cinco mandamientos de la Iglesia Católica: asistir a misa los domingos, podemos hacernos una idea de la situación: sólo el 10% de la población bautizada católica asiste a misa los domingos. El porcentaje de esa fracción que participa en algún grupo parroquial o movimiento apostólico es, a su vez, un 10%.

Católicos convertidos al protestantismo 

Alrededor del 15% de bautizados católicos en Latinoamérica se han mudado a una denominación protestante. De los adeptos a estas denominaciones, alrededor del 60% han sido anteriormente católicos y el restante 40% han nacido dentro de una familia ya protestante.

Presencia protestante en Latinoamérica

En América latina, nos dicen, la Iglesia Católica « está con los pobres ». Pero los pobres no están con la Iglesia: millones de ellos se han pasado -y siguen pasando, miles y miles cada día- a las sectas duramente anticatólicas que vienen de Estados Unidos; o, como en Brasil, a los cultos animistas y sincretistas. En el continente que antes era « el más católico del mundo », el protestantismo (en sus versiones « oficiales » o en las versiones enloquecidas del fundamentalismo americano) está en camino de convertirse estadísticamente en mayoría, si se mantiene el ritmo actual de abandono de la Iglesia romana.

Nos encontraríamos frente a uno de esos « resultados catastróficos de la catequesis y la pastoral » de los que muchas veces ha hablado el cardenal Ratzinger. En efecto, los que han analizado las causas de la « gran huida » -y que lo han hecho en el territorio, enfrentándose a la realidad, más que a esquemas teóricos- han constatado que la « demanda » religiosa sudamericana se dirige a otra parte porque la « oferta » católica no la satisface. En breve: la gente (y más la del mitificado pueblo) ya no está en sintonía con una Iglesia que ha acentuado tanto su compromiso político, social, de justicia y bienestar terrenales, que ha llegado a ofuscar su dimensión directamente religiosa. En fin, el cura comicial, sindicalista y politizado ya no basta para satisfacer la necesidad de una esfera sagrada, trascendente y de esperanza eterna: de aquí la búsqueda alternativa en sectas que se exceden en lo contrario, rechazando cualquier compromiso con la realidad social, para anunciar una salvación que llegará sólo al final de la historia, en el momento del regreso glorioso de Cristo, o en un paraíso al que sólo se puede acceder por la puerta angosta de la muerte.

Como siempre, pues, los efectos concretos se han revelado el exacto contrario de las previsiones de muchos. Transformar el Evangelio en un manual para la « liberación » sociopolítica, seguramente gratifica a los teólogos, pero no convence a los que querían « liberarse », que por lo tanto se dirigen a otro sitio, donde puedan encontrar satisfacción a su necesidad de adorar, rezar y esperar en algo más duradero y profundo que las reformas económicas de siempre.

Una causa parcial:

Pobreza. La pobreza es algo muy extendido en Latinoamérica. Podría pensarse que las situaciones difíciles por las que la pobreza hace atravesar a las personas sería una causa de que estas buscaran un refugio espiritual en las sectas protestantes. De hecho, el abandono social puede ser un catalizador para que una persona entre a una denominación protestante en busca de apoyo para su situación, pero esto no hace más que poner de manifiesto las causas anteriormente mencionadas. En realidad, las personas que pasan a una denominación protestante pueden pertenecer a todas las clases sociales, si bien la mayoría pertenecen a la clase social desprotegida. Las personas de clase baja se polarizan más hacia las sectas pentecostales mientras que las de clase media y alta hacia los grupos de la nueva era y el evangelio de la prosperidad.

Reacción católica

La reacción católica frente a este fenómeno ha sido lenta y tal vez demasiado tardía. Una causa de eso podría ser una mala interpretación del documento del Concilio Vaticano II respecto del ecumenismo. El padre Flaviano Amatulli Valente señala en uno de sus libros que dicho documento, en que se apunta a promover el diálogo con las denominaciones protestantes, está pensado respecto de la problemática europea, pero ignora la realidad latinoamericana.

Últimamente han surgido más movimientos y grupos católicos dispuestos a realizar apologética de la fe católica y a atender a los sectores de la grey católica más susceptibles a la deserción.

El sacerdote Flaviano Amatulli ha indicado que una mayor participación de los laicos católicos en la vida de la Iglesia es indispensable para frenar la deserción, siendo positivos pero insuficientes las experiencias de comunidades católicas de fieles laicos.  Un aumento en el número de Diáconos permanentes y verdaderos católicos de tiempo completo también sería positivo según dicho sacerdote.