El patrocinio de san José en estos tiempos difíciles
San José ejerció sobre Jesús la función y los derechos que corresponden a un verdadero padre, del mismo modo que ejerció sobre María, virginalmente, las funciones y derechos de verdadero esposo. Ambas funciones constan en el Evangelio. Al encontrar al Niño en el templo, la Virgen reclama a Jesús: « Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, te buscábamos ».
María nombra a san José dándole el título de padre, prueba evidente que él era llamado así por el propio Jesús, pues veía en José un reflejo y una representación auténtica de su Padre celestial.
Con la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal realizada por Pío IX el 7 de julio de 1871, culminaba un proceso que popularmente se había iniciado muchos siglos antes: la devoción popular a san José como protector de los cristianos que durante siglos lo habían tomado como su ayuda y protección, al igual que ayudó y protegió a Jesús y María, su esposa.
Egipto ha sido siempre un país vinculado a la Biblia. Numerosas escenas del Antiguo Testamento están asociadas de algún modo a él. Unas veces la tierra de los faraones es escenario de esclavitud, enfrentamientos y cobranza de impuestos, otras de hospitalidad y diplomacia. Estas alusiones se dan también en el Nuevo Testamento aunque en menor medida. Así por ejemplo en Hechos de los Apóstoles, en la Epístola a los Hebreos o incluso en el Apocalipsis, aparece la palabra Egipto; pero es en el Evangelio de san Mateo donde se relata un hecho que ha llamado la atención a numerosos estudiosos de la Biblia. En el capítulo 2, 13-14 se inicia aquél periplo: "El Ángel del Señor se apareció en sueños a José, y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo".
Su huida a Egipto nos muestra la protección, la humildad y la pronta realización a la Divina Voluntad, sin cuestionamientos, que hacen de san José un hombre confiable y fiel. Que terrible el miedo de ir a un país extranjero a cientos de kilómetros, sin el conocimiento del idioma, tradiciones, costumbres, leyes y con la responsabilidad de una Madre y su hijo recién nacido, unigénito de Dios. Todo esto hace pensar en los miles de hombres que atraviesan fronteras para buscar un futuro mejor para ellos y sus familias padeciendo dificultades y peligros. ¿Acaso podría ser San José patrón de los inmigrantes?
Él como muchos inmigrantes, padeció la angustia, sufrimiento, fatiga de una persecución, la aflicción de la entrada al país de Egipto…
San Mateo pretende mostrar a Jesús como el nuevo Moisés. El pasaje de la matanza de los inocentes tiene un notable paralelismo con el Éxodo. Moisés es salvado de la matanza ordenada por el faraón y Jesús es salvado de la matanza ordenada por Herodes. Así es como san José es hombre clave, un simple carpintero cuya misión es de socorrer al mismo Dios encarnado para que éste al crecer logre la salvación de la humanidad. San José y su alianza con el Divino Salvador será siempre recordado por aquellas palabras significativas: "¿No es éste el hijo del carpintero?"
Hoy existen suficientes motivos para encomendar a todos los hombres a san José.