Ave María
Está claro que en la Iglesia nos enfrentamos a una grave crisis.
No pasa una semana y ya hay noticias de algún miembro del clero en algún lugar del mundo que hace o dice algo que parece rechazar o contradecir la doctrina de la Iglesia. Está claro lo que el Cardenal Henri de Lubac, S.J. escribió en 1967 y que parece aplicarse perfectamente a la situación que nos compete: "Está claro que la Iglesia se enfrenta a una grave crisis. Bajo el nombre de'la Nueva Iglesia,''la Iglesia posconciliar, una diferente Iglesia, de la de Jesucristo, intenta ahora establecerse a sí misma." También y más recientemente San Juan Pablo II, nos advirtió el 9 de noviembre de 1976: « Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Estamos ante la lucha final entre la Iglesia y la anti-Iglesia; entre el Evangelio y el anti-Evangelio. No creo que el ancho círculo de la Iglesia estadounidense ni el extenso círculo de la Iglesia universal se den clara cuenta de ello. Pero es una lucha que descansa dentro de los planes de la Divina Providencia, y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar. Pero la confrontación sigue ahí, y la presencia de Satanás en la historia habrá de hacerse más fuerte a medida en que el hombre y la sociedad se alejen más de Dios, hasta llegar a un grado tal en que, como dijera la Madre de Dios en 1917, durante sus apariciones en Fátima,'todo parezca perdido ».
En Navidad, un Obispo Europeo concedió una entrevista en la que dijo que los divorciados y "vueltos a casar" civilmente tienen ahora la "bendición del Papa" para recibir la Sagrada Comunión. Luego aseguró que el uso de la anticoncepción es "una decisión de conciencia" para parejas y que la planificación familiar natural era sólo una "recomendación" de la Iglesia. También estuvo de acuerdo en que las personas homosexuales pueden constituir una familia. En esta entrevista, el obispo parece socavar las enseñanzas de la Sagrada Escritura sobre la homosexualidad, la enseñanza de Nuestro Señor sobre el adulterio, la Familiaris Consortio de San Juan Pablo II y la Humanae Vitae del Beato Pablo VI.
Durante la misma semana, los medios de comunicación católicos informaron que un sitio Web de una Conferencia Episcopal Europea había publicado una entrevista con un obispo en la que se congratulaba de que las parejas en matrimonio "interdenominacional" ya estaban recibiendo la Santa Comunión y expresando la esperanza de que durante el 500 aniversario de La Reforma Protestante esta práctica sería oficialmente sancionada por la Iglesia Católica.
Por lo tanto, en este tiempo, cuando declaraciones engañosas sobre la doctrina y la moralidad en la Iglesia son abundantes, ¿cómo nos mantenemos fieles a Cristo y ayudamos a nuestras familias a sobrevivir con nuestra fe intacta? La Sagrada Escritura, la Tradición de la Iglesia y el Magisterio Perenne, están llenos de guías para estos tiempos y consejos sobre cómo salvar a las almas de estar atrapadas en el error y el pecado.
Cuidado con los Falsos Profetas
Desde el Antiguo Testamento (Jer. 14, 14; Ezq. 13, 3; 13, 10;) se condenan a los Falsos Profetas. Nuestro Señor Jesucristo advierte del peligro mortal de falsos profetas que se infiltran en la Iglesia a través del subterfugio y el engaño. "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos voraces". (Mt 7, 15). San Jerónimo interpretó esto como referente a aquellos que parecen ser piadosos y reformistas, pero que en realidad buscan introducir la herejía en la Iglesia porque no permanecen fieles a Cristo. Nuestro Señor también nos aconseja que podemos distinguir entre un verdadero profeta y un falso profeta mirando el fruto que producen:
"Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán." (Mt 7, 16-20)
El Catecismo de la Iglesia Católica lo interpreta en términos del pecado de escándalo, que es una actitud o conducta que lleva a otro a hacer el mal. Aquellos que causan escándalo tientan a otros a cometer pecados (CCC 2284-2287). El escándalo es más grave cuando es causado por aquellos que tienen un cargo en la Iglesia que los obliga a mantener y enseñar la Fe. Los falsos profetas contradicen o rechazan el perenne Magisterio de la Iglesia a través del cual la enseñanza de Cristo es proclamada al mundo. Los falsos profetas son los que separan al pueblo de Dios del Magisterio auténtico de la Iglesia.