Ave María

El Conmonitorio de San Vicente de Lerins

Con este nombre – el Conmonitorio - ha llegado a mis manos la obra de San Vicente, de cuyo texto deseo resaltar algunas directrices que creo de suma importancia al iniciar este año 2017 lleno de especiales aniversarios: el centenario de las apariciones de la Stma. Virgen María en Fátima, Portugal; el centenario también de la revolución Bolchevique en Rusia (costeada por los financieros de Wall Street) para instaurar una dictadura comunista en todo el mundo y así llevar a conclusión el plan de un gobierno mundial; también celebrarán los 300 años de la fundación de la Francmasonería (instaurada para destruir el cristianismo) y los 500 años de la más grande herejía: La Reforma Protestante.

Al inicio de este pequeño pero tan significativo libro, San Vicente dice que su propósito es poner por escrito lo que ha aprendido de los Padres, con el fin de tener dónde echar mano para suplir la debilidad de su memoria.

A continuación, se centra en el asunto que quiere tratar: el conocimiento de una regla segura, de aplicación general, que permita distinguir la verdadera fe católica del error y de la herejía. Esto no quiere decir que la Sagrada Escritura no sea suficiente para damos luz acerca de la fe. Lo que pasa es que la Escritura es tan rica en contenido que no siempre se interpreta del mismo modo, razón por la cual hay que buscar un criterio seguro: este criterio es leer la Sagrada Escritura a la luz de la tradición de la Iglesia.

Pero también habrá que dilucidar cuál es la verdadera tradición; para ello hay un principio — dice San Vicente — que se debe aplicar: « En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadero y propiamente católico ».

Después de demostrar con ejemplos históricos la verdad de este principio, San Vicente toca otros temas afines, como por qué Dios permite las herejías, la inmutabilidad e intangibilidad, el progreso y desarrollo orgánico de los dogmas. Al final, vuelve a recordar cómo los herejes actúan dolosamente al utilizar la Escritura manipulándola según sus propósitos, y acaba puntualizando que la tradición día que los católicos se han de acoger es la expresada por la interpretación que los Santos Padres, de manera moralmente unánime, nos ofrecen de los pasajes acerca de los que surja alguna controversia.

Ya en la introducción el Santo puntualiza que: « Dado que la Escritura nos aconseja: Pregunta a tus padres y te explicarán, a tus ancianos y te enseñarán; Presta oídos a las palabras de los sabios; y también: Hijo mío, no olvides estas enseñanzas, conserva mis preceptos en tu corazón, a mí, Peregrino, último entre todos los siervos de Dios, me parece que es cosa de no poca utilidad poner por escrito las enseñanzas que he recibido fielmente de los Santos Padres. »

Luego afirma que, « por otra parte, la astucia de los nuevos herejes reclama de nosotros una vigilancia y una atención cada vez mayores. » 

En la regla para distinguir la verdad católica del error afirma: « Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse integro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina, ante todo, y con la Tradición de la Iglesia Católica ».

Luego afirma que, « En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos ».

En el ejemplo de cómo aplicar la regla claramente manifiesta: « ¿y si se trata de una novedad herética que no está limitada a un pequeño grupo, sino que amenaza con contagiar a la Iglesia entera?

- En tal caso, el cristiano deberá hacer todo lo posible para adherirse a la antigüedad, la cual no puede evidentemente ser alterada por ninguna nueva mentira. »