"El temor de Dios es el principio de la sabiduría" (Prov. 1, 7)

En estos tiempos de confusión la idea de que la inmensa mayoría se salvará, la cual no tiene base alguna evangélica ni magisterial, ha infectado a muchas mentalidades de fieles y sacerdotes, que, de una u otra forma, tienden a callar, oscurecer o difuminar esta realidad.

Así pues, viene siempre bien recordar la clarísima doctrina evangélica al respecto, que nos ayudará a mejorar y perseverar en nuestros esfuerzos, y a salir de las tinieblas a los confusos.

Cristo enseñó esto, sobre los dos caminos:

"Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por él. Porque angosta es la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo encuentran." Mt 7 13-14

Insistiendo sobre la puerta angosta:

Díjole uno: "Señor, ¿los que se salvan serán pocos? ». Respondióles: « Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán." Luc 13 23-24

La puerta a la salvación tiene como requisitos la conversión, la confesión y la penitencia. Quien no se convierte de sus pecados, quien no hace propósito de enmienda, quien no se confiesa, quien no cumple la penitencia que le sea impuesta, está atravesando la puerta ancha. 

Hay que considerar nos dice el Rev. Padre Juan Croisset, S.J., en su monumental y reconocida obra "Año Cristiano", que hay pocas verdades en el cristianismo mas claras y mas sólidamente establecidas que esta: Entrad por la puerta angosta, nos dice el Hijo de Dios, porque la que conduce a la perdición es ancha y espaciosa, y es grande el número de los que entran por ella; pero la que conduce a la vida es estrecha, y pocos entran por esta puerta. En otra parte dice: Muchos son los llamados, y pocos los escogidos. Lo mismo y en los propios términos lo vuelve a repetir otra vez. Como el Salvador repetía tantas veces a sus discípulos esta terrible verdad, le hicieron en una ocasión esta pregunta: Señor, ¿y es posible que sea tan corto el número de los que se salvan? El Hijo de Dios por no aterrar demasiado a los que le preguntaban y a los que le oían, mostró eludir la pregunta, y se contentó con darles esta respuesta: "Hijos míos, la puerta del cielo es estrecha; haced esfuerzos para entrar por ella." Toda la Escritura está llena de figuras, pruebas y ejemplos de esta espantosa verdad; y basta un buen entendimiento para convencernos de este corto número. No hay mas que un camino para el cielo, porque no hay mas que un Evangelio; pero ¿son muchos los que van por este camino? ¿son muchos los que siguen las máximas de este Evangelio? ¿Qué concepto formaríamos de la verdad y la santidad de nuestra Religión, si después de todo lo que Jesucristo nos dijo, después de todo lo que hicieron los Santos, fuera muy grande el número de los escogidos? Pero ¿seré yo de este corto número? Eso se ha de juzgar por la conformidad de nuestra vida con las máximas del Evangelio que seguimos tan mal. Cosa extraña! Corre la voz de que se ha perdido un navío; ¡cuántos se asustan! ¡cuántos se sobresaltan! Aunque haya diez mil navíos en el mar, la noticia de que uno sólo naufragó hace entrar en cuidado a todos los negociantes. ¡Pues qué! Sabemos que de todos los que actualmente viven en el mundo muy pocos arribarán al puerto de la salvación eterna, y que la mayor parte naufragará miserablemente. ¿Quién me ha dicho a mi que no he de ser del número de estos infelices? Fundada la seguridad en que no se tiene una vida totalmente perdida y estragada. Las vírgenes necias la tenían muy pura, y con todo eso fueron reprobadas. El siervo perezoso no había hurtado los bienes ajenos; pero no había negociado con los propios, y fue arrojado a las tinieblas exteriores.

Ciertamente, cuando no tuvimos otro motivo para temer que esta fatal seguridad, esta perniciosa insensibilidad con que vivimos, ¿no sería muy sobrado para hacernos temblar y estremecer sobre nuestra futura suerte?