San Valentín se refiere a un número de santos mártires que vivieron en la antigua Roma. Según la Enciclopedia Católica, el santo cuya festividad cayó en la fecha conocida hoy como "Día de San Valentín" fue posiblemente uno de los tres mártires que fueron ejecutados en el año 270 d.c, durante el reinado del Emperador Claudio II.
Sin embargo, poco se sabe sobre las vidas de estos hombres. Muchas de las leyendas que los rodean en la actualidad fueron probablemente inventadas durante la Edad Media, en Francia e Inglaterra, cuando el día festivo de 14 de febrero empezó a ser asociado con el amor, a raíz de la historia de San Valentín, que sería ejecutado un 14 de febrero al no querer renunciar al cristianismo, y haber casado a parejas en secreto después de que el matrimonio fuese prohibido por el emperador Claudio II.
La festividad fue borrada del calendario eclesiástico en el año 1969 como parte de un intento para eliminar santos de origen posiblemente legendario, aunque sigue siendo celebrada localmente por algunas parroquias.
Cupido
A la fiesta de San Valentín se le ha incluido a'Cupido', la imagen de un pequeño niño con alas que lleva un arco con flechas.
Las tarjetas de San Valentín llevan, no solamente flores, chocolates y corazones, sino también dibujos del famoso niño que vuela y lanza sus flechas a los enamorados. ¿Pero cuál es el origen de este Cupido?
En la mitología romana, Cupido es el dios del amor. Equivale al Eros de la mitología griega, y a Kämadeva en la mitología hindú. Es hijo de Venus y de Marte. Se le adjudica la creación de amores y pasiones entre los mortales y suele ser representado por un niño alado (parecido a un ángel de la tradición cristiana). Al ser hijo de los dioses de la guerra y del amor, Cupido resulta ser el dios de los enamorados, creando de esta manera un "balance" entre el amor y la tragedia.
Aunque el origen de la fiesta (y no del santo) de San Valentín se ha paganizado con prácticas inmorales sobre el sexo y la inclusión de un dios falso como Cupido, la celebración del "San Valentín" ha sido erróneamente "cristianizada" e incorporada a las celebraciones anuales de muchas iglesias.
En estos tiempos modernos muchas Iglesias desean ser tan atractivas para los que no están convertidos que se corre el riesgo de querer parecerse tanto al mundo que los no conversos no ven que haya una diferencia. Si no tenemos claridad en lo que hacemos, es posible que llevemos "el mundo" a la Iglesia, pero despojaremos al mundo de la verdadera Iglesia de Cristo, cristianizando días de fiesta sin hacer cristianas a las personas. El Cristianismo verdadero se logra no por un cambio de celebración sino por un cambio interno en el corazón. Sin arrepentimiento y fe es imposible una verdadera conversión. Es a través del encuentro personal con Cristo, morando en nuestro interior, que se convierte el pecador.