FORMACIÓN CATÓLICA
INFLUENCIAS ANTICRISTIANAS EN LA IGLESIA
Sin lugar a dudas, desde hace mucho tiempo existen influencias anticristianas en la Iglesia. Es obvio que la Iglesia, siendo el Cuerpo místico y siempre vivo de Cristo, sea el principal blanco de los ataques del infierno.
Si nos cuestionamos si han aumentado las influencias anticristianas en la Iglesia a partir de los desarrollos modernos y técnicos del mundo, hemos de fijarnos particularmente en los acontecimientos de las últimas décadas.
En las referencias al Anticristo y al Falso Profeta que habrá de acompañarlo, se encuentran indicios de que podría haber personas eclesiales que se alían con el Anticristo y que trabajan en colaboración con él.
También hay pasajes bíblicos que parecen indicar que las amenazas anticristianas no solamente procederán del exterior de la Iglesia ; sino que incluso podrían surgir en su interior. Veamos, por ejemplo, estos versículos de la carta de San Juan :
"Hijos míos, ha llegado la última hora. Habéis oído que vendría un Anticristo ; y la verdad es que han aparecido muchos anticristos. Por eso nos damos cuenta que ha llegado la última hora. Salieron de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros. Pues si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros" (1Jn 2,18-19).
Podemos fijarnos entonces en los desarrollos de la Iglesia a partir del Concilio Vaticano II. No es éste el momento para hacer una valoración de lo que ha sucedido desde entonces ; sino que solamente vamos a poner nuestra mirada en aquellos elementos que señalan claramente una influencia anticristiana. Quisiera aclarar que es lo mismo hablar de "influencias anticristianas" que de "influencias demoníacas", pues tienen el mismo origen. Si optamos por el término "anticristiano" es para indicar que tales influencias tienen como fin preparar la venida del Anticristo.
El Papa Pablo VI dijo que "el humo de Satanás ha entrado por alguna rendija de la Iglesia". Esta afirmación tiene mucho peso, pues para que lo haya dicho abiertamente tuvo que haber tenido razones suficientes para creer que verdaderamente sea así… Decir que "el humo de Satanás ha entrado" indica, más que una influencia demoníaca, que el Diablo mismo está actuando en la Iglesia. Y las palabras "ha entrado" señalan que hubo un momento determinado en que esto sucedió ; y que antes no era así.
El Cardenal Karol Wojtjla dijo, poco antes de ser elegido Sumo Pontífice :
"Nos encontramos ante la mayor confrontación histórica que ha vivido la humanidad. No creo que gran parte de la sociedad americana o de la comunidad cristiana esté plenamente consciente de lo que eso significa. Nos encontramos en la última confrontación entre la Iglesia y la anti-iglesia ; entre el evangelio y el anti-evangelio."
En el Libro Azul, que contiene los mensajes de la Virgen al Padre Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano por pedido de María, se pueden leer las siguientes palabras :
"De la tierra surge una bestia que tiene dos cuernos como los de un cordero, y viene en ayuda de la bestia negra que surge del mar […].
La bestia de los dos cuernos, similar a un cordero, indica la masonería que se ha infiltrado en el interior de la Iglesia [...]. Esta infiltración masónica en el interior de la Iglesia ya había sido predicha por mí en Fátima, cuando les anuncié que Satanás penetraría hasta la cima de la Iglesia. La meta de la masonería eclesial es la de destruir a Cristo y a la Iglesia, creando un nuevo ídolo ; es decir, un falso Cristo y una falsa Iglesia.
La Iglesia conocerá una hora de gran apostasía. El hombre de la iniquidad penetrará en su más íntimo núcleo y se sentará en el trono de Dios, mientras que el resto de los verdaderos fieles estará expuesto a terribles pruebas y persecuciones.
A partir de ese momento, la apostasía se extenderá, puesto que casi todos los hombres seguirán al falso Cristo y a la falsa Iglesia. Entonces estará abierta de par en par la puerta para la aparición del Anticristo."
En sus apariciones en Akita, la Virgen dejó el siguiente mensaje :
"La obra del Diablo penetrará incluso en la Iglesia, de modo que se levantará cardenal contra cardenal y obispo contra obispo. Aquellos sacerdotes que me veneren serán burlados y atacados por sus hermanos. Iglesias y altares serán profanados. La Iglesia será de aquellos que acepten los compromisos, y el demonio llevará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar a un lado el servicio divino."
Podríamos citar muchos más mensajes que hablan sobre la influencia anticristiana en la Iglesia. Por ejemplo : los mensajes que la Virgen dio en sus apariciones en La Salette, las detalladas descripciones de Santa Hildegarda de Bingen sobre el tema ; entre otras informaciones confiables… Todas ellas tienen siempre la misma esencia : al acercarse el final de los tiempos la Iglesia sufrirá un fuerte ataque y estará interiormente dividida ; el espíritu del anticristo llegará hasta la jerarquía eclesiástica ; habrá una gran apostasía y muchos cristianos seguirán al Anticristo ; habrá una falsa iglesia que trabajará en colaboración con el Anticristo.
Crisis de la Iglesia después del Concilio Vaticano II
Siguiendo con el tema de las influencias anticristianas en el interior de la Iglesia, podríamos cuestionarnos dónde se evidencian o dónde se ocultan los elementos anticristianos en Ella.
Si nos fijamos en el tiempo que siguió al Concilio Vaticano II, podremos constatar desastrosos sucesos. Vale aclarar que no se puede responsabilizar al Concilio como tal por estos acontecimientos posteriores. En primer lugar, fue notorio el gran número de sacerdotes y religiosos que abandonó su vocación. Las cifras hablan por sí mismas : entre los años 1962 y 1972, fueron laicizados 21.320 sacerdotes. Entre los años 1967 y 1974 dejaron su ministerio entre 30 y 40 mil sacerdotes. Entre los años 1961 y 1981 el número de religiosas en Canadá disminuyó por aproximadamente 20 mil.
En las universidades de Europa y de Estados Unidos, muchas facultades de teología se convirtieron en sedes de falsa doctrina ; se pusieron en duda o incluso se rechazaron los dogmas de fe, desde la Resurrección de Cristo hasta su presencia real en la Eucaristía ; se negó la existencia del Diablo, afirmando que el infierno, en caso de ser real, está vacío. En los seminarios se empezaron a enseñar las tesis de teólogos como Hans Küng y Eugen Drewermann. Tardó mucho tiempo hasta que el Vaticano les retirara la licencia de enseñar. Mientras tanto, ya habían infectado a muchos con el virus de su falsa doctrina, especialmente a las generaciones de futuros sacerdotes.
En muchos casos, se abusó de la reforma litúrgica llevada a cabo tras el Concilio Vaticano II, para poner en práctica las ideas de cada cual y para que el sacerdote pudiera desarrollar su propio estilo de celebración. Como consecuencia de este abuso, hubo y hay una gran pérdida de trascendencia ; el sentido sacrificial de la Eucaristía pasó a un segundo plano, para destacar el aspecto celebrativo de banquete. Con la intención de hacer que la liturgia sea más comprensible, decayó parte del misterio y se abrió paso a la banalidad. En casi todas partes, se olvidó el latín como lenguaje litúrgico universal, para empezar a emplear casi exclusivamente las lenguas vernáculas. Además, se dio paso a estilos musicales en la liturgia que no solamente son inapropiados ; sino que constituyen casi una caricaturización de las acciones sagradas de la Eucaristía.
También el arte sacro y el estilo arquitectónico de los lugares de culto sufrieron un fuerte menoscabo, y frecuentemente ya no invitaban al hombre a permanecer en devota adoración y admiración. Por ello no es de sorprenderse que hubiese un considerable número de fieles que pedía una "reforma de la reforma", para reconquistar la sacralidad del culto divino. Lamentablemente, el Vaticano frenó y consideró inapropiada esta "reforma de la reforma", que, por cierto, era pretendida también por el Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino.
Si se considera a la liturgia como el corazón de la Iglesia, si se entiende a la recta doctrina como una gran luz, y si se toman a las vocaciones religiosas y sacerdotales como un regalo especial ; entonces no se puede más que asumir que ciertos desarrollos post-conciliares estuvieron influenciados por poderes contrarios a Dios ; poderes que quieren opacar y debilitar la belleza y la claridad de la Iglesia.
Tampoco se puede negar la decadencia moral en la Iglesia. Son pocos los cristianos que todavía cumplen el sexto mandamiento ("No adulterarás"), y son menos aún los que enseñan a los demás a cumplirlo. Encíclicas como Humanae Vitae fueron relativizadas por ciertas Conferencias Episcopales de países europeos, y un gran número de católicos no se atiene a sus normas. Como consecuencia, proliferó el pecado, debilitando el Cuerpo de la Iglesia. Hay que tomar en cuenta que, si los fieles comulgan en ese estado, están cometiendo un sacrilegio. Veamos además cuántos religiosos y sacerdotes atentan contra el celibato.
La crisis de vocaciones, tanto para la vida religiosa como para el sacerdocio, ha cobrado dimensiones dramáticas en algunos países europeos. Los católicos que se atienen al precepto de la Misa dominical constituyen sólo una minoría...
A esto vienen a añadirse el pecado del abuso sexual y las prácticas homosexuales de un considerable número de sacerdotes y seminaristas.
Actualmente se pretende permitir, en ciertos casos, la recepción de la comunión para los así llamados "divorciados vueltos a casar" ; práctica que contradice a la doctrina y a la praxis católica de siempre. Como consecuencia, ha surgido una gran confusión en la Iglesia, que está asumiendo los rasgos de la situación eclesial profetizada en Akita : cardenal contra cardenal, obispo contra obispo… Podríamos decir también conferencia episcopal contra conferencia episcopal.
Todo esto disminuye la fuerza de resistencia de la Iglesia contra el ataque de los poderes anticristianos. Lamentablemente parecen haberse abierto las puertas de la Iglesia para dar cabida a este espíritu en algunos ámbitos. La decadencia de la fe y el relativismo se están extendiendo en la Iglesia, los errores se difunden, y en general la Iglesia no está lo suficientemente armada para enfrentarse al potente y escondido ataque de Satanás.
También el ecumenismo se ha visto influenciado por estos desarrollos negativos en la Iglesia. Es necesario discernir cuidadosamente cuál es el ecumenismo que se está impulsando, para saber si conviene apoyarlo o más bien rechazarlo. El mismo criterio debe aplicarse al diálogo interreligioso. El primer objetivo de nuestros esfuerzos ecuménicos debe ser siempre que la plenitud de la verdad que se encuentra en la Iglesia Católica siga resplandeciendo y no se vea debilitada o relativizada. En lo que respecta al ecumenismo con los protestantes, esto cuenta de manera especial para el plano de la moral, pues la comunidad evangélica oficial parece haber olvidado los fundamentos bíblicos en muchas cuestiones morales. Ejemplo de ello es el hecho de que hay pastores homosexuales que conviven con su pareja del mismo sexo…
Si en el estado debilitado en que se encuentra la Iglesia católica ella llegara a unirse con los protestantes, difícilmente estará en capacidad de elevar el estado moral de aquellas personas ; sino que más bien estará en peligro de adaptarse a esta decadencia.
En cuanto al ecumenismo con la Iglesia hermana de los ortodoxos, hay que tomar en cuenta que ella no mantuvo totalmente en pie la indisolubilidad del matrimonio ; sino que cedió a ciertas presiones del poder civil para permitir segundas nupcias, las cuales no corresponden a las exigencias que un matrimonio sacramental válido requiere.
También hay que discernir con cautela las formas de diálogo interreligioso. Hay que cuestionarse si en este diálogo la Iglesia católica mantiene en pie su misión de anunciar el evangelio ; o si se está poniendo a todas las religiones en un mismo nivel. En el primero de los casos, podría ser una ayuda para fomentar los valores religiosos y humanos que se tienen en común. En el otro caso, en cambio, tales diálogos traerían solamente confusión y relativizarían el mensaje del Señor, estando influenciados por el espíritu anticristiano.
Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la Iglesia está atravesando una crisis y que los poderes de la oscuridad están luchando por fomentar la apostasía, el relativismo, la división y muchas otras cosas.
¡Todo esto nos exhorta a resistir espiritualmente ! Pues si la Iglesia no resiste contra las fuerzas anticristianas que están obrando en el mundo, ¿quién lo hará ?
RESISTENCIA ESPIRITUAL
Considerando la situación crítica por la que atraviesa el mundo, y paralelamente también la Iglesia, debemos emplear todas las formas de resistencia espiritual que estén a nuestra disposición.
Antes de comenzar nuestras reflexiones sobre la resistencia espiritual tanto a nivel general como a un nivel más específico, hace falta destacar un aspecto imprescindible : sólo podremos luchar y permanecer firmes en este combate si nuestra vida se encuentra en orden ante Dios y si aceptamos toda la ayuda que la Iglesia nos ofrece para nuestro camino. Si en algún aspecto aún vivimos en contradicción a las leyes divinas, hemos de arreglar esta situación ante Dios lo antes posible. De lo contrario, le estamos dejando al enemigo una puerta abierta, a través de la cual él podrá debilitarnos e imposibilitar que ocupemos nuestro sitio en el ejército del Señor.
Resistencia general contra los poderes del mal
La Sagrada Escritura no se cansa de exhortarnos a permanecer en vela, pues en nuestros combates no nos enfrentamos a la carne y a la sangre, sino a los príncipes de este mundo, a los espíritus malignos que se encuentran bajo el cielo. El apóstol San Pablo nos describe detalladamente la armadura de Dios con la que podremos rechazar los ataques del maligno. Tomando la imagen de un soldado romano de ese entonces, el Apóstol presenta valiosos consejos para el enfrentamiento espiritual. Nos muestra las armas con las que debemos luchar de forma consciente : la verdad, la fe, la palabra de Dios como espada, la justicia, el anuncio del Evangelio, el yelmo de la salvación y la exhortación a la oración continua (cf. Ef 6,10-18).
Entrar en la batalla sin temor
En primer lugar, debemos dejar atrás cualquier forma de miedo que podemos sentir ante la terrible amenaza que nos sobreviene y que en un futuro podría agravarse aún más. Si el Señor pide a los suyos que se mantengan firmes en esta lucha, por supuesto que no nos dejará solos, sino que Él mismo es el escudo de sus fieles.
El Apóstol de los gentiles escribe a los filipenses que debemos luchar por la fe y no dejarnos intimidar por nuestros contrarios (cf. Fil 1,27-28). No olvidemos que este combate no tiene un final incierto, sino que su desenlace será indudablemente la victoria de Cristo. Ésta es segura, pero debe realizarse a través de una inevitable confrontación.
Pedir valentía y el don de la fortaleza
Podemos pedirle particularmente al Señor que nos infunda valor, y que el Espíritu Santo haga crecer en nosotros el don de la fortaleza, puesto que tendremos que resistir en diversas dimensiones e incluso ocasionalmente tendremos que atrevernos a irrumpir en territorio enemigo.
A medida que el reino anticristiano vaya creciendo, los fieles se reducirán a una minoría y serán marginados. En la opinión pública los cristianos serán considerados enemigos de la corriente política, de manera especial en lo que respecta a las implicaciones morales de la fe.
La verdad será opacada cada vez más y ya no se la querrá escuchar, para evitar confrontarse a sus exigencias. El espíritu del relativismo, que rechaza toda verdad absoluta y pretende quitarle su fuerza, lo envolverá todo en una niebla de indiferencia.
Permanecer firmes en la verdad y dar testimonio de ella
Debemos atestiguar la verdad con valentía y prudencia, y permanecer firmes en ella, incluso si tenemos que sufrir desventajas por su causa. Al final, la verdad saldrá victoriosa. Nosotros, por nuestra parte, hemos de mantenernos firmes en ella.
Esto aplica también para los conflictos que se dan en el interior de la Iglesia. No debemos corresponder a aquello que a las personas les agrada escuchar ; sino que hemos de hacer y decir aquello que es verdadero y que es la voluntad de Dios. En este sentido, los respetos humanos son un gran obstáculo, que evidencian una dependencia del reconocimiento de las personas, que nos privan de la libertad o al menos disminuyen nuestra fuerza para atestiguar la verdad.
Pero el testimonio de la verdad no se reduce únicamente a rechazar y corregir la mentira, sino que también significa anunciar la verdad hacia la gente, enfrentándonos así contra el reino del mal de forma activa. Es Jesucristo quien salva a las personas, y "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (cf. Hch 4,12). Si el anuncio del Evangelio es fundamental en cada época de la historia, tanto más importante lo es ahora, en estos tiempos de creciente oscuridad anticristiana ; pues cuando el Anticristo haya asumido ya el dominio, será muy difícil, por no decir imposible, encontrar espacios para evangelizar libremente. Muchos caerán en confusión y la injusticia será dominante.
Entonces, podemos decir que la primera medida para nuestra resistencia espiritual a nivel general es la de multiplicar nuestros esfuerzos por llevar el Evangelio a las personas.
Empuñar la espada del Espíritu
El término "espada" se refiere a la palabra de Dios y, en consecuencia, también al discernimiento de los espíritus. Se trata de que, con la ayuda de la palabra de Dios y bajo la guía del auténtico Magisterio de la Iglesia, sepamos reconocer y señalar las mentiras, las verdades a medias y los errores con la fuerza del Espíritu Santo. Al dirigirnos al mundo, esto es relativamente fácil, puesto que estamos acostumbrados a ser "signo de contradicción" ; pero es más difícil hacerlo en el entorno eclesiástico.
Sin embargo, bajo ningún pretexto podemos cerrar nuestros ojos y callar cuando detectemos errores que se hayan infiltrado en la Iglesia y que ejercen su influencia sobre los fieles.
Gracias a Dios, tenemos una doctrina clara en la Iglesia, que nos permite identificar cualquier corriente que se desvíe de ella. El Señor mismo nos ha regalado esta doctrina como armadura y orientación para el camino que nos conduce a través del tiempo. Aquellos que enseñan doctrinas que no corresponden al Magisterio, han de rendir cuentas ante la verdad misma, especialmente cuando ocurre dentro de la Iglesia Católica, en la cual existe una clara verdad doctrinal que todo católico está obligado a acoger. Por ello no puede darse en la Iglesia una falsa actitud de sumisión ; en la que aquellos fieles que se atienen a la Tradición tengan que justificarse ante los que enseñan doctrinas erróneas.
Empuñar la espada del Espíritu, atestiguando la verdad en humildad, significa saber que no somos dueños de la verdad ; sino que estamos al servicio de la verdad.
Entonces, la segunda medida general para esta resistencia espiritual es saber discernir claramente los espíritus, basados en la Sagrada Escritura y en el Magisterio de la Iglesia.
Fortalecer nuestra vida espiritual
En su descripción de la armadura de Dios, San Pablo nos exhorta a orar incesantemente. Probablemente habrá pocas personas que sepan poner esto en práctica al cien por ciento. Por ello, pueden surgir las preguntas : ¿qué es la oración incesante ?, ¿cuáles de sus aspectos podemos poner en práctica nosotros ?
Si integramos esta exhortación como un componente esencial para nuestra vida espiritual, nuestro espíritu se fortalecerá y se orientará más hacia Dios, permitiéndole entrar más profundamente en nosotros. La disciplina de nuestro orden espiritual es de suma importancia en tiempos de combate.
En tiempos de guerra hemos de estar más vigilantes que en tiempos de profunda paz, en que parece ser lo más normal la vida y no se siente amenaza alguna. Al vivir en un estado de vigilante atención, nos fijaremos atentamente en la forma en que llevamos nuestra vida interior y exterior.
La vigilancia nos llama a una ascesis que evita las distracciones innecesarias o incluso destructivas. Nos exige no exponernos innecesariamente a los peligros de la vida mundana ; nos pide ser cuidadosos en el trato con las personas, y abstenernos de aquello que reclame demasiada atención. Al mismo tiempo, la vigilancia nos dará el valor para el ayuno y el sacrificio.
Todo esto ayudará al gran objetivo de convertirnos en una saeta del amor y de la verdad en manos de nuestro Padre. Para ello, será esencial la oración constante, que nos impulsará a pensar en el Señor en nuestros momentos libres y a permanecer en una oración interior. ¡No olvidemos que se trata de un combate espiritual ! Cada oración y cada momento en que permanezcamos interiormente con el Señor nos fortalecerá, y le permitirá a Dios obrar a través nuestro y traer orden a nuestra alma.
¡Intentemos realizar todas nuestras obligaciones y tareas en el espíritu del Señor ! Así podremos corresponder a la exhortación de San Pablo de orar incesantemente.
Entonces, la tercera medida general para este combate espiritual es tener la mejor disposición posible para el enfrentamiento.
Podrían añadirse muchos elementos más a este equipamiento para el combate consciente contra el espíritu del Anticristo, que también suelen ser mencionados en las así llamadas revelaciones privadas. Lo esencial será que defendamos en el espíritu de Dios al Señor, a la Iglesia y a los valores cristianos, y que no nos cansemos de dar testimonio del Evangelio.
Queda claro que sólo podremos prevalecer en este combate si permanecemos en el Señor, y Él mismo nos ha asegurado que estará con nosotros hasta el fin del mundo (cf. Mt 28,20). ¡Podemos confiar sin reservas en esta Palabra de Dios !
La creciente influencia de las fuerzas anticristianas no debe asustarnos ; antes bien ha de despertarnos, para que podamos asumir toda nuestra responsabilidad.
¡La victoria es del Señor !