El conmovedor testimonio de una joven judía conversa que conmueve al mundo, me ha dejado perplejo... ¿Cómo puede una mujer perseverar en la fe en tanto sufrimiento? JONI SEITH, ha descubierto esa paradoja de la vida cristiana: el valor salvífico y redentor del dolor y la tribulación.
Lo cierto es que en nuestra "cultura de la muerte" es sorprendente y maravilloso encontrar testimonios como éste. Se trata de una mujer, nacida judía, conversa al catolicismo "por gracia", que ha hecho el lema de su vida el "todo es gracia" del que nos habla San Pablo, hasta el límite de afirmar que su terrible enfermedad también lo es.
A veces podríamos pensar que la felicidad empieza allí donde termina el sufrimiento. Y así postergamos para un mañana que probablemente nunca llegará nuestra decisión de amar y ser felices. Pero Joni Seith, una joven judía conversa al catolicismo, ha descubierto esa paradoja de la vida cristiana: el valor salvífico y redentor del dolor, y su sufrimiento, una penosa enfermedad degenerativa del sistema óseo, se ha convertido para ella una "gracia" que testimonia al mundo entero.
Buscar a Cristo con los cinco sentidos
Nacida en una familia en la que el judaísmo era más cultural que religioso, de pequeña participaba con agrado de las diversas tradiciones hebreas. Sin embargo, entrada a la adolescencia, lleva una vida "bastante mundana" pues, "¿Quién necesita la religión o a Dios?".
Unas extrañas pesadillas, su desencanto de la vida que llevaba, la depresión unidas al testimonio de fe y paz con el que su abuela dejó este mundo hacen que Joni se fuera "de compras por las iglesias" de diferentes denominaciones para encontrarse con el Mesías.
"Finalmente entré en una Iglesia Católica para ver lo que tenía que ofrecer. Llegué durante su celebración y de inmediato me sentí cómoda. Muchos de los gestos eran una reminiscencia de la adoración en el templo. Me gustó la reverencia, la lectura del Antiguo Testamento y los salmos. Todo parecía kosher. Incluso se celebró algo que se parecía mucho a la cena de Pascua. Entonces sucedió algo que cambió mi vida para siempre. Campanas sonaron y el celebrante tomó en sus manos un círculo blanco. Mientras mantenía el misterioso disco en alto para que todos lo vieran, mis ojos se abrieron. Vi la Verdad por primera vez. "¡Señor mío y Dios mío!" proclamé con todo mi ser, y lloraba. Estaba en casa. Inmediatamente fui a ver a mis padres y les dije que me convertía al catolicismo. Lo habían visto venir, pero imaginaron que éste capricho pasaría.
Tras recibir el bautismo y contraer matrimonio que la bendijo con cuatro hijos, Joni comienza a experimentar la crudeza de su enfermedad. "La endometriosis se hizo tan debilitante que tuvieron que hacerme una histerectomía completa a la edad de treinta y dos años. Allí los doctores descubrieron que mi densidad ósea era la de una mujer de ochenta años de edad. A partir de ese momento, mi cuerpo parecía desmoronarse".
La perspectiva de llevar una vida marcada por el sufrimiento era algo que Joni no aceptaba. Y el padecimiento comenzó a agravarse. "Fui diagnosticada con fibromialgia". Pese a la terapia "me encontré sin siquiera poder levantarme del sofá."
Posteriormente, los médicos le diagnosticaron una rara enfermedad genética del tejido conectivo llamada síndrome de Ehlers Danlos. Losl músculos y los tejidos conectivos unidos a la base de su columna vertebral se habían soltado de los huesos de la espalda inferior.
LA GRACIA VINO
"Todo lo que podía hacer era rezar. Y Dios me respondió. Mientras estaba acostada en el sofá, sentí desesperación. Pero Dios me permitió ver la desesperación a través de los ojos de una persona con fe. Aprendí en un instante lo que la fe era, y la fe en Dios hace la diferencia en la vida de las personas.
"La Gracia vino. La gracia de creer en Aquel que me amó más que nadie me amaba. La gracia de aceptar que mi enfermedad permanecería hasta que Él creyera que estaba lista para sanarme. La gracia de confiar en Él, que sabía mejor que nadie cómo quería usarme para mi bien. Y Él me regaba con su paz. Con este nuevo conocimiento acepté el deterioro de mi salud. A pesar de que la enfermedad causó estragos en mi cuerpo, no robó mi paz. El dolor no disminuyó pero ahora tenía la oportunidad de llevarlo mejor. Dios me enseñó'qué ofrecer'. Había escuchado la expresión, pero ahora Él quería que yo la viviera".
Así, y a pesar de su condena a estar postrada en un sofá, Joni sintió que podría pintar camisetas con mensajes católicos desde allí. Su fe, su esfuerzo y el apoyo de su esposo y de unos amigos hicieron que naciera su hoy próspero negocio.
Mientras tanto, su salud siguió disminuyendo. Ahora tenía la densidad ósea de una mujer de noventa años. Su pie se rompió mientras salía de la iglesia. Se rompió el esternón mientras estaba durmiendo. "Había confiado en Dios antes, pero ahora había llegado el momento de confiar realmente en Él".
Posteriormente se dedicó a escribir un libro sobre la vida de los santos para niños. "¡Él no iba a dejar que perdiera la cabeza como estaba perdiendo mi cuerpo! Cuanto peor me sentía, más me inspiraba lo que iba a dibujar y escribir. Dios me dio el regalo de mis obras de arte y nuestro negocio de camisetas para mantenerme cuerda".
Las “muertes misericordiosas”, robo de una bendición
La experiencia de Joni la lleva a rechazar la eutanasia. “A través de estos desafíos, Dios me dio una conciencia de lo que las llamadas 'muertes misericordiosas' están robando a los enfermos y a los ancianos. La mentalidad de la 'cultura de la muerte' está tratando de romper la relación íntima con Jesucristo, del sacrificio de amor que Él espera de aquellos que sufren. Este mundo quiere robar nuestra paz, nuestra alegría y la unión de nuestros sufrimientos con Él. Este mundo quiere robar nuestra oportunidad de amar como Jesús ama. Pero gracias a Dios, Jesús me guardó de que el mundo me robe esa bendición. Él me enseñó lo que significa 'qué ofrecer'. Todo lo que necesitamos hacer es pedirle que derrame su gracia sobre nuestros hermanos para ofrecer nuestro dolor y enfermedades, nuestras decepciones así como nuestras alegrías por el bien de los demás. Dios nos ama tanto que Él nos quiere introducir en el sacrificio amoroso de su cruz, el instrumento de su amor y gracia, su paz y vida en nosotros -el misterio de su Sacratísimo Corazón. Es una gran lección que aprender”.