A continuación presentamos extractos del artículo de Germán Mazuelo-Leyton, en AF.
I. Llena de Dios
Es sumamente importante comprender el alcance del saludo que Dios dirige a la doncella María de Nazaret, por medio del Arcángel San Gabriel. El momento es trascendental ya que se van a cumplir las promesas y las esperanzas que se citan profusamente en el Antiguo Testamento y que se pueden resumir en la venerada llegada del tan esperado Mesías.
El Arcángel dijo a María: "Salve, llena de gracia; el Señor es contigo,[1] y con estas emocionantes expresiones saludamos a la Virgen en su « Ave maría ».
En el saludo del ángel, hay tres afirmaciones básicas:
1. el saludo de Dios a María,
2. la selección de María como la más amada, la más favorecida, la más llena de gracia divina entre las criaturas,
3. la mayor posible dádiva de la vida de Dios que se verifica en María, con gran distancia entre las demás criaturas.
El saludo Dios te salve o alégrate [griego], corresponde a la expresión « la paz sea contigo » típicamente hebrea.
Más el texto griego de Lucas podría traducirse como una redundancia: La gracia contigo, que has recibido la gracia. Redundancia buscada para expresar que María es la criatura más amada, más favorecida, más enriquecida, más acercada, más parecida a la Divinidad.
Enseña el Aquinate: A la Bienaventurada Virgen se dice « llena de gracia » en tres sentidos:
Primero, en cuanto al alma, en la que tuvo toda la plenitud de la gracia. Pues la gracia de Dios se da para dos fines: para obrar el bien y para evitar el mal, y en cuanto a estas dos cosas la Bienaventurada Virgen tuvo una gracia perfectísima. Pues ella evitó todo pecado más que santo alguno después de Cristo. Pues el pecado o es el original, y de éste fue purificada en el seno materno; o es el mortal; o el venial; y de éstos estuvo libre.
En segundo sentido, estuvo llena de gracia en cuanto a su redundancia del alma en la carne o el cuerpo. En Lc 1,35 se dice: Pues el Santo, que nacerá de ti, se llamará Hijo de Dios.
En tercer sentido, en cuanto a su redundancia respecto de los hombres. Pues es grande en cualquier santo el tener tanta gracia que baste para la salvación de muchos; pero si (alguno) tuviese tanta que fuera suficiente para la salvación de todos los hombres del mundo, esto sería lo máximo: esto es lo que ocurre en Cristo y en la Bienaventurada Virgen.
Así pues, está llena de gracia y excede a los ángeles en la plenitud de la gracia; y por esto se la llama convenientemente María, (nombre) que se interpreta « iluminada en sí (misma) ».[2]
Dios está con todas las criaturas que no le desprecian y expulsan voluntariamente. Luego, de éstos se puede decir « El Señor está contigo ». Pero Lucas con su repetición subraya sin lugar a dudas, que María tuvo al Señor con Ella, no en la proporción de los demás hijos de Adán, sino en una proporción excepcional que ni antes ni después ha repetido la historia con criatura alguna.
Acá llega, como iluminación, el misterio y el dogma de la Inmaculada Concepción. Adán y Eva nacieron sin pecado, más, luego pecaron gravemente. Todos los demás nacidos de mujer nacieron en pecado original, es decir, bajo el reinado del diablo y con ausencia de Dios. De esta situación no se libraron ni los Patriarcas ni los Profetas ni los Justos de todos los tiempos; hubo una única e irrepetible excepción: fue la de María.
Todos han y hemos sido súbditos de Satanás, quien nos ha dominado hasta nuestro bautismo; entonces fue expulsado de nuestra alma, y quizás lamentablemente recibido hartas veces cuantas fueron nuestros pecados.
Dios está contigo María, siempre. No le perdiste jamás como le perdimos los demás. Estuvo contigo cuando fuiste engendrada en el seno de Ana; contigo ahora que eres la Reina de la Creación en el Paraíso de Dios.
La excepción de María en contraer el pecado original, la deuda universal de Adán, fue por su elección para Madre de Dios. ¿Cómo podría permitir Dios que el seno que iba a ocupar su Hijo Salvador, durante nueve meses, hubiera sido cuna y trono del enemigo de las almas?
En la visita del Arcángel, Dios desea revelar al mundo entero la calidad extraordinaria de María, la doncella que eligió para Madre del Hijo del Altísimo, poseedor del trono de David su padre, que reinará eternamente en la casa de Jacob.
Por estas poderosas'razones, Dios asegura a María: el Señor está contigo. Contigo está la gracia, Tú que has recibido la gracia. Saludo que no se puede repetir porque está creado sólo a la medida de la dignidad de María.
Nuestra Señora le reveló a Santa Matilde: Las palabras: llena de gracia, expresan que el Espíritu Santo me colmó de tantas gracias, que puedo comunicarlas con abundancia a quienes las piden por mediación mía.[3]
Dice Santo Tomás de Aquino: Cuanto más se acerca un alma a Dios y lo atrae con más fuerza, tanto más se eleva en gracia, y más rápida es su ascensión. En esta forma, el crecimiento de María, a partir de una santidad que en su origen sobrepuja ya a la de todos los santos juntos, se presenta como el más vertiginoso que jamás haya existido.[4]
« La verdadera devoción a la Virgen es santa, es decir, lleva al alma a evitar el pecado e imitar las virtudes de María; y particularmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su mortificación en todas las cosas, su pureza divina, su caridad ardiente, su heroica paciencia, su dulzura angelical y su sabiduría divina; he aquí las diez principales virtudes de Nuestra Señora ».[5]
De éstas, se puede decir que las tres principales virtudes de María son la fe, la humildad y la pureza, tres virtudes claves que a los ojos del Santo de Montfort, adquieren un alcance teologal: la fe con seguridad, pero también la humildad y la pobreza. Las tres, asociadas en María a « sus súplicas frecuentes y amorosas » han tenido como efecto no solamente « llegar a Dios », alcanzarlo, sino más fuerte aún « cautivarlo », seducirlo como vencerlo. « Su humildad profunda hasta el anonadamiento le encantó, su pureza enteramente divina, lo cautivó: su fe viva y sus plegarias (…) hicieron violencia ».[6]
El mismo Vaticano II, afirma que Nuestra Señora por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo.[7]
La salutación angélica resume, en la más concisa síntesis, toda la teología cristiana sobre la Santísima Virgen. En el avemaría encontramos una alabanza y una invocación. La alabanza contiene cuanto constituye la verdadera grandeza de María…[8] contiene la fe y la esperanza de los patriarcas, de los profetas y de los apóstoles. Es la constancia y la fortaleza de los mártires, la ciencia de los doctores, la perseverancia de los confesores y la vida de los religiosos. Es el cántico nuevo de la ley de la gracia, la alegría de los ángeles y de los hombres y el terror y confusión de los demonios.[9]
Todos los herejes, que son hijos del diablo, y que llevan las señales evidentes de la reprobación, tienen horror al avemaría; aprenden el padrenuestro, pero no el avemaría y preferirían llevar sobre sí una serpiente antes que un Rosario.[10]
II. « Nueva teología », y « teología basura »
Es repudiable el hecho de que tantas personas se autonombren « teólogos », como uno lee en muchos blogs y portales. Los maestros de teología en Roma, antes de otorgar dicho título, acostumbran verificar la investigación de un argumento teológico, compartirla con los estudiantes y, sólo después de esa confrontación en el aula, publicar el producto de su trabajo. Eso los hace teólogos, es decir después de muchos méritos científicos.
Es evidente durante su misma verificación y sobre todo después del Vaticano II, que éste, desembocó en una legión de errores y horrores. Se abandonó la tradición escolástica y tomista acerca de la ley natural, « fundada en las Escrituras », por nuevas modas de pensamiento científico, teológico y eclesiástico. Las « reformas » litúrgicas postconciliares, afectaron profundamente al Santo Sacrificio de la Misa, el calendario litúrgico y la música sagrada, y alteraron asimismo otras acciones litúrgicas, los sacramentos y ritos católicos.
Una batalla entre la verdad y la mentira, entre Nuestro Señor Jesucristo y el diablo, normalmente invisible e inaudible, pero real, se verifica año tras año, siglo tras siglo, día tras día: es en realidad una lucha espantosa, sangrienta, indeciblemente dura y cruel, y al mismo tiempo grandiosa, maravillosa, llena de la gloria del poder de Cristo Rey, el Salvador del mundo.
« Impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22) ».[11]
Mientras que la mariología consiste en el estudio teológico de la Santísima Virgen María, según las fuentes de la Revelación: Sagrada Escritura y Tradición- según lo enseña la Iglesia, la liturgia y el culto o devoción, la ideología eco-feminista desconstruyó, de mano de la teología de la liberación los dogmas tradicionales marianos de la fe cristiana, despojando a la Madre de Dios de todas sus prerrogativas, títulos, e incluso de sus virtudes naturales y sobrenaturales.
Las corrientes teosóficas / New Age incluyen a la Señora y Maestra Ascendida, la Madre María, quien proviene del reino angélico y fue elegida por el Padre-Madre Dios para dar a luz al Cristo. Una distorsionada devoción a María Santísima que sustenta todo un conjunto doctrinal marianista -como ellos dicen- en contraposición la a mariología que según dicha corriente « exalta lo femenino y maternal, pero lo subordina al factor masculino ». Fuerzas ocultas de la maldad que buscan seducir a la mujer para conseguir sus propósitos de división y perdición.
Dedos de una misma mano que aspiran a convertir a Santa María en modelo de mujer revolucionaria, en Virgen extraterrestre, o, en la impostora que oculta detrás de su imagen, otras deidades femeninas aplastadas por el cristianismo.
En ese tránsito hábil, consistente y agresivamente elaborado, en un contubernio diabólico entre el marxismo, la teología de la liberación, el nuevaerismo, el indigenismo y el eco-feminismo, que en una desconstrucción de la mariología buscan en definitiva sacar de escena a la Santísima Virgen.
Manipulación, de una « Nueva Era de ladrones de almas », de piratas « marianistas » que llevan adelante perversamente la desconstrucción de la mariología sabiendo que al quitar del alma católica la verdadera devoción a María, camino seguro a Jesús, se abre el espacio para rendir culto a cualquier cosa.
[1] SAN LUCAS 1, 28.
[2] Cf.: DE AQUINO, Santo TOMÁS, Exposición de la salutación angélica llamada ordinariamente Avemaría.
[3] Cf.: DE MONTFORT, San LUIS MARÍA, El secreto admirable del Santísimo Rosario.
[4] In Ep. ad Heb., X, 28.
[5] DE MONTFORT, San LUIS MARÍA, Tratado de la Verdadera Devoción, n° 108.
[6] Cf. DE MONTFORT, San LUIS MARÍA, Amor a la Sabiduría eterna, n° 107.
[7] Lumen Gentium, 63.
[8] MONTFORT, San LUIS MARÍA GRIGNION, El secreto admirable del Santísimo Rosario, 44.
[9] Ibid., 45.
[10] Ibid., 50.
[11] Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 675.