El error fundamental del sistema financiero actual es que todo el dinero existente ha sido creado por los bancos como una deuda ; las instituciones de crédito crean nuevo dinero, dinero que no existía anteriormente, cada vez que hacen un préstamo. Estos préstamos deben regresarse a estas instituciones pero incrementados con interés.
Aún las monedas y los billetes que, en Canadá, son emitidos respectivamente por el Canadian Mint y el Banco de Canadá – dos instituciones pertenecientes al Estado – son puestos en circulación únicamente cuando han sido prestados a interés por bancos privados. Y es precisamente este interés, que es cargado al dinero original, el que crea el problema, una imposibilidad matemática para pagar el préstamo : el banco crea lo que presta, pero no crea el interés que debe regresarse al pagar el préstamo.
Por ejemplo, supongamos que el banco le presta $100.00 con un 10% de interés. El banco crea los $100.00 pero espera que usted le pague $110.00. Usted puede regresar $100.00 pero no $110.00. Los $10.00 no existen, dado que el banco es el único que tiene derecho a crear el dinero y creó únicamente $100.00 no $110.00. La única forma de pagar $110.00 es pidiendo prestado los $10.00 restantes… y su problema sigue sin resolverse, sólo ha empeorado : ahora usted le debe al banco $110.00 más un 10% de interés lo cual hace un total de $121.00… y los años pasan y la deuda crece y crece y no hay forma de salir de ella.
Algunos prestatarios, tomados de manera individual, pueden arreglárselas para pagar sus préstamos completamente, tanto el préstamo base como el interés, pero no todos pueden hacerlo. Si algunos logran regresar los $110.00 cuando recibieron únicamente $100.00 es porque tomaron los $10.00 puestos en circulación a través de préstamos otorgados a otros prestatarios. Pero para que otros puedan pagar los préstamos deben declararse en quiebra. Y es sólo cuestión de tiempo para que a todos los prestatarios, sin excepción, les resulte imposible pagar sus deudas.
Es importante notar que, aún con una tasa de interés del 1%, la deuda sigue resultando impagable, ya que, de los $100.00 que pidió prestados debe regresar $101.00, pero sigue habiendo únicamente $100.00 en circulación. Esto significa que cualquier interés cargado al nuevo dinero – aún del 1% - es usura.
Algunos me dirán que si no deseamos endeudarnos basta con no pedir prestado. Pero si nadie le pidiera al banco, simplemente no habría ningún dinero en circulación ya que para poder tener dinero circulante en el país – por lo menos algunos dólares- alguien- un individuo, corporación o gobierno – deben pedir prestados estos dólares del banco a interés. Y este dinero que el banco presta no puede permanecer en circulación indefinidamente, debe ser regresado al banco en la fecha límite y regresado con interés obviamente.
Deudas impagables
Esto significa que tan sólo para mantener la misma cantidad de dinero en circulación, año tras año, las deudas impagables deben acumularse. En el caso de las deudas públicas, los bancos se satisfacen en la medida en que se paguen los intereses correspondientes. ¿Es este un favor que nos hacen ? No, esto únicamente retrasa el impasse financiero por un tiempo, después del cual, hasta los intereses resultarán impagables.
Si las deudas no se amontonan, no habría dinero en el país. Así que no debe sorprendernos ver que las deudas públicas de todas las naciones hayan alcanzado proporciones astronómicas. Tomemos a Canadá : su deuda pública que era de 24 mil millones en 1975, ascendió a los 200 mil millones en 1995, con cargos de interés de 49 mil millones por año o una tercera parte de todos los impuestos recaudados por el Gobierno Federal. Si añadimos a esto las deudas de las provincias, de las corporaciones y de los individuos, el total de la deuda de Canadá sería de más de 280 mil millones de dólares. Aunque se tomara todo el dinero existente en Canadá, aún el dinero de las cuentas de ahorro, no sería suficiente para pagar la deuda. Y la misma situación prevalece en todos los países del mundo.
Matemáticamente es imposible pagar la deuda pública ya que está hecha de dinero que no existe. Muchos países del Tercer Mundo están siendo afectados por este absurdo y no pueden pagar sus deudas. De hecho, los préstamos hechos a los países tercermundistas, en lugar de ayudarlos, los empobrecen aún más, dado que tienen que pagar más dinero del que les fue prestado, lo que provoca la restricción de dinero para la gente condenándolos a vivir en la miseria y en la hambruna.
Pero, ¿puede sobrevivir un país sin los préstamos pedidos a los bancos en forma de dinero deuda ? Sí y es muy fácil entenderlo. No es el banco el que le da el valor al dinero sino la producción del país. Sin la producción de todos los ciudadanos del país los bancos resultarían inútiles. En realidad, dado que el nuevo dinero está basado en la producción de la sociedad, este dinero también le pertenece a la sociedad. Lo que se necesita, por tanto, es simple justicia a través de la cual, sea la sociedad la que emita el dinero – libre de interés – y no los bancos. En lugar de tener un dinero creado por los bancos, un crédito bancario, tendríamos un dinero creado por la sociedad, un crédito social.
Nuestro Señor arroja a los cambistas del Templo
Como Louis Even escribió en el capítulo anterior : "El interés con que se carga al dinero desde su origen es ilegítimo, absurdo, antisocial y anti aritmético." Por lo tanto, el cargar al dinero con intereses es un hecho que no está justificado. De hecho, el único pasaje en la Biblia donde se menciona que Jesús usó su fuerza, fue cuando arrojó a los cambistas del Templo utilizando látigos y tirando sus mesas (Cf. Mt 21, 12-13 y Mc 11,15-19) precisamente porque estaban prestando dinero con interés.
En aquel tiempo existía una ley que decía que tanto el diezmo como los impuestos del Templo podrían pagarse únicamente bajo una cierta moneda llamada "el medio siclo del santuario", de la que los cambistas se las habían arreglado para obtener el monopolio. Existían diferentes monedas en ese tiempo, pero la gente tenía que obtener esta moneda en particular para pagar el impuesto del Templo. Más aún, las palomas y los animales que llevaban para el sacrificio únicamente podían comprarse con esta moneda que los cambistas canjeaban a los peregrinos, pero a un costo dos veces más elevado que el normal. Así que Jesús tiró sus mesas y dijo : "Mi casa será llamada casa de oración, mas vosotros la hacéis cueva de ladrones."
En su libro Money and its True Function (El Dinero y su Función Verdadera), F.R. Burch tiene el siguiente comentario sobre el mismo texto : "En la medida en que Cristo confinó sus enseñanzas al ámbito de la moral y la rectitud, no era molestado. No fue sino hasta que acometió contra el sistema económico establecido y arrojó a quienes estaban sacando ventaja tirándoles sus mesas que fue condenado. Un día después, fue cuestionado, traicionado al siguiente, enjuiciado en el tercero y crucificado en el cuarto."
La enseñanza de la Iglesia
La Biblia contiene diversos textos que claramente condenan el préstamo de dinero a interés. Más aún, más de 300 años antes de Cristo, el gran filósofo griego Aristóteles también lo condenó, señalando que "el dinero, siendo naturalmente infértil, es absurdo pretender que genere más dinero". Los Padres de la Iglesia, desde tiempos remotos, siempre denunciaron inequívocamente, la usura. Santo Tomás de Aquino en su Summa Teológica (2,2, Q.78) resumió la enseñanza de la Iglesia al respecto : "Está escrito en el libro de Éxodo (22,24) "Si prestas dinero a alguien de mi gente que es pobre, no seas duro con ellos extorsionándolos, ni los oprimas con usura." Quien se vale de la usura para prestar dinero actúa injustamente, ya que está vendiendo lo que no existe y tal acción evidentemente constituye una desigualdad y consecuentemente, una injusticia… De lo que sigue, por tanto, que es un error en sí mismo, poner un precio (usura) por el uso del dinero prestado y es en el caso de otras ofensas contra la justicia que es deber de uno el restituir el dinero así injustamente adquirido."
En respuesta al texto en el Evangelio de la parábola de los talentos (Mt. 25,14-30 y Lc 19,22-27) que a simple vista parecen justificar el interés : "Siervo malo y perezoso… ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco para que lo hubiera recobrado con intereses a mi llegada ?" Santo Tomás de Aquino escribe : "El interés mencionado en el Evangelio debe tomarse en sentido figurado ; se refiere a los bienes espirituales adicionales que Dios nos pide, quien quiere que nosotros siempre hagamos un mejor uso de los talentos que nos ha confiado, siendo esto para nuestro beneficio y no para el Suyo."
Así que este texto del Evangelio no puede justificar el interés ; como Santo Tomás dice, "un argumento no puede basarse en expresiones figurativas."
Otro pasaje de la Biblia que presenta dificultades es Deuteronomio 23,20-21 : "No exigirás interés de tu hermano sobre un préstamo de dinero, o alimento, o cualquier otra cosa. Le pedirás interés al extranjero, pero no a tu hermano." Santo Tomás explica :
"A los judíos se les prohibía pedir interés a sus "hermanos", esto es, a otros judíos, exigir interés sobre un préstamo a cualquiera es malo, estrictamente hablando, ya que uno debe considerar a todo hombre como "su prójimo y su hermano", especialmente de acuerdo a la ley evangélica que debe regir a la humanidad. Así que el salmista, hablando del hombre justo, dice sin reservas "quien no presta su dinero a usura" (14,4) y Ezequiel (18,17) "un hijo que no acepta interés o usura".
Si a los judíos se les permitía pedir interés a los extranjeros, escribió Santo Tomás, era para evitar un mal mayor, por miedo a que pudieran cargar con intereses a otros judíos, los adoradores del verdadero Dios. San Ambrosio, comentando sobre el mismo texto, le da a la palabra "extranjeros" el significado de "enemigos" y concluye : "Uno debe buscar interés de aquel a quien legítimamente quiere dañar."
San Ambrosio también dijo : "¿Qué es la usura, sino el asesinar a un hombre ?"
San Juan Crisóstomo : "Nada es más vergonzoso o cruel que la usura."
San Leo : "La avaricia que clama obligar al prójimo a hacerle un bien mientras que se le engaña es injusta e insolente… Aquel quien, entre las otras reglas de piadosa conducta, no preste su dinero a usura, gozará del descanso eterno… mientras que los que se enriquecen en detrimento de los otros, en cambio, vivirán la eterna condenación."
En 1931, en el Concilio de Viena, el Papa Clemente V declaró nula e inválida toda legislación secular a favor de la usura, y "todo aquel que caiga en el error de obstinadamente mantener que la usura no es pecaminosa, deberá ser castigado por hereje."
El 1 de noviembre de 1754, el Papa Benedicto XIV emitió una carta encíclica Vix Pervenit, dirigida a los Obispos de Italia, referente a los contratos, en donde la usura, o préstamo de dinero con interés está claramente condenada. El 29 de julio de 1836, el Papa Gregorio XVI hizo extensiva esta encíclica a toda la Iglesia :
"La clase de pecado llamado usura, que recae en un préstamo, consiste en el hecho de que alguien, bajo la excusa del mismo préstamo – que por naturaleza requiere que sea devuelto en la misma cantidad en la que se recibió – exige recibir más de lo debido, conservando consecuentemente de este modo, una utilidad. Es por esta razón que cualquier ganancia de este tipo es ilícita y usurera.
Y para no poner sobre uno mismo esta nota infame, es inútil decir que la ganancia no es excesiva sino moderada, que no es grande sino pequeña… Para objeto de la ley, es necesaria la igualdad entre lo que se prestó y lo que se devuelve…
Consecuentemente, si alguien recibe más de lo que prestó, está obligado por la justicia conmutativa a la restitución…"
La enseñanza de la Iglesia sobre esta materia es bastante clara, pero, tal y como Louis Even escribió : "A pesar de toda la enseñanza cristiana señalando lo contrario, la práctica se ha abierto tanto camino que, para no perderse en la competencia furiosa sobre la fertilidad del dinero, todos tenemos que comportarnos como si fuera natural que el dinero engendre dinero. La Iglesia no ha abrogado sus leyes, pero le ha resultado imposible insistir en su aplicación."
Banca Islámica
Al respecto es interesante considerar la experiencia de los bancos islámicos : el Corán, -su libro sagrado- prohíbe la usura, tal como lo hace la Biblia católica. Pero los musulmanes toman sus palabras seriamente y han establecido desde 1979 un sistema bancario que se conforma con las leyes del Corán : los bancos islámicos no cargan interés ni sobre sus cuentas corrientes ni sobre sus depósitos. Ellos invierten en negocios y le dan la parte de las ganancias a los depositantes. Este no es un sistema de Crédito Social implementado en su totalidad, pero, por lo menos, es más que un valioso intento para poner al sistema bancario de acuerdo con las leyes morales.
Interés y dividendos
Este artículo debería haber mostrado claramente que cualquier interés sobre el dinero recién creado es injustificable. Pero acrecentaría el temor en quienes tienen dinero depositado en los bancos : Tal ves se preguntarán : ¿si el interés está condenado, seguir recibiendo intereses sobre el dinero, sería inmoral ?
Ante esto, el Sr. Even concluyó que el dinero puede reclamar dividendos siempre y cuando haya frutos y no de otro modo. Pero para que esto sea posible, el incremento de la producción debe crear automáticamente un incremento del dinero. De otra manera el dividendo, siendo justificable, no se podría otorgar. Es decir las inversiones deben estar regidas por la moral y no se podría invertir en empresas que por ejemplo apoyen el aborto, las guerras, etc.
En el ejemplo de los $5,000.00 que utilicé para comprar los implementos necesarios para mi producción, el prestamista tenía derecho a una parte de los resultados dado que la producción se incrementó gracias a su préstamo. Si él acepta que se le pague en bienes no hay problema. Pero si quiere que se le pague en dinero, eso ya es otra historia pues, aunque la producción se incrementó, no hubo un incremento correspondiente del dinero en circulación.
Y para quienes se preocupan por el destino de los bancos si no hay carga de interés sobre los préstamos, permítanos mencionar que ellos pueden seguir en su negocio ya que son expertos en lo que hacen, pero el poder de emitir dinero es una prerrogativa de los estados soberanos.
Pidámosle pues a Dios que el pasaje del Evangelio nos inspire y que nos llenemos del mismo celo de Jesucristo para cuidar los intereses de Dios y la justicia.