Sino por apóstoles que movilicen la acción de Dios
Uno de los obstáculos a los que Vers Demain ha tenido que hacer frente desde hace uno o dos años es la aparición de un sistema de control y espionaje en la China comunista denominado "crédito social", lo que induce a confusión, ya que bajo ese mismo nombre se propagaron las propuestas financieras del ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas, concebidas en 1917 y enseñadas desde 1939 por Vers Demain — y desde 2003 por San Miguel
— para combatir la pobreza y corregir los vicios del sistema financiero vigente. Para evitar esta confusión, Vers Demain utiliza cada vez más el término "democracia económica" para referirse a las propuestas financieras de Douglas. Su primer libro sobre el tema, de 1918, se titulaba Democracia económica.
El "crédito social" enseñado por la revista San Miguel es exactamente lo contrario del comunismo, porque respeta la propiedad privada y la libertad individual, y quiere hacer de cada ciudadano un verdadero "capitalista", propietario de un capital derivado del patrimonio común de las riquezas naturales y de los inventos de las generaciones anteriores.
Sin embargo, hasta hace muy poco, otro obstáculo también causaba confusión, a saber, la existencia de partidos políticos que llevaban el nombre de "crédito social": dicho partido existió en Canadá en la escena federal hasta 1980, e incluso estuvo en el poder en dos provincias, Alberta (de 1935 a 1971) y Columbia Británica (de 1952 a 1991, salvo un intervalo de tres años), pero sin aplicar ninguno de los principios de la reforma financiera de Douglas.
Esto ha llevado a algunas personas a creer que la revista San Miguel, cuando habla de "crédito social", está promoviendo el antiguo partido político llamado "crédito social". En realidad, la revista San Miguel no está promoviendo ningún partido político, viejo o nuevo, y sus ideas pueden ser aplicadas por cualquier partido político que ya esté en el poder. Como Douglas y Louis Even siempre han explicado, no conseguiremos la aplicación del Crédito Social promoviendo partidos políticos, se llamen "crédito social" o cualquier otra cosa, sino mediante la educación de la gente y el apostolado, el don de sí mismo.
Si no es por un partido político, ¿cuál es la fórmula para aplicar el Crédito Social? La fórmula preconizada por la revista San Miguel consiste en informar a la población sobre la solución al sistema financiero actual, para permitir al gobierno, independientemente de su partido o adscripción, aplicar esta reforma financiera. Sin esta fuerza en la población, es la presión de los financieros sobre los gobiernos la que prevalecerá.
En su encíclica Sollicitudo rei socialis (El interés activo de la Iglesia en la cuestión social), el Papa Juan Pablo II escribió (n. 37):
"Entre las opiniones y actitudes opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo y las « estructuras » que conllevan, dos parecen ser las más características: el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad."
Estas dos actitudes "contrarias a la voluntad de Dios" describen bastante bien el comportamiento de los banqueros internacionales: primero, la sed de acumular miles de millones de dólares, y luego, una vez que tienen más miles de millones de dólares de los que jamás podrán gastar ellos mismos, el deseo de imponer su voluntad por la fuerza a las naciones y pueblos del mundo.
Como enseña el catecismo, combatimos un vicio con la virtud que se le opone. En este caso, debemos combatir el egoísmo de los banqueros con nuestra propia abnegación y entrega. Esto es precisamente lo que San Juan Pablo II escribió unos párrafos más adelante en la misma encíclica:
"Tales « actitudes y estructuras de pecado » solamente se vencen —con la ayuda de la gracia divina— mediante una actitud diametralmente opuesta: la entrega por el bien del prójimo."
Ningún cambio en la sociedad puede lograrse sin dar de sí mismo. Y una gran causa como el Crédito Social, o la democracia económica, no es una excepción.
Dos términos contradictorios
Pregunta — ¿Podría servir el Crédito Social (o democracia económica) como programa para un partido político?
El Crédito Social, tal como lo presenta Douglas, y tal como la revista San Miguel se esfuerza en presentarlo cada vez mejor a sus lectores, no puede vincularse a un partido político. Y mucho menos puede servir de etiqueta a un partido político, sin prostituir el sentido de las palabras.
Crédito social y partido son dos términos contradictorios. El primero implica una asociación que comprende a todos los miembros de la sociedad; el segundo implica una división, un grupo que lucha contra otro o varios grupos que se disputan el poder. El partido quiere estar en posesión del poder para gobernar el país; el Crédito Social quiere distribuir a cada individuo un poder que le libere cada vez más de la intervención del gobierno.
Por supuesto, no hay nada que impida a los políticos, dentro o fuera del gobierno, cualquiera que sea su filiación política, estar personalmente convencidos de la excelencia del Crédito Social, proclamarlo objetivamente y no con fines electorales interesados. Pero convertirlo en una plataforma de partido, y promover la idea de que bastaría con llevar a este partido al poder para lograr una economía de Crédito Social, es mentir y obstaculizar el progreso de la causa.
El Crédito Social es una idea viva; vive en el espíritu del que la abraza, del que se hace su apóstol. Convertirlo en una simple cuestión de votar a favor de un hombre o de un partido es reducir las palabras "Crédito Social" a significar sólo algo sin luz ni llama, que no implica ninguna responsabilidad individual.
La impotencia humana
Pregunta — Suponiendo que un gobierno en el poder quisiera el bien del pueblo, ¿podría adoptar y aplicar el Crédito Social, o sería necesario un referéndum?
Esta pregunta supone que hasta ahora ningún gobierno ha querido o quiere el bien del pueblo, pero que podría surgir uno de las próximas urnas. Es una valoración bastante dura de los gobiernos pasados y presentes, y habría que ser muy optimista para suponer que el mismo árbol podría dar frutos completamente distintos. Pero admitamos su hipótesis. He aquí un gobierno perfecto. ¿Será capaz de adoptar y establecer una organización económica de Crédito Social?
La respuesta es NO. Con referéndum o sin referéndum: NO. Es humanamente imposible ante el poder actual del monstruo financiero (nótese la palabra "humanamente"). El monstruo financiero, la superpotencia de los controladores globales del dinero y el crédito, es más fuerte que todos los gobiernos del mundo. Los domina a todos. Los gobiernos, reducidos a la condición de siervos de esta superpotencia, son incapaces de liberarse de esta dependencia, aunque quisieran.
¿Significa esto que toda esperanza es vana y que todos los esfuerzos por promover la causa del Crédito Social son inútiles? Oh, no, en absoluto. Pero sí significa que no debemos contar con los gobiernos, con los cambios de los partidos en el poder, para vencer a un poder superior a todos los gobiernos del mundo. Eso es un despilfarro de energía; es como intentar derribar una fortaleza con algodones.
El ungido del Señor
Oh, sucedió un día que un joven (David), un simple pastor, sin entrenamiento militar, sin más armadura que un bastón, una honda y cinco piedras en su saco, se enfrentó y derribó de una sola pedrada a un coloso (Goliat) de 9 pies (3 metros) de altura, un hombre de guerra desde su juventud, vestido de bronce de pies a cabeza.... David había puesto toda su confianza en Dios, sabiendo muy bien que "con la fuerza de su brazo, Dios dispersa a los soberbios".
Aquí hay toda una lección. Sólo un poder celestial puede triunfar sobre las fuerzas terrenales más poderosas. El Cielo sigue queriendo que hagamos nuestra parte, en la medida de nuestras posibilidades, pero que no dependamos únicamente de nuestras acciones. El joven David no dijo: "No haré nada, ¿de qué sirve ante una fuerza que se ríe de mi debilidad?". No, puso su granito de arena. Tomó las armas que tenía a mano - palo, honda, piedras - sin duda ridiculizado y llamado tonto. Y Dios hizo el resto, la gran parte.
Los apóstoles de San Miguel no se detienen ante su propia debilidad frente a una fuerza enemiga humanamente invencible, ni ante los años que se suceden sin éxito aparente, ni ante la burla, la crítica y la traición. Sabe que cada paso dado por una causa justa, cada testimonio dado de una verdad, cada rayo de esperanza comunicado a los oprimidos, cada elevación del alma o conversión provocada por su ejemplo y el mensaje que lleva, es una ganancia. Está convencido de que una organización económica que lo adoptara promovería la justicia distributiva, para bien de todos los individuos, de todas las familias. Pero, sin disminuir sus propios esfuerzos, confía sobre todo en Dios, como David.
En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Douglas predijo que el sistema acabaría volviéndose insostenible y colapsaría por sí mismo. La acción que debían emprender los defensores de la luz del Crédito Social", escribió, "era difundirlo de modo que, cuando se produjera esa situación, estando las mentes preparadas, fuera tan fácil inaugurar de una vez un sistema financiero adecuado a la civilización moderna como intentar conseguirlo mediante reformas parciales".
La revista San Miguel sostiene, como Douglas, que la labor más eficaz a realizar en el campo del Crédito Social es informar al público sobre el monopolio del crédito financiero, culpándole de los malos efectos que tiene en la vida de los individuos, las familias y las instituciones; y, al mismo tiempo, exponer la luminosa doctrina, tan coherente con el sentido común, del auténtico Crédito Social.