Trabajad por vuestra salvación con temor y temblor (Fl. II 12)
"Bienaventurado aquel a quien la verdad enseña por sí misma, no por medio de figuras y palabras pasajeras, sino tal cual ella es.
Nuestro juicio y nuestros sentidos ven poco, y a menudo nos engañan.
Toda perfección en esta vida lleva consigo cierta imperfección, y todos los ejercicios de nuestro entendimiento van envueltos en cierta obscuridad.
El humilde conocimiento de sí mismo es más seguro camino para llegar a Dios, que las profundas investigaciones de la ciencia. No es de condenar la ciencia ni el simple conocimiento de lo que es bueno en sí y ordenado por Dios ; sólo sí debemos preferir siempre a ello una conciencia pura y una vida virtuosa.
Pero como muchos cuidan más de saber que de vivir bien, de aquí es que yerran con frecuencia y sacan poco o ningún fruto de su trabajo.
¡Oh ! Si se dedicasen con tanto empeño a desarraigar los vicios y sembrar virtudes como a promover vanas cuestiones, no ocurrirían tantos males y escándalos en el pueblo ni tanta relajación en los monasterios.
Ciertamente en el día del juicio no se nos preguntará que leímos, sino que hicimos ; ni cuán bien hablamos, sino cuan santamente vivimos". Kempis Cap. III
Hay personas que debido a las pruebas a las que están siendo sometidas, se consideran un desastre o al menos consideran que lo que están viviendo es un desastre. Por ejemplo : "Tuve que dejar ese trabajo porque me obligaban a ir en contra de mi conciencia…" o "tuve que dejar esa relación porque no la podía soportar y lo hice." Fue entonces dicen, que me di cuenta de que necesitaba ser salvado de mí mismo ; no podía dejar que un trabajo o una relación me volviera a hacer eso.
En este tiempo que Dios nos ha permitido vivir, donde se nos exige, para poder "vivir" una relativa "vida normalizada" que nos inoculemos una substancia genética de experimentación que, está causando daños irreparables e incluso la muerte a ya cientos de miles de personas en el mundo, debemos elegir a Cristo y sus mandamientos o venderlo por un plato de lentejas. Esto ocurre cuando por no perder el trabajo, o por miedo, o por continuar viajando por el mundo, o por mis amistades o familia escojo ir en contra de mi conciencia y de Cristo.
Salvarse de sí mismo debe extenderse más allá de su tiempo en la tierra. Es lamentable que se nos haya catequizado mal en este sentido.
La Beata Catalina Emmerich manifestaba :
"Probaremos [el juicio de nuestras propias elecciones] y lo poseeremos incluso antes de [que] dejemos [nuestros] cuerpos en el momento de la muerte". Qué perspectiva tan aterradora de no estar preparado para ese momento.
"Así que nadie espera a ser juzgado. Todos reciben su lugar designado al dejar esta vida. Lo prueban y lo poseen incluso antes de dejar sus cuerpos en el momento de la muerte ; los condenados en odio y desesperación ; el perfecto en el amor, con la luz de la fe y confiando en la Sangre [de nuestro Señor]. Y los imperfectos, en la misericordia y con la misma fe, llegan a ese lugar llamado purgatorio."
No esperen a que ocurra la próxima crisis para darse cuenta de que necesitan ser salvados de sí mismos. Es mejor darse cuenta ahora, no mañana. Podrán poner tantas cosas sobre su vida y el mundo en una perspectiva lógica. Estos son los efectos prácticos, diarios, temporales y positivos de tomar su fe en serio, sin mencionar que debemos prepararnos para el juicio seguro ante Dios que todos enfrentaremos.
Trabajad por vuestra salvación con temor y temblor (Fl. II 12)
Esto es así no porque Dios limite Su Misericordia, sino porque el pueblo de Dios lo ha elegido así. Eligieron lo que no debían, por miedo o por ignorancia culpable y orgullo. La mayoría ha optado por no creer que necesitan ser salvados de sí mismos y de la condenación eterna. Siempre que no sea usted un asesino o un ladrón impenitente (la mayoría no lo son), o que se crean buenas personas (la mayoría lo piensan), ustedes creen que estarán en el cielo. Sin embargo, Dios nos pide mucho más que eso : "Sed perfectos como Mi Padre Celestial es Perfecto".
"Los pecadores escuchan los llamados de Dios, pero los olvidan y continúan ofendiéndolo. Pero Dios no los olvida. Él enumera las gracias que dispensa, así como los pecados que cometemos. Por lo tanto, cuando llega el tiempo que Él ha fijado, Dios nos priva de Sus gracias y comienza a infligir el castigo. En este discurso pretendo mostrar que cuando los pecados alcanzan cierto número, Dios no perdona más. Ser atento." - San Alfonso de Ligouri, obispo y Doctor de la Iglesia.