William Wallace fue sucedido como Guardián de Escocia por Robert Bruce y John Comyn, para mantener e equilibrio entre ambos. Durante ese año, las presiones diplomáticas de Francia y del Papado persuadieron a Eduardo I de poner en libertad a Juan de Baillol, colocándolo bajo la tutela del Papa; William Wallace, el mítico Braveheart de la película de Mel Gibson, fue enviado a Francia para solicitar la ayuda del rey francés, Felipe IV.
Una serie de nuevas campañas de Eduardo I en los años 1300 y 1301 concluyeron en una tregua entre escoceses e ingleses en 1302. En este año Robert Bruce reunió a los prelados escoceses y a los nobles que le seguían apoyando y se coronó como Rey de los escoceses en la Abadía de Scone, dando inicio en forma inmediata a una nueva campaña militar para intentar liberar su nuevo reino de las tropas inglesas que lo ocupaban. Perdió su corona a manso de su homólogo de Inglaterra. Fue expulsado de Escocia y declarado como fuera de la ley. Desterrado en tierras irlandesas, intentó una y otra vez recuperar su trono, pero sin éxito. Tras ocho años de derrotas y con desmoralizado, empezó a discernir seriamente la posibilidad de darse por vencido y de desistir en el intento de liberar a Escocia de las garras de los Ingleses. Sus caballeros le reclamaban un pacto honroso con Inglaterra para comenzar una nueva vida alejada de las armas, y sus tropas maldecían en silencio los sueños truncados. Nadie de su entorno más próximo creía posible una victoria sobre Inglaterra.
Mientras se ocultaba en el fondo de una cueva y meditaba en la posibilidad de abandonar la lucha, Bruce, se fijó atentamente en una minúscula araña y miraba como ésta intentaba tejer una telaraña en un hueco demasiado grande para ella. "Pero, pequeñita, ¿no ves que esta empresa te viene un poco grande?". Y, así, día tras día, Bruce iba descargando su ira en el insecto: "Ánimo, pequeñita, ya te queda menos, avísame cuando lo hayas conseguido".
Pasaron las semanas y ese pequeño insecto, objeto de todas las mofas iracundas del rey de Escocia, cumplió con su cometido de tejer la tela.
Ese ejemplo de perseverancia de la pequeña araña infundió tales ánimos en Robert Bruce, que volvió a considerar lo que había presenciado como una lección de que él también debía perseverar en sus intentos a pesar de que las circunstancias y los sabios estrategas parecían no aconsejarlo. Ya en el poder escribió: "Una araña ha salvado el trono de Escocia".
Ya En 1307 dejó por fin de mantenerse oculto y, tras que se le volviesen a reunir varios escoceses, desafió en varias batallas a los ingleses. El número de sus tropas no cesó de aumentar, especialmente tras la muerte del rey Eduardo I de Inglaterra, en el mes de julio de 1307.
Y ustedes se preguntarán: ¿Qué tiene que ver la historieta de la araña con la situación del mundo? Pues les diré: todo. Son demasiados los que dicen lo que va mal en el mundo, pero muy pocos los que intentan hacer algo para remediar cada situación contraria. Ése es el drama del momento: el mal triunfa en nuestros países porque los hombres buenos que podrían frenar su avance están acomodados en no hacer nada, aunque siguen hablando mucho del tema.
Hay muchos otros que están desanimados en escuchar a la misma cantidad de listos de siempre, que aseguran que nada se puede hacer. Creo que el trabajo de la araña nos puede ayudar a no desanimarnos. Sigamos trabajando como ese pequeño insecto y el triunfo será del bien.
* Editado de un artículo de Álex Rosal-Alba y de wikipedia.