IKEA y Ruavieja, dos empresas muy distintas, felicitaron la Navidad pasada con campañas que proponían un parón digital: "Desconectar para volver a conectar", en palabras de Isidro Catela, autor de Me desconecto, luego existo. "Quizás el ayuno digital no sea solo posible, sino también obligatorio en algunos ámbitos para no tener que contestar los mensajes de tu jefe el fin de semana, o que si tú eres el jefe, no puedas mandar mensajes a la 1 de la madrugada, a no ser que esté acordado", puntualiza. Y propone un plan "alimenticio" de desintoxicación digital.

"NOS  HEMOS  convertido  en  obesos digitales, y eso conduce a la demencia  digital",  advierte  a  Misión, Alfred Sonnenfeld, doctor en Medicina y Teología y autor de Serenidad, la  sabiduría  de  gobernarse  (Rialp, 2018), quien observa que los padres se esfuerzan por desenganchar a sus hijos de las pantallas, sin darse cuenta de que ellos son los primeros que "están  enganchados".  "Te  encuentras  a  una  madre  mirando  sus  whatsapps mientras el niño se tira al suelo para llamar su atención", añade.

 Hay quienes duermen con el móvil o no tienen reparos para wasapear mientras conducen. "Tanto – comenta Isidro Catela, profesor de Humanidades de la UFV y autor de Me desconecto, luego existo (Ediciones Encuentro, 2018) – que la Dirección General de Tráfico ha empezado a alertar de que los españoles hasta ahora nos matábamos al volante por consumir drogas o alcohol, y ahora por wasapear".

Una nueva adicción

En España, por primera vez, el año pasado el Ministerio de Sanidad incluyó la adicción a las nuevas tecnologías dentro del Plan Nacional de Adicciones, y el verano pasado la Comunidad de Madrid comenzó a ofrecer un servicio para chicos de 12 a 17 años con problemas de consumo excesivo de nuevas tecnologías. "Éste ya es un primer paso para combatir el problema, pues hasta que un problema no se nombra, parece que no existe", explica Catela.

Los síntomas son visibles, pero el concepto hasta ahora ha sido polémico. ¿Cómo saber que se trata de una nueva adicción? La prueba está, precisa Catela, en que "quienes están 'enchufados' 24 horas al día muestran síntomas similares a los de una adicción clásica: consumo abusivo de una sustancia, disfunciones a la hora de enfrentarse al trabajo o al estudio, problemas con el sueño, irritabilidad…". En definitiva, "si se da el mismo patrón, a lo mejor se tiene que llamar de la misma manera".

La gran diferencia entre esta adicción y las adicciones clásicas es que la digital es una puerta de entrada a" las demás adicciones y, a su vez, las estimula. "No es que seamos adictos a perder el tiempo en la red. Todo continente tiene contenido y en el caso de la adicción digital es un potenciador del resto de adicciones: al trabajo, al juego, a la pornografía", explica.

Dimensiones desconocidas

Otras de las grandes novedades de la adicción digital es que permite que fenómenos como el ciberbullying adquieran nuevas dimensiones. "Anteriormente, el bullying estaba limitado al patio del colegio, ahora se acosa también desde fuera. Ni el acosador ni la víctima descansan".

A raíz de este tipo de fenómeno ha surgido el concepto "extimidad". Ya no hay intimidad porque "las redes han entrado atravesando todos los ámbitos, desde lo banal – 'me he levantado y estoy desayunando' – hasta los más profundos". Hay matrimonios que se rompen o vidas que se truncan por un desliz que se hace viral.

La dieta digital

Ante este panorama in crescendo, ¿qué se puede hacer? "No se trata de ayunar del mundo digital" – recomienda Sonnenfeld –, sino de alimentar el cerebro con una dieta nutritiva. "En Serenidad, la sabiduría de gobernarse", explicó que las redes neuronales segregan hormonas como la dopamina, la oxitocina y los opiáceos endógenos, que necesitamos para estar motivados, pero si solo alimentamos el cerebro de imágenes fáciles o pornografía, que también liberan dopamina, la hormona del placer, lo estamos alimentando mal", explica Sonnenfeld. Por su parte, Catela sugiere claves para esa dieta sana. "El futuro va a ser de los que sepan integrar en su vida las ventajas del mundo conectado. No se trata de ser hikikomoris (japoneses que se aíslan en su cuarto rodeados de tecnología), ni de asumir la posición estoica de estar desconectados. Mi propuesta consiste en desconectarse para reconectar".

Confrontarse y decidir

El primer paso requiere que la persona se confronte a sí misma y que, a su vez, alguien de fuera la confronte: ¿cuánto tiempo empleo en conexión digital? "No vale solo el punto de vista subjetivo, porque cuando te instalas en el móvil una aplicación para contabilizar las horas de conexión, siempre son muchas más de las que crees. Los últimos estudios en España hablan de que consultamos el móvil 150 veces al día". El siguiente paso consiste en que la persona decida hacia dónde quiere ir: "Estos alimentos me los quedo y éstos voy a cambiarlos. Y a partir de ahí, elimina temporalmente algunos alimentos de su dieta". No todas las personas pueden trazar su propia dieta, algunas necesitarán ayuda profesional (psicólogos, psiquiatras o profesionales de los Centros de Atención a la Familia). Tras esa primera desconexión, la persona podrá comenzar a reintroducir los "alimentos" que el cuerpo rechazaba, aunque otros no podrán reintroducirlos jamás, porque ha entendido que son tóxicos para sí misma y para los demás. En resumen, se trata de trazarse un plan equilibrado para ser más libre en la era digital.


El lujo de desconectar

"Para hacer planes de desintoxicación  de  tecnología  prolongados, Isidro  Catela  recomienda  plantearse "el lujo de desconectar por una  temporada:  3  días,  1   o 1 mes. ¡Y a ver qué pasa!". Y  habla  de  lujo  porque  muchas personas aseguran que no pueden permitírselo, o porque tienen necesidades laborales, o porque no saben  cómo  empezar  un  proceso  de  desintoxicación.  Este  planse  lo  pueden  permitir  "solo  personas  que  logran  distanciarse  de la realidad y decir:'Me voy a un pueblo sin wifi'(de ésos que están empezando a proliferar). La gente empieza a estar saturada y le viene bien plantearse la desconexión por temporadas". Catela está convencido de que surgirán modelos de negocio para ayudar a desconectar."

"Pautas básicas para una vida digital sana"

"En los casos en los que no se ha llegado a cotas de adicción, Isidro Catela plantea esta 'dieta':

Un día a la semana sin pantallas. El móvil solo se deja abierto para llamadas.

El móvil, siempre fuera de la habitación. Se carga en un lugar común en casa. 'Estudios médicos serios han demostrado que dormir con el móvil en la habitación produce alteraciones en el sueño'.

• El móvil no es lo último ni lo primero que se revisa antes de dormir o al levantarse.

Las notificaciones del móvil permanecen siempre en silencio y en las reuniones profesionales se deja siempre en modo avión.

• Se establece una meta de cuántas veces al día se va a revisar el e-mail.

En el coche, el móvil va siempre en la guantera y en silencio pues la tentación de contestar al volante es muy fuerte.

• En las comidas, nunca el móvil   sobre la mesa. Hay una caja o un colgador de móviles disponible. Para su sorpresa, 'las personas comprueban que cuando vuelven a revisar su móvil no se han perdido nada importante. Sin embargo, al revés sí sucede: Me perdí este rato de conversación con mi hijo', puntualiza Catela. 

• Por último, empeñarse en fomentar actividades offline."