En 1489, en España, Santa Beatriz de Silva, cumpliendo un pedido de la Virgen María, funda la Orden de la Purísima Concepción en honor de la Inmaculada Concepción. Tres años más tarde, en 1492, Colón descubre América. Con los descubridores, llega también la Fe.

A fines de 1576, un grupo de Conceptas emprendió el peligroso viaje por mar, desde España hasta la Real Audiencia de Quito, para fundar su primer monasterio en América. Durante la travesía ocurrió una terrible tempestad.  Entonces, la niña Mariana Francisca Torres y Berriochoa, postulante de 13 años, quien viajaba con su tía Sor María de Jesús Taboada, la priora del futuro Monasterio, tuvo una visión: vio que emergía del mar una bestia con siete cabezas, una serpiente monstruosa, que trataba de destrozar la nave.  En ese momento apareció la Virgen Santísima, vestida de sol y coronada de estrellas, con su Divino Niño en los brazos. En el pecho de la Señora había un Ostensorio con el Santísimo Sacramento y en una de sus manos tenía una Cruz grande de oro que terminaba en lanza. Apoyando la Cruz de la lanza en el Santísimo Sacramento y en la Mano del Niño, golpeó la cabeza de la serpiente, aplastándola.

El día 13 de Enero de 1577 se funda el Real Monasterio de la Limpia e Inmaculada Concepción de Quito, el primero de esta Orden en Sudamérica.

Dos años después, el 4 de octubre de 1579, Mariana Francisca profesó sus votos, tomando el nombre de « Madre Mariana de Jesús ». Ese día Jesús le mostró veladamente las futuras apariciones de Nuestra Señora de El Buen Suceso.

El 4 de octubre de 1593 murió la Madre Fundadora, Sor María de Jesús Taboada. Antes de morir, dijo: « Bendigo este Monasterio, bendigo estos benditos claustros que tanto me costaron, bendigo estas murallas y bendigo este lugar. Desde el Cielo les daré una bendición especial. »

El día 2 de Febrero de 1594, a la una de la madrugada, mientras la Madre Mariana de Jesús, entonces Priora del Monasterio, rezaba postrada en el coro alto, percibió que alguien estaba junto a ella. Una voz dulce, la llamó por su nombre. Era la Virgen María, sosteniendo con su brazo izquierdo al Niño Jesús y, con su mano derecha, un báculo de oro con piedras preciosas. La Virgen le dijo:

« Soy María de El Buen Suceso, la Reina del Cielo y la Tierra.  En el brazo derecho tengo el báculo que ves, pues quiero gobernar éste, mi Monasterio, como Priora y Madre. »

El 16 de enero de 1599, la Virgen le dijo:

« Dentro de poco la patria en que vives dejará de ser colonia y será República libre. Entonces será conocida con el nombre de Ecuador. En el siglo 19 vivirá un Presidente verdaderamente cristiano, varón de carácter, a quien Dios nuestro Señor dará la palma del martirio en la plaza donde está este mi Convento. Él consagrará la República al Divino Corazón de mi Hijo Santísimo. Esta Consagración sostendrá la Religión Católica en los años posteriores, los que serán aciagos para la Iglesia.

« En esos años en que la masonería - esa maldita secta - se apoderará del gobierno civil, habrá una persecución cruel a todas las Comunidades Religiosas… Más vive Dios y vivo yo… el Triunfo será nuestro. Es Voluntad de mi Hijo Santísimo que mandes a ejecutar una estatua mía, tal como me ves, y la coloques sobre la cátedra de la Priora para que yo desde ahí gobierne mi Monasterio, colocando en la mano derecha el báculo y las llaves de la clausura [...]

« A mi Divino Niño lo harás colocar en mi mano izquierda para que los mortales entiendan que soy poderosa para aplacar la Justicia Divina y alcanzar piedad y perdón a toda alma pecadora que a mí acuda con corazón contrito [...]

« Mi siervo Francisco de Asís con sus manos llagadas trabajará mi Imagen y los Espíritus Angélicos serán sus oficiales ». « En cuanto a la altura de mi talla, mídela tú misma con el cordón que traes a tu cintura. La medida de tu Madre del Cielo, entrégala a mi siervo Francisco del Castillo (escultor), explicándole mis facciones y mi postura. »

El 21 de enero de 1610, la Virgen le anuncia:

« En la hoy Colonia y entonces República del Ecuador, se levantarán las pasiones y habrá una total corrupción de costumbres porque Satanás reinará en las sectas masónicas y dañará principalmente a la infancia. ¡Ay de los niños de ese tiempo! Difícilmente recibirán el Sacramento del Bautismo y el de la Confirmación. El Sacramento de la Confesión lo recibirán sólo los que permanecen en escuelas católicas, que el diablo se empeñará por destruirlas valiéndose de personas autorizadas. Lo mismo sucederá con la Sagrada Comunión.

¡Habrá muchos y enormes sacrilegios públicos y también ocultos, profanaciones de la Sagrada Eucaristía! ¡Los enemigos de Jesucristo, instigados por el demonio, robarán en las ciudades las Hostias Consagradas, con el único fin de profanar las Especies Eucarísticas! Mi Hijo Santísimo será arrojado al suelo y pisoteado por pies inmundos. »

El Sacramento de la Extremaunción será poco considerado. Muchas personas morirán sin recibirlo, sea por descuido de las familias, sea por un mal entendido afecto para con sus enfermos.

En cuanto al Sacramento del Matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra. La masonería, que entonces reinará, impondrá leyes inicuas con el objeto de extinguir ese Sacramento, facilitando a todos vivir mal. El Sacramento del Orden Sacerdotal será ridiculizado, oprimido y despreciado… El demonio perseguirá a los Ministros del Señor de muchas formas y trabajará con cruel y sutil astucia para desviarlos de su vocación, corrompiendo a muchos de ellos.

Este aparente triunfo de Satanás atraerá sufrimientos enormes a los Buenos Pastores de la Iglesia y a la excelente mayoría de los buenos Sacerdotes y al Pastor Supremo y Vicario de Cristo en la tierra. Además, en esos infelices tiempos habrá un lujo desenfrenado, que por ser lazo de pecado para los demás, conquistará innumerables almas frívolas, las que se perderán.

Casi no se encontrará inocencia en los niños, ni pudor en las mujeres, y, en esa suprema necesidad de la Iglesia, se callará aquel quien a su tiempo debió hablar.

La devoción de El Buen Suceso será el pararrayo colocado entre la Justicia Divina y el mundo prevaricador, para impedir que se descargue sobre esta tierra culpable el formidable castigo que merece. El obispo deberá consagrar mi Imagen con el Sagrado Óleo y le pondrá el nombre de María de El Buen Suceso de la Purificación o Candelaria »

El 2 de febrero de 1610, la Virgen le dijo:

« En el tiempo actual conviene que nadie se dé cuenta de cómo y de dónde vino la idea de hacer la Imagen, porque este conocimiento está reservado al público en general para el siglo XX. 

En aquella época la Iglesia se encontrará combatida por las hordas de la secta masónica y en la pobre patria ecuatoriana, agonizante por la corrupción de las costumbres, el lujo desenfrenado, la prensa impía y la educación laica, campearán los vicios de la impureza, la blasfemia y el sacrilegio.

La creencia sincera y humilde de la verdad de mis apariciones a ti, está reservada para las almas dóciles, porque Nuestro Padre Celestial comunica sus secretos a los simples de corazón y no a aquellos corazones inflados de soberbia, presumidos de lo que poseen o infatuados con la vana ciencia. »

Al día siguiente, 3 de febrero de 1610, Fray Juan de la Madre de Dios Mendoza, confesor de la Madre Mariana, tuvo una visión de la Santísima Trinidad, que le dijo:

« Serán benditos de Dios todos los que, con su empeño y sus recursos se dedicarán a la propagación de la advocación de El Buen Suceso en todos los siglos, época en que habrá una gran corrupción de costumbres, y esta devoción será la salvaguardia de esta tierra. »

El 15 de septiembre de 1610, el escultor Francisco del Castillo, empezó a trabajar la Imagen en el Coro Alto del Monasterio. Para poder terminar el Rostro de la Imagen, viajó al norte del país, en busca de las mejores tintas. La noche del 16 de Enero de 1611, víspera del regreso del escultor, la Madre Mariana rezaba en el Coro Alto. De pronto aparecieron San Francisco de Asís y los tres Arcángeles, San Miguel, San Gabriel y San Rafael, y en un instante rehicieron el Rostro de la Sagrada Imagen.

Los Ángeles cantaron el himno "Salve Sancta Parens". Luego, La Santísima Virgen entró en la Imagen y cantó el Magnificat.

Cuando Francisco del Castillo entró al Coro Alto, cayó de rodillas, comprendiendo que se había obrado un milagro. Llamaron al Obispo de Quito, quién emocionado, constató el cambio en el Rostro.  El escultor dejó testimonio escrito y jurado del milagro.

El Obispo de Quito Salvador Rivera consagró solemnemente la Imagen como « María de El Buen Suceso de la Purificación o Candelaria » el 2 de febrero de 1611 en la Iglesia del Monasterio. 

A fines de 1628, la Madre Mariana vio al futuro Ecuador rodeado por innumerables demonios, que soplaban y llenaban la atmósfera de humo espeso, que oscurecía la fe en las almas. 

Entonces oyó la voz de San Miguel que decía: "¡Descended inmediatamente al fondo de los abismos, malditas y negras legiones, porque aquí Dios vive, Dios triunfa, Dios reina!"  Expulsados los demonios, la luz inundó la patria nuevamente.

Entonces se apareció Nuestra Señora y le dijo:

« Levanta ahora la vista y mira hacia el cerro del Pichincha, donde será crucificado este Divino Infante que traigo en mis brazos. Lo entrego a la Cruz a fin de que Él dé siempre buenos sucesos a esta República, la que será muy feliz cuando en toda su extensión me conozcan y me honren bajo esta advocación. »

El Divino Niño, de aproximadamente 12 años, se postró en tierra y oró así:

« Padre Mío y Dios Eterno, considerad benigno esta pequeña porción de tierra que hoy me dais, para que reine en ella, como Señor absoluto, Mi Amoroso y Tierno Corazón y el de Mi Madre Santísima, criatura tan pura y bella cual no hay otra. »

« Quiero orar en este monte como oré en Getsemaní, pidiéndoos para Mí todas las almas que poblaren estas tierras, librándolas de la ira diabólica que tanto las amenaza.

Todo el cerro se envolvió en luz.  El Niño Jesús se levantó y encontró una Cruz de madera con la inscripción INRI en lo alto, a la cual se fijó, quedando crucificado sin clavos. Aparecieron los tres Arcángeles y le pusieron una corona de espinas. » 

El Niño Jesús lloró y sus lágrimas fueron recogidas por los tres Arcángeles que las asperjaron en toda la nación. Su mirada abarcaba todo el futuro Ecuador, mientras llorando decía:

"No puedo hacer más por ti, para demostrarte mi Amor. Almas ingratas, no me paguéis con desprecio, sacrilegios y blasfemias, tanto amor y delicadeza de Mi Corazón. »

El 2 de febrero de 1634, la Santísima Virgen María depositó al Niño Jesús en sus brazos. El Niño le dijo:

« El Dogma de Fe de la Inmaculada Concepción de mi Madre, será proclamado cuando más combatida esté la Iglesia, y se encuentre cautivo mi Vicario. Del mismo modo, el Dogma de Fe del Tránsito y Asunción en cuerpo y alma a los Cielos de mi Madre Santísima.

Es un acto de reconocimiento a mi Poder y a mi Amor de Hijo a la Inmaculada Virgen Madre, a Quien por Mi Propia Honra y Dignidad, jamás hubiera permitido que su Inmaculado y Bendito Cuerpo se reduzca al polvo de la tierra, como sucede con el común de mis humanos. ¡Malditos mil veces sean los herejes y sus secuaces, que ponen en duda los Misterios concernientes a Mí y a Mi Madre! ¡Malditos sean! » 

En marzo de 1634, la Madre Mariana oraba en el Coro Alto y vio apagarse la lamparita que ardía junto al Sagrario. La Virgen María encendió la lamparita y le habló: « La lámpara que arde delante del Altar y que viste apagarse, tiene varios significados:

« El primer significado es que varias herejías se propagarán en estas tierras, y reinando ellas se apagará la luz preciosa de la Fe, por la total corrupción de costumbres.

El segundo significado es que ésta, mi Comunidad, estando con reducido número de personas, será sumergida en un mar de insondables e indecibles amarguras.

El tercer significado es porque en esos tiempos estará la atmósfera saturada del espíritu de impureza, que a manera de un mar inmundo correrá por las calles, plazas y sitios públicos con una libertad asombrosa, de manera que casi no habrá en el mundo almas vírgenes.

El cuarto significado es que habiéndose apoderado la secta de todas las clases sociales, tendrá tanta sutileza para introducirse en los hogares domésticos, que, perdiendo a la niñez, se gloriará el demonio de alimentarse con el exquisito manjar de las almas de los niños. 

El quinto significado se debe a la dejadez, al descuido de las personas que, poseyendo cuantiosas riquezas, verán con indiferencia a la Iglesia oprimida, perseguida la virtud, triunfante la maldad, sin emplear santamente sus riquezas en la destrucción del mal y la restauración de la fe. »

Para disipar esta nube negra, que impide a la Iglesia gozar el claro día de libertad, habrá una guerra formidable y espantosa en la que correrá sangre de nacionales y extranjeros, de Sacerdotes seculares y regulares, y también de Religiosas.  Esa noche será horrorosísima, porque, a ojos humanos, el mal parecerá triunfar. »

Será entonces llegada mi hora, en la que Yo, de un modo asombroso, destronaré al soberbio y maldito Satanás, colocándolo debajo de mis plantas y sepultándolo en el abismo infernal, quedando por fin la Iglesia y la Patria libres de su cruel tiranía. »

La Madre Mariana de Jesús murió el 16 de enero de 1635. Antes de morir, la Virgen le reveló que ella sería "La protectora más excelsa de esa Patria consagrada al Corazón de mi Santísimo Hijo."

La causa de canonización de la Madre Mariana de Jesús Torres fue abierta el 8 de agosto de 1986, 80 años después de que su cuerpo fuera encontrado incorrupto en un muro del Monasterio. Varios milagros están actualmente en estudio por la comisión.

La revelación de Nuestra Señora de El Buen Suceso ha sido considerada como una de las más completas de todos los tiempos. Todas sus profecías han tenido un cumplimiento exacto, sin embargo, estamos esperando el cumplimiento de su profecía más consoladora:

Ecuador « será muy feliz cuando en toda su extensión me conozcan y me honren bajo esta Advocación »