Una de las cosas que, ante lo que está pasando en la Santa Madre Iglesia -que a mi entender es aterrador -, que más desconcierta a los seglares, así como a algunos sacerdotes y religiosos, es el silencio, aborrecible y perturbador, de los que, en la Iglesia y por razón de su cargo precisamente, están más obligados, en conciencia, a hablar, urgente y claramente y no lo hacen.
También está la parte de aquellos seglares que conformamos la mayoría en la Iglesia y por – a mi entender- el estado de ignorancia bestial en el cuál nos encontramos sumidos los bautizados respecto a nuestra historia, nos conformamos ante tremenda crisis, con una indiferencia colosal o defendemos lo indefendible. Realmente, la falta de conocimientos históricos por parte de los católicos hace que no sólo no conozcamos como defender nuestra fe, sino además caigamos en desesperación en tiempos de crisis.
El negar los escandalosos tiempos en que vivimos sería necedad ; es verdad que la Barca de Pedro parece ya a punto de naufragar y aquellos que tienen el deber de hablar… callan.
Ya lo dice S.E. Mons. Viganó, ex nuncio apostólico en los Estados Unidos, al dirigirse a sus hermanos Obispos en una breve declaración, tomada principalmente de la "Regla Pastoral" de San Gregorio Magno, recordando a los Obispos su deber de condenar la falsedad : "Tengan cuidado de guardar silencio ante el error".
Citando al Papa de fines del siglo VI, declaró : "El pastor debe ser cauteloso de guardar silencio y ser oportuno al hablar, para no... pasar por alto lo que debe revelarse".
Del mismo modo que un "discurso imprudente conduce al error", observó, "un silencio inapropiado deja a aquellos en error que podrían haber sido instruidos".
"A menudo, los pastores equivocados, por temor a perder el favor de los hombres, no se atreven a decir libremente lo que es correcto ; y... no atienden a su rebaño con el amor de los pastores, sino que actúan como mercenarios", manifestó... "Huyen cuando llega el lobo, escondiéndose en silencio".
"El Señor los reprende a través del Profeta, diciendo :'Todos son perros mudos, que no pueden ladrar'(Isaías 56 :10)", continuó el arzobispo. "Y nuevamente se lamenta :'No habéis subido a las brechas, ni habéis amurallado la casa de Israel para que se mantenga firme en el combate el día de Yahvé'(Ezequiel 13 : 5)".'Subirse a las brechas'significa oponerse a los poderosos de este mundo con una voz libre para la defensa del rebaño", explicó. "Y'luchar en el día del Señor'es resistir, por el bien de la justicia, a hombres malvados que se oponen a nosotros".
Subrayando el deber clerical de proclamar la verdad, el arzobispo continuó : "Porque si un pastor teme declarar lo que es verdad, ¿qué más es sino dar la espalda en silencio ? Pero si en cambio lucha por la defensa de su rebaño, él construye un baluarte, para la casa de Israel contra sus enemigos". "Quien entra en el sacerdocio asume el papel de heraldo y sale a proclamar la llegada del temible juez", observó. "Pero si el sacerdote no sabe predicar, ¿cómo hará oír su voz este heraldo silencioso ?" Por esta razón, el Espíritu Santo descansó sobre los primeros pastores en forma de lenguas, haciéndoles inmediatamente capaces de hablar a los que los había llenado", señaló.
De allí, que nos cuestionemos cada día más y más profundamente, ante este silencio de aquellos llamados a proclamar la verdad, y defender a sus ovejas. -, ¿cómo pueden callar ante lo que está sucediendo en la Iglesia de Cristo, que afecta directamente a todas sus ovejas ? ¿Acaso no es de su incumbencia ? ¿Hay que dedicarse a recoger plásticos, plantar árboles, o ir a una conferencia sobre el pacifismo, ecologismo o feminismo ? Pero, ¿a quién benefician con este comportamiento ?
Porque el tema, abrasador e inaguantable ya por más tiempo, es este silencio que, como consta en el título, es ensordecedor y ¿a quién beneficia ?
Cada uno deberá preguntárselo en la presencia del Señor. Muy en específico y muy en concreto, a todos a los que Él ha dicho : apacienta mis corderos ; apacienta mis ovejas. (Jn XXI, 15-19)
Mientras tanto, nosotros los seglares, debemos esforzarnos en pro de un nuevo compromiso, lleno de celo, con la Tradición Católica en su plenitud, comenzando con el Culto Divino y siguiendo con todo el ámbito de la fe y de la moral, incluida la Doctrina Social de la Iglesia en su integridad.