Ave María
Permítaseme iniciar este año 2020 con la primera "Carta desde la Misión" que escribo meditando en algunos hechos relevantes del 2019 y los continuos retos del 2020 que, si Dios nos da salud y vida, tendremos que afrontar con oración, penitencia y fortaleza.
Primeramente, al mirar la historia de la Iglesia más reciente que, desde el CVII, ha demostrado inequívocamente la confusión generalizada, un secularismo inquietante, la apostasía generalizada y, como si esto fuera poco, lo que ya en su tiempo escribimos sobre las tres campanadas de san Josemaría Escribá, una serie de cartas, con una particularidad : que desde entonces y con el paso de los años, todo se ha ido agravando y acelerando, tal como lo hemos vivido y ha quedado demostrado, máxime en estos últimos años, para quien tenga ojos. Estas cartas que no estaban destinadas al público en general, son sin duda, conocidas hoy en día por una gran mayoría. Allí se describe la situación de la Iglesia en el postconcilio y al día de hoy, como una profecía.
Sin duda se nos objetará que no son palabra de Dios como la Escritura, pero sí son palabras de profeta, que cabe recordarlas aquí, junto con unas pequeñas reflexiones personales :
Tiempo de prueba : son siempre los días que el cristiano ha de pasar en esta tierra. Tiempo destinado, por la misericordia de Dios, para acrisolar nuestra fe y preparar nuestra alma para la vida eterna.
Tiempo de dura prueba : es el que atravesamos nosotros ahora, cuando la Iglesia misma parece como si estuviese influida por las cosas malas del mundo, por ese deslizamiento que todo lo subvierte, que todo lo cuartea, sofocando el sentido sobrenatural de la vida cristiana.
Llevo años advirtiéndoos de los síntomas y de las causas de esta fiebre contagiosa que se ha introducido en la Iglesia, y que está poniendo en peligro la salvación de tantas almas.
No es tiempo para el sopor ; no es momento de siesta, hay que perseverar despiertos, en una continua vigilia de oración y de siembra.
¡Alerta y rezando !, que nadie se considere inmune del contagio, porque presentan la enfermedad como salud y, a los focos de infección, se les trata como profetas de una nueva vitalidad.
Ay de aquellos que, por el prurito de unirse a las novedades, se han asociado con el mundo, y que con sus acciones y escritos, arrancan el Catolicismo del alma de millones de fieles, tratando de vender la idea de que todo "proviene del Espíritu Santo" y que no debemos temer a las novedades de este espíritu, mientras que en la realidad es la profanación de la Tradición bimilenaria de la Santa Iglesia.
Y continúa nuestro Profeta :
Convenceos, y suscitad en los demás el convencimiento, de que los cristianos hemos de navegar contra corriente. No os dejéis llevar por falsas ilusiones. Pensadlo bien : contra corriente anduvo Jesús, contra corriente fueron Pedro y los otros primeros, y cuantos - a lo largo de los siglos - han querido ser constantes discípulos del Maestro. Tened, pues, la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador. Hoy, en la Iglesia, parece imperar el criterio contrario : y son fácilmente verificables los frutos ácidos de ese deslizamiento. Desde dentro y desde arriba se permite el acceso del diablo a la viña del Señor, por las, puertas que le abren, con increíble ligereza, quienes deberían ser los custodios celosos.
Y termino :
Afirmémonos en el carácter sobrenatural de la Iglesia ; confesémosle a gritos, si es preciso, porque en estos momentos son muchos los que -dentro físicamente de la Iglesia, y aún arriba- se han olvidado de estas verdades capitales y pretenden proponer una imagen de la Iglesia que no es Santa, que no es Una, que no puede ser Apostólica porque no se apoya en la roca de Pedro, y que no es Católica, porque está surcada de particularismos ilegítimos, de caprichos de hombres.