El Padre Montfort Okaa nació en 1957 en la ciudad de Llorin, Nigeria, África. Hizo su primera comunión cuando tenía 10 años de edad, y fue en ese día que muchas manifestaciones extraordinarias comenzaron a tomar lugar, las que continúan hasta nuestros días (2013).
Fue ordenado sacerdote en 1983, y más tarde fundó la Comunidad masculina y femenina de Hermanos de los Dos Corazones de amor. El Papa Juan Pablo II dio su bendición especial a estas Comunidades, el 9 de junio del 2002.
Los siguientes extractos de septiembre 2004 se han tomado del libro, "El reinado del amor, la única solución de Dios en los dos corazones de amor".
Yo, Miguel, te he traído poder para orar y luchar con Dios y para Dios y para ganar todas las batallas con la oración - el arma de Dios - con la oración y adoración, con amor y con alabanzas y culto y agradecimiento a Dios. Permaneciendo en la presencia de Dios, amándolo, obedeciéndolo, adorándolo, venerándolo y sirviéndole con todo lo que Él te ha dado y todo lo que Él te dará, al hacer Su Santa y Eterna Voluntad. Fui yo, Miguel, quien salvó a los Ángeles de la destrucción total, que era lo que quería Lucifer. Él sabía desde el principio, que no podía ganar ninguna batalla rebelándose contra Dios. Lo que quería era una especie de suicidio general, que la generación de Ángeles debería abolirse.
Tal terrible odio a sí mismo y a todos los Ángeles, a todas las criaturas de Dios en la naturaleza de los Ángeles, ¡un terrible odio a Dios! Su plan era destruirse a sí mismo y destruir a todos los ángeles con él y así tratar de forzar a Dios que cambie su Voluntad Eterna. ¡La locura del odio y el terror de la autodestrucción y la catástrofe de la desobediencia! Ya había conseguido un tercio y estaba coaccionando a otros, tratando de hacer que usen su libre albedrío en contra de Dios y por lo tanto contra sí mismos.
Entonces, yo intervine y declaré abiertamente que voy a servir al Señor, Dios mío, y sólo a Él - Voy a hacer sólo Su Voluntad. Él declaró la guerra contra mí y contra aquellos que me seguían al lado de Dios. No lo hizo y no puede llegar a Dios para luchar contra Dios. ¿Quién es él para llegar a Dios, para tocar a Dios? Todo lo que hizo fue destruirse a sí mismo y a los Ángeles y destruir el plan de Dios para Su creación - El santo y siempre-amoroso plan de Dios para toda la creación. Yo intervine.
Dios vive en una Luz y Amor inaccesibles. Incluso en el cielo hay una demarcación física radical entre la Divinidad y las criaturas. Las criaturas y la Divinidad nunca son iguales, ni siquiera en el cielo, ya que incluso en el cielo Dios se sienta en Su trono de Gloria y vive en la Luz inaccesible del Amor. Esto continúa diseñándote infinitamente a Sí mismo como a un imán. Nunca se detiene en fascinar y diseñar, pero nunca entras en ello. Pero el éxtasis de esta atracción es indescriptible, y las infinitas maneras que Dios provee la alegría, la satisfacción y el éxtasis en este diseño.
Por lo tanto, lo que el demonio Lucifer hizo fue tratar de ir en la dirección opuesta, lejos de la Voluntad de Dios, de la atracción de Dios, del imán de Dios, del amor de Dios, mediante el uso de su libre albedrío como criatura para oponerse y rechazar la atracción Amorosa de la Voluntad de Dios y establecer su voluntad de criatura contra la Voluntad Eterna de Dios, enseñando por lo tanto a algunos Ángeles la posibilidad de ir en contra de la voluntad de Dios al negarse a amar Su Amorosa Voluntad, prefiriendo su propia voluntad inútil y destructiva en vez de la voluntad Amorosa y Eterna de Dios.
Por mi intervención salvé no sólo el ser angelical, sino también a todas las otras existencias de ser utilizadas por el demonio Lucifer en contra de su naturaleza, y por lo tanto en contra de la Santísima y perfecta voluntad de Dios.
¿Cómo lo hice? Por el amor de Dios. Dios derramó Su amor en mi alma y mi espíritu se llenó del esplendor, del Amor y de la Majestad de Dios, y vi lo que todos estaríamos perdiendo - el Amor de Dios - y lo que aquellos que se rebelan contra Su voluntad recibirán: autodestrucción eterna en el fuego del infierno.
Luego, en mi éxtasis de amor por Dios y por mí mismo y las otras criaturas angélicas y por toda la creación, grité: "¿Quién como Dios? Tan amoroso, tan bueno, tan espléndido, tan majestuoso, tan... tan... tan... tan... tan... tan....!"
Y la voz de mi amor y adoración llenó todo el lugar y me postré en el suelo, adorando y amando y alabándole con todo lo que tengo y soy. La mayor parte de los Ángeles me siguió inmediatamente, amando a Dios y adorándolo.
Lucifer se puso furioso. Su odio hacia mí, a sí mismo y a los Ángeles y a Dios subió a su punto más alto y empezó a lanzar abusos sobre mí y los Ángeles que adoraban y servían a Dios conmigo. Él comenzó a verter el veneno de su ira sobre mí y sobre todos los que estaban conmigo, pero cuanto más lo hacía, nosotros amábamos más y adorábamos más y nos postrábamos más profundamente, y luego el esplendor de Dios comenzó a brillar más en mí y en todos los que estaban conmigo al lado de Dios. Su Luz inaccesible de Amor y Esplendor se hizo más y más radiante en mí y en todos los que estaban conmigo en el lado de Dios.
Era la luz del rostro de Dios, el Amor, el Esplendor, la Majestad infinita, Su Gloria indescriptible, que comenzó a brillar más brillante que cualquier brillo, que llevó a Satanás Lucifer y a sus malvados y autodestructivos ángeles, cada vez más lejos de la presencia Amorosa y ETERNA y del esplendor del Amor de Dios.
Mientras se alejaba más y más de Dios, más y más se sumía en la oscuridad del infierno y del castigo eterno de la autodestrucción. Ideó todos los medios posibles de destruirse a sí mismo y a quienes estaban con él, pensando en poner fin a su existencia.
Pero Dios lo ha creado para ser eterno. Así que en su locura de autodestrucción, él ha hecho y sigue haciendo todas las cosas para destruirse a sí mismo, causando lesiones indescriptibles sobre sí mismo y todos los que están con él, para destruirlos y poner fin a su existencia; pero el nunca puede dejar de existir.
Dios le permitió hacer consigo mismo todo lo que quería y hacer con todos aquellos con él lo que quería. Necesitaba sólo desearlo. Es solamente el mal, la rebelión, el odio, la maldad. ¡Oh! Es inconcebible, indescriptible, todo lo que ha desatado y perpetrado a sí mismo y a todos con él. Ellos planean en sobresalir en sus planes de autodestrucción y maquinaciones destructivas. Cuanto más se odian a sí mismos y tratan de destruirse a sí mismos, más aumenta su odio y hacen todo lo posible para destruirse a sí mismos, rebelándose contra Dios que les dio el ser, que los creó por Amor. Mientras más rechazan Su Amor, rechazando su existencia y haciendo todo lo que puedan imaginar para destruirse a sí mismos y obstruir el Amor de Dios y negar el plan de Dios para ellos; son más miserables.
Dios no hace nada contra ellos. Son ellos los que, con su odio indescriptible de sí mismos y de todo, hacen por sí mismos todo tipo de daño y se infligen a sí mismos todo tipo de castigos indescriptibles, como el arremeter contra sus propias vidas: saltando en el fuego ardiente más destructivo, aplastándose, desgarrándose a sí mismos, cambiándose en formas y figuras indescriptibles, atroces. No hay límite ni fin al castigo que se infligen a sí mismos y a los otros que están con ellos.
Mientras que los que siguieron a Lucifer Satanás se alejaban a la deriva cada vez y más lejos de Dios, volando y flotando infinitamente más lejos de Dios, Yo y los Ángeles conmigo, nos encontrábamos más y más cerca de Dios y quedamos atraídos infinitamente más cerca de Dios.
Antes de la caída, ninguna criatura estaba tan cerca de Dios. Era una prueba. Lucifer y sus ángeles malvados cayeron en desgracia y lejos del amor y servicio de Dios. Dios nos recompensó atrayéndonos más y más, infinitamente más profundamente, en Su Amor, Esplendor, Majestad y Santidad infinitas.
Escribe lo que te estoy diciendo: Muchos seres humanos con razón se preguntan cómo pueden Ángeles en el cielo, en la presencia de Dios alejarse de Él, rebelarse contra Él. El Cielo en el que nos encontramos ahora, el cielo al que Dios en su infinito Amor nos ha atraído, es realmente el Cielo, el Cielo de los cielos, el Cielo de Su Amor Infinito y Santidad y Majestad y de la Unión en el Amor. El éxtasis infinito de esta unión es eterna, inquebrantable, sin escalas, para siempre permanente en el aumento en el amor.
¿Cómo puedo describirlo? ¡No se puede describir!
No puede haber ningún lenguaje para describirlo. El cielo, en el que estábamos antes de la caída, es como el paraíso donde Adán y Eva estaban en la presencia de Dios, pero tenían la posibilidad de pecar, de desobedecer, usando su voluntad en contra de Dios; ellos tenían la posibilidad de apostatar, a pesar de estar en el paraíso. Pero el cielo que Nuestro Señor y Salvador Jesucristo ha abierto para el hombre es el verdadero Cielo, el Cielo de los cielos, el Cielo más interior. Aquí tu estás recogido en la Voluntad y el Amor de Dios, estás siendo atraído voluntariamente a la Bondad infinita y al Amor de Dios.
Imagínate que estás conduciendo tu coche en la carretera con la posibilidad de salir, o girar a la izquierda o a la derecha, o incluso provocar un accidente. Luego viene una fuerza, un infinitamente grande éxtasis amoroso, que te atrae hacia arriba con tu coche en el espacio infinito con una velocidad infinita: es lo que tu quieres, tu voluntad es una, con esta Voluntad, es la Unión absoluta de Voluntad, de Amor, de Placer.
Pero ahora, tu libre albedrío, está absolutamente unido con esta voluntad que le ha dado y le da, infinitamente más satisfacción y la alegría de lo que imaginas. No hay salida o vuelta atrás, pero el punto es que estas infinitamente siendo llenado en unión con la Suya. Tu voluntad es infinitamente plena en Su Voluntad, Su Amor.
Ve a ellos y diles sobre la gran Gloria y el gran peligro. Sigue ahora completamente en esta dirección. Aquí es una pequeña reproducción del Cielo y de prueba para los Ángeles, y una pequeña reproducción del paraíso de Adán y Eva.
La única solución es unirse vosotros a los Dos Corazones Heridos y Sangrantes.