Generalmente, los autores de las caricaturas anticatólicas son personas desconocidas para la gran mayoría de la gente. El oficio de caricaturista no parece ser muy del gusto de los historiadores, de modo que los libros de historia apenas tratan la cuestión. Hoy, sin embargo, traemos en este artículo a dos autores de caricaturas anticatólicas muy conocidos: Martín Lutero y Lucas Cranach, el Viejo.
Entre el Reformador y el pintor, escribieron un librito, o más bien un panfleto, titulado "Contra el papado en Roma, fundado por el demonio" (1545). De él vamos a tomar hoy algunas caricaturas para edificación, o al menos información, de nuestros lectores. Según los talentos de los que disponía cada uno, Cranach aportaba los dibujos y Lutero unos versos que los explicaban.
Existen caricaturas en las que el autor pretendía dar un argumento contra los católicos. Un argumento muy sesgado, pero argumento al fin. Estas caricaturas no se molestan en dar argumentos, aunque sean sesgados y, en ese sentido, están en el escalón más bajo del valor aportado por el género caricaturesco. Como verán los lectores, son puros desahogos groseros y vulgares de un odio mortal contra el Papa. Es muy triste (y significativo) que sean obra del más ilustre de los Reformadores.
En la primera, de gran calidad pictórica y humana, se puede ver al Papa sentado y a dos personajes que le enseñan el trasero mientras expulsan gases por el mismo. La poética explicación de Lutero:
"No nos asustas, Papa, con tu condena,
Y no seas tan iracundo.
Porque, de otro modo, nos daremos la vuelta
Y te enseñaremos nuestros traseros".
En otra caricatura, titulada "El Papa, doctor en Teología y maestro de la fe", el Papa aparece como un burro tocando la gaita y los versos de Lutero dicen:
"El Papa puede interpretar la Escritura
Y acabar él solo con los errores
Igual que un asno puede tocar la gaita
él solo y acertar con las notas".
A continuación, presentamos otro dibujo del libro, que representa al Papa como el trasero de un monstruo que supuestamente había aparecido en las orillas del Tíber.
En ésta, titulada "El Papa, dios de este mundo, es adorado", un par de espontáneos defecan en la tiara papal, y en el escudo pontificio se han sustituido las llaves por dos ganzúas de ladrón. Lutero apostilla:
"El Papa ha tratado el Reino de Cristo
Igual que su corona está siendo tratada aquí.
Si tienes alguna duda, el Espíritu
lo dice (Apocalipsis 18),
Echadlo con alegría, porque
Dios mismo lo manda".
La referencia bíblica es a las palabras del Apocalipsis contra la Gran Babilonia, que para Lutero representaba el Papado, especialmente el versículo 18,6: "Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble."
Otra caricatura, con gran refinamiento, dibuja al Papa subido en una cerda y con apestosos excrementos en las manos. Es una referencia al Concilio que iba a reunir el Papa y los versos alusivos de Lutero dicen:
"Cerda, deja que monte encima de ti
E hinque las espuelas en tus costados,
Quieres tener un concilio
Y en lugar de eso te doy mi mierda".
En ésta más imaginativa, se presenta la "historia" del Papa: engendrado junto con sus cardenales por las Furias (una especie de demonios de la mitología griega), es criado y amamantado por ellas.
Finalmente, podemos ver cuál era, según Lutero, el final que merecían los cardenales y el propio Papa: morir de muerte ignominiosa, ahorcados como criminales. Los versos del Reformador decían:
"Si fueran justamente castigados
el Papa y los cardenales aquí en la tierra,
Sus blasfemias merecerían
Lo que ves pintado aquí".
En fin, creo que estas perlas bastan para que uno se pregunte en qué diantres estaban pensando los responsables del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos cuando llamaron a Lutero "testigo del Evangelio". El Reformador alemán era ciertamente sincero en sus creencias y quería seguir a Cristo, pero es un claro ejemplo de pasiones desatadas, justificadas a posteriori por una doctrina hecha a medida de sus pecados, desde el binomio desesperanza/presunción hasta la soberbia, la ira y la lujuria.
Si pecamos, que al menos Dios nos libre de intentar justificar nuestros pecados. Y si caemos en esto último, Dios nos guarde de hacerlo farisaicamente, so capa de religión.