El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre
Crucifixión como parte de los Siete Dolores de la Virgen por Josepf Janssens, Bélgica.
En el Instituto de misioneros de Jesús Crucificado, fundado por el Obispo de Campiñas, Brasil, Francisco Campos Barreto, cuenta entre sus ocho iniciadoras a una Hermana llamada Amalia de Jesús Flagelado, que, como la campesina de Baviera, Teresa Neumann, camina hacia Dios por las sendas místicas, y lleva impresas milagrosamente las cinco llagas de Nuestro Salvador.
Después de una intensa oración por una enferma de gravedad, el 8 de noviembre de 1929, recibió una locución de Jesucristo que le hizo comprender lo que sufrió la Santísima Virgen en la Pasión de su Hijo y le dijo: "Ruégame, por las lágrimas de mi Madre y entiende, hija mía, que siempre que los hombres me rueguen con fervor por las lágrimas de mi Madre, los oiré con gusto".
"Más tarde, dijo, mi Madre dará el tesoro de sus lágrimas, a mi amado Instituto, como un imán de mi misericordia".
Su promesa se cumplió cuatro meses más tarde. Era el 8 de Marzo de 1930; la Hermana Amalia estaba arrodillada en las gradas del Altar de la capilla, cuando "súbitamente", dice, me sentí levantada de ahí. Después vi una Señora de incomparable hermosura, vestida de una túnica morada, un manto azul y un velo blanco recogido en el pecho. Se acercó a mí, sonriente, llevando en sus manos un Rosario. Las cuentas brillaron como el sol, y eran blancas como la nieve. Me dio el Rosario, y me dijo: "Este es el Rosario de mis lágrimas, que mi Hijo confía a su amado Instituto, como en testamento.
La invocación ya ha sido dada por mi Hijo. Él quiere honrarme de una manera especial por medio de estas invocaciones, y concederá con gusto los favores que se le pidan con fervor por mis lágrimas.
Este Rosario servirá para convertir a muchos pecadores, en especial a los que están poseídos del demonio. Se ha reservado un honor especial al Instituto de Jesús Crucificado: la conversión de muchos miembros de una secta nefasta, con lo cual, la Iglesia Militante florecerá. Con este Rosario, se subyugará al demonio, y se derribará al infierno".
El 8 de Abril de 1930, Nuestra Madre Santísima volvió a bajar del cielo. Hacía un mes que había dado el Rosario de sus Lágrimas, y ahora reveló la nueva medalla Milagrosa de Nuestra Señora de las Lágrimas, que había de aumentar la humildad de los fieles y servir de una manera especial para la conversión de tantos.