"El miedo es retoño de la vanagloria e hijo de la increencia. Un alma orgullosa es esclava del temor y, al poner su esperanza en sí misma, termina por sobresaltarse por el más pequeño ruido y tiene miedo a la oscuridad.
Quien se ha convertido en siervo del Señor, solo teme a su Señor. En cambio, quien carece de temor de Dios suele asustarse de su propia sombra".
San Juan Clímaco, La escala del paraíso, 21.