En las palabras dirigidas a la mística polaca, Alicja Lenczewska (1934-2012), el Señor Jesús nos pide que cumplamos las llamadas de su Madre a la conversión, la penitencia y la oración.
† Satanás no tiene ningún poder con aquellos que no le dan permiso, los que rechazan todo lo que tiene alguna sombra del mal y no está de acuerdo con el Evangelio. En estas tinieblas en las que, con el consentimiento de la gente, cada vez el mundo está más envuelto, la única luz es una fe heroica, la fidelidad a mi enseñanza y la consagración a mi Madre que aplastará la cabeza de la serpiente (Słowo pouczenia, 308).
† El Inmaculado Corazón de mi Madre vencerá. Ella es Madre de la Iglesia, la Iglesia que siempre es santa, independientemente de los pecados y de las traiciones de muchos hijos de la Iglesia.
La Santidad de la Iglesia soy Yo, Mis apóstoles, Mis fieles servidores, que en el sacrificio de su martirio son el fundamento y el muro, y la cúpula de Mi templo. En Mi templo estoy vivo y verdadero, y en él, a través de Mis siervos, nutro a Mis hijos, y les devuelvo la vida para finalmente llevarlos a la casa del Padre.
Mi Iglesia sufre, como sufrí Yo, está herida y sangra, como Yo lo fui y como Yo dejé marcado Mi camino al Gólgota con Mi Sangre. La escupen, y la profanan, como escupían y profanaban mi Cuerpo. También tiembla y cae, como Yo temblaba y caía bajo el peso de la cruz, porque la Iglesia también lleva la cruz de Mis hijos a lo largo de los años y los siglos. Luego, se levanta y va hacia la resurrección por el Gólgota y por la crucifixión de tantos santos. Pero el poder del infierno no la derrotará, porque la sabiduría y el poder del Espíritu de Dios la guía con el corazón y con la mente de mi vicario (NE. Juan Pablo II) en la tierra y sus fieles colaboradores. Está llegando el amanecer y la primavera de la Santa Iglesia, aunque exista la anti-iglesia y su fundador, el Anticristo. Aunque haya profetas de Lucifer y sacerdotes, y un ejército criminal de la masonería, y muchas células y organizaciones a su servicio. Y aunque haya un « sanedrín » mundial que dirige la iglesia de Satanás en la tierra, aunque hayan dominado los gobiernos y las riquezas, y parece que lo hayan envenenado todo y estén llevando al mundo a su destrucción, la primavera de la Iglesia llegará.
El Anticristo no es Dios, no es capaz de crear nada y sólo quiere destruir lo que Dios creó. Queriendo "imitar" maliciosamente a Dios, hiere, lastima, deforma y envenena con su veneno de miedo, dolor y muerte. La anti-iglesia es lo opuesto a la verdadera Iglesia en sus estructuras, finalidad y acción. En lugar de la vida hay muerte, en lugar de la verdad hay mentira, en lugar del amor, el odio ; en lugar del perdón, la venganza ; en lugar de la libertad, la esclavitud ; en lugar de la humildad, el orgullo, en lugar de la misericordia, la crueldad. Así podríamos enumerar todos los bienes espirituales contenidos en el Evangelio y reconocer sus opuestos, que constituyen el contenido de la enseñanza y de las acciones de aquellos que luchan contra Mi Iglesia y Mis amados hijos que sufren.
Este camino que lleva la salvación conduce a través de la purificación de cada hijo de esta tierra del veneno diabólico del pecado original. Habrá una purificación que sacará a la luz de la verdad divina todas las mentiras de los hijos de las tinieblas. Cada persona, según su propia voluntad, ante esta verdad, tendrá que elegir entre el reino de Mi Padre o entregarse eternamente al padre de la mentira. Y el mundo será liberado de la telaraña de la gran ramera, de la iglesia del Anticristo y de aquellos de Mis hijos que le servían.
María es Aquella por la que viene el renacer de Mi Iglesia, para que resplandezca con todo el esplendor de la santidad divina. La actualidad exige de los hijos la verdad, la fe heroica, la esperanza y el amor. La gente ha de reconocer los signos de los tiempos a la luz de la oración y de la palabra de Dios y responder a las llamadas de Mi Madre y de Mi amado servidor Juan Pablo II, rezar, y hacer penitencia con la intención de salvar a Mis hijos perdidos (Słowo pouczenia, 432).
† Yo, igual que Mi Madre que se apareció en Fátima y Medjugorje, hago un llamamiento a todos para que se conviertan, oren y hagan penitencia, para salvar al mayor número posible de seres humanos y a la mayor parte de la tierra de la total destrucción por parte de Satanás que siembra la discordia, el odio y la agresividad en los corazones de las personas.
Haced penitencia y orad por aquellos que se han rendido al odio y por sus víctimas. Y confiad en Dios, Uno y Trino, para que haya paz y amor en vuestros corazones, en las palabras que decís y en vuestros actos. Solo así podréis oponeros a esta ola destructiva de odio y discordia mutuas que desbordan el mundo y se extiende cada vez más. Ésta es la nueva obra de Satanás, tras la ola de totalitarismo fascista y comunista. Ahora se trata de que todos luchen contra todos, aprovechándose de las diferencias étnicas, nacionales, religiosas o de cualquier otro tipo.
Son tiempos de confusión en el mundo y en los corazones humanos, porque los mensajes dirigidos al mundo para que las personas vuelvan a los caminos de Dios, para que oren juntos y hagan penitencia, han sido ignorados por el mundo y por aquellos que gobiernan los estados y proclaman diferentes ideologías, influyendo en sociedades enteras.
Los mensajes que llaman a la conversión han sido recibidos por algunas personas, que son los promotores de la paz. Ellos son la esperanza de la salvación de esta confusión que acaba de empezar y sigue creciendo, a pesar de aparentes consignas a favor de la paz y la unidad.
Nada se unirá y no habrá paz si no hay conversión hacia Dios. Al contrario, la zozobra, la confusión y la división seguirán creciendo y se irá expandiendo aquello que ocurrió en Yugoslavia, donde se ignoraron las llamadas de Mi Madre que se apareció allí, en Medjugorje.
Que lo que está sucediendo allí sea una advertencia para el mundo que se ve amenazado por lo mismo y más si no se hace eco de las llamadas a la conversión. Que esto sea una advertencia y un aviso para todos los que quieran construir su casa y su vida sin abandonarse confiadamente a Dios, sin oración y sin la necesaria cordialidad y apertura hacia los demás. Que esto sea también una llamada a la penitencia, a la oración y a las obras de misericordia para aquellos que siguen a Mi lado y desean llevar este mensaje de amor y paz. Amén (Słowo pouczenia, 254). Revista Amaos.