DAMOS INICIO a esta edición, reflexionando sobre la dificultad el día de hoy, de ser cristianos coherentes con nuestra fe. Y para esto voy a utilizar algunas palabras de un gran escritor Vittorio Messori entrelazadas con otros apuntes.
Responder en sentido positivo por la fe es hoy bastante menos fácil de lo que podían pensar en otro tiempo los cristianos.
De la política a la economía, de la ciencia al arte y a la propia cultura en general, todo lo que cuenta en el mundo se ha desvinculado de la dependencia cristiana y parece que le va de maravillas solo, sin necesidad de bautismos, muchos forsozos, casi siempre meramente exteriores, sin la "molestosa" presencia a su alrededor de todo lo que recuerde a cristianismo.
Y frente a esta realidad las advertencias de la Iglesia Universal sobre el incesto, aborto, homosexualismo, lesbianismo y otros problemas, fruto de una sociedad que pierde de vista una sana antropología, se basan en una preocupación legítima de lo dificil que resulta para el común cristiano el ser coherente con su fe, en un mundo cada vez más hostil.
Vamos por mal camino. Y es que de ésta aventura llamada vida nadie va a salir vivo. Nacemos ya perdidos. Desde la cuna nos convertimos en condenados a muerte en un mundo que desconoce la institución de la gracia.
No quiero pasar por un doctor, soy tan solo uno más que se hace en voz alta las preguntas que otros se hacen en voz baja.
Trato de mirar los signos de los tiempos aferrándome al único oficio que Dios me ha dado y que consiste no en enseñar, sino en informar, no en demostrar sino en contar.
Los artículos que vamos a tratar en esta edición, no lo he editado para parecer un buen cristiano, sino por que veo en el ser cristiano ¡un valor extremadamente positivo!
Hoy se marcha a contracorriente de los valores cristianos que habían sido asimilados por Occidente y se niega la protección y la integridad de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural y también se niega y amenaza a la familia fundada sobre el matrimonio, el único posible: entre un hombre y una mujer. Estamos ante el desatino antropológico en el que se abandona la concepción del hombre dotado de una naturaleza específica dirigida a un fin para sustituirlo por varias ideologías.
Tal vez te preguntes: ¿Por qué todo esto? ¿Por qué tanto desastre, por qué tanto sufrimiento, por qué tanto destrozo, por qué tanto dolor? Amigo, éstas son las consecuencias de los pecados de los hombres.
Recordemos que "El olvido o la negación de la realidad no contribuye a mejorar la vida; al contrario, la deshumaniza."