Análisis e interpretación de la Economía de la Profecía
Vivimos en tiempos donde la humanidad se ha concentrado, o mejor hacinado, en las selvas urbanas, se ha encantado con un universo colmena, donde reunida masivamente le hace culto a su soledad existencial en medio de las multitudes.
De este hacinamiento se desprenden miles de brazos. El brazo madre, donde se puede observar los más abundantes frutos, es el de los poderes económicos concentrados en pequeños grupos alrededor del mundo. Esta concentración masiva, urbana, de seres humanos, ha permitido a estos poderes económicos uniformar gradualmente al mundo entero, fenómeno que se conoce como globalización. El inicio de esta estrategia se eleva desde los cimientos de la tecnología, la cual comienza, en este caso, desde la unificación electrónica de los sistemas bancarios, que por avenidas de "Seguridad" justifican el estricto ojo vigilante de un centro madre que colecciona toda la información personal de cada unidad humana contable.
Con el correr de los años este sistema económico se ha desplazado por el contorno de la sociedad, alambrando convenientemente los sistemas contables de circulación humana, convirtiéndose en herramienta práctica al servicio de los sistemas políticos. De esta unión entre lo político y lo económico se desprende un brazo globalizante que inevitablemente, y por razones netamente económicas, ha ido formando un solo orden mundial, un solo gobierno mundial. Necesariamente esto generará para esos grupos económicos la unificación global del dinero, que terminará necesariamente eliminando el papel y alcanzará la realización de la meta tecnológica que es la de sumergir el sistema económico en un formato totalmente virtual donde no habrá necesidad ni del plástico, o de sistemas de tarjetas. Esta no es necesariamente una profecía de un futuro muy lejano: los principios de esta empresa global están ya cimentados y tienen vida propia universal por sí misma; se han convertido en una segunda naturaleza del hombre de hoy. Ya no se puede prescindir del sistema establecido, pues dejaría de respirar la colmena humana global. Está comprobado que hasta los sistemas políticos más radicales con referencia a los poderes económicos en manos de pequeños grupos, como lo son el socialismo y el comunismo, han sucumbido todos ante la presión de la sangre económica que corre por las arterias de los sistemas bancarios mundiales. Se han unido poco a poco y hoy no existe un solo sistema político, por radical que sea, que no pertenezca de una forma u otra a esta red global manejada por unos pocos.
¿Qué quiere decir todo lo mencionado hasta ahora? Que los poderes económicos determinan los poderes políticos y los sociales, los canalizan por dentro de un cauce específico por donde sus intereses están meticulosamente vigilados por un ojo central que toma decisiones globales que cambian constantemente el curso y la orientación del ritmo diario de toda la humanidad.
La vocería central de esta maquinaria inteligente se compone de muchos parlantes. Uno de ellos la ecología. Este parlante, plenamente al servicio de los poderes económicos, utiliza el hacinamiento urbano de las masas para presentar argumentos convincentes acerca de la sobrepoblación de la tierra, cuando en realidad se trata solamente de la sobrepoblación de los centros urbanos o ciudades de cemento. La tierra no está sobrepoblada; basta con viajar por encima de cualquiera de los cinco continentes y apreciar la inmensa porción de tierra inhabitada que yace virgen y plenamente rica en recursos naturales.
Otro brazo robusto de esta maquinaria es el de la planificación familiar. De este brazo se desprenden muchas ramas: la eutanasia, el aborto, los anticonceptivos, la esterilización del hombre y la mujer, la manipulación genética por medio de la ciencia médica y la industria farmacéutica. A su vez, de cada una de estas ramas se desprenden otras, justificadas en el bienestar del hombre. Una de ellas es la aparente guerra científica contra las plagas, el gigantesco vehículo económico en la industria de lo que podríamos llamar la producción de vacunas de emergencia, cuya efectividad no está vigilada por considerarse un cuerpo de defensa del bien común de la salud, el cual en principio es siempre experimental, por lo tanto no sujeto a juicio en caso de contraindicaciones o inefectividad contra el mal atacado.
Otro brazo no menos frondoso es el de los derechos humanos. Este brazo es el aparato justificador de toda la inmoralidad y decadencia que vive la sociedad humana de hoy a nivel mundial, del cual no parecen escapar ni siquiera las culturas fundamentalistas de los países del Islam o las religiones escrupulosas del paganismo oriental. Esta es la casa del relativismo, de donde se desprenden los movimientos del feminismo, el homosexualismo, el lesbianismo, el bestialismo, el ocultismo, el satanismo y una infinita variedad de corrientes que llevan a esta masa de gente directamente al abismo. La moda de lo políticamente correcto y de altos y profundos cuestionamientos está constituida por las famosas "Organizaciones No Gubernamentales" en las cuales se han infiltrado todos los movimientos ecológicos masones y las culturas marxistas de las ideologías europeas, que no son más que lagunas de ilusiones intelectuales nacidas en medio del vino tinto y el cigarrillo en los cafés de París, Bruselas y Madrid para luego operar desde los balcones de los gobiernos que ejercen funciones expansionistas con fines netamente económicos.
Por otra parte, la inculturización de los pueblos de nuestra presente civilización es aparentemente una inevitable avenida de desarrollo socio-económico. Las grandes metrópolis del mundo están fundidas en una variedad tal de razas humanas, que se vislumbra con facilidad una globalización también a nivel genético. ¿Cómo se podría explicar? Países como los Estados Unidos de Norte América, Canadá y Australia se han construido con una migración planeada y hasta cierto punto seleccionada, creando así los medios más abundantes, no solo de inculturización, sino de todos los niveles de combinaciones genéticas inter-raciales. Esto ha causado un enorme cambio antropológico llevando las bases biológicas de la humanidad a un tipo de Torre de Babel donde no solo los lenguajes naturales continúan confundidos, sino también los espirituales por medio de un efecto inevitable de sincretismo que en una forma casi imperceptible, elimina la identidad espiritual de los pueblos y los funde en una existencia filosófica manipulada por la bestia del consumismo, el espíritu del materialismo.
Hasta los brotes de gobiernos de aparentes corrientes marxistas como la actual Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que se expresan desde el lenguaje criollo de gobernantes más bien caricaturescos nacidos de las injusticias sociales y la corrupción política de muchos años, son tan sólo corrientes que equivalen únicamente a la protesta callejera de los bufones del rey materialismo que en el momento menos pensado los devolverá a sus trincheras de una bofetada inesperada y les limpiará sus protestas con el oro y la plata de una industrialización global de la que no se escaparán sino aquellos que aun viven estados primitivos, aborígenes, en las pocas selvas vírgenes que nos quedan.
La llamada para la humanidad de hoy es una llamada espiritual. Aquel que no ancla sus fuerzas en Dios, será arrasado como basura que cae al río y llevado por la corriente serena de un asesino silencioso del alma que elimina la vida del corazón, que destruye las entrañas del amor. Si no nos adentramos totalmente en Dios, seremos alimento inevitable de la bestia del materialismo, del relativismo, del homosexualismo, del ocultismo, y de todos los "ismos" que llevan al abismo.
Aquellos que hemos sido bautizados en Cristo Redentor, tenemos la oportunidad de levantarnos del letargo de esta carne pesada y enamorada de este amante malo que es el mundo de hoy y rehabilitarnos, para que en ese despertar podamos tocar la puerta de muchos corazones que no conocen a Dios; para que salgamos a utilizar el corto tiempo de vida que nos queda y les llevemos la esperanza de la gloria que viene, enseñándoles a descubrir con la sabiduría de Dios, la astucia del espíritu maligno que reina en la creación temporal del mundo material. No hay tiempo que perder. Podemos avanzar ahora mismo, mientras aun vivimos este día y llevar la antorcha encendida en medio de esta oscuridad. Debemos convertirnos en faros en el destierro, para que tantas almas vagabundas, perdidas en las tinieblas del mundo- como pudimos haber estado muchos de nosotros- encuentren la paz y el sosiego que solo Cristo nos da.
¡Que Dios tenga misericordia de todos nosotros y nos de la fuerza para vivir Su verdadero amor y así ser testigos de Sus promesas de salvación en Jesucristo nuestro Señor!
Vivimos en tiempos donde la humanidad se ha concentrado, o mejor hacinado, en las selvas urbanas, se ha encantado con un universo colmena, donde reunida masivamente le hace culto a su soledad existencial en medio de las multitudes.
De este hacinamiento se desprenden miles de brazos. El brazo madre, donde se puede observar los más abundantes frutos, es el de los poderes económicos concentrados en pequeños grupos alrededor del mundo. Esta concentración masiva, urbana, de seres humanos, ha permitido a estos poderes económicos uniformar gradualmente al mundo entero, fenómeno que se conoce como globalización. El inicio de esta estrategia se eleva desde los cimientos de la tecnología, la cual comienza, en este caso, desde la unificación electrónica de los sistemas bancarios, que por avenidas de "Seguridad" justifican el estricto ojo vigilante de un centro madre que colecciona toda la información personal de cada unidad humana contable.
Con el correr de los años este sistema económico se ha desplazado por el contorno de la sociedad, alambrando convenientemente los sistemas contables de circulación humana, convirtiéndose en herramienta práctica al servicio de los sistemas políticos. De esta unión entre lo político y lo económico se desprende un brazo globalizante que inevitablemente, y por razones netamente económicas, ha ido formando un solo orden mundial, un solo gobierno mundial. Necesariamente esto generará para esos grupos económicos la unificación global del dinero, que terminará necesariamente eliminando el papel y alcanzará la realización de la meta tecnológica que es la de sumergir el sistema económico en un formato totalmente virtual donde no habrá necesidad ni del plástico, o de sistemas de tarjetas. Esta no es necesariamente una profecía de un futuro muy lejano: los principios de esta empresa global están ya cimentados y tienen vida propia universal por sí misma; se han convertido en una segunda naturaleza del hombre de hoy. Ya no se puede prescindir del sistema establecido, pues dejaría de respirar la colmena humana global. Está comprobado que hasta los sistemas políticos más radicales con referencia a los poderes económicos en manos de pequeños grupos, como lo son el socialismo y el comunismo, han sucumbido todos ante la presión de la sangre económica que corre por las arterias de los sistemas bancarios mundiales. Se han unido poco a poco y hoy no existe un solo sistema político, por radical que sea, que no pertenezca de una forma u otra a esta red global manejada por unos pocos.
¿Qué quiere decir todo lo mencionado hasta ahora? Que los poderes económicos determinan los poderes políticos y los sociales, los canalizan por dentro de un cauce específico por donde sus intereses están meticulosamente vigilados por un ojo central que toma decisiones globales que cambian constantemente el curso y la orientación del ritmo diario de toda la humanidad.
La vocería central de esta maquinaria inteligente se compone de muchos parlantes. Uno de ellos la ecología. Este parlante, plenamente al servicio de los poderes económicos, utiliza el hacinamiento urbano de las masas para presentar argumentos convincentes acerca de la sobrepoblación de la tierra, cuando en realidad se trata solamente de la sobrepoblación de los centros urbanos o ciudades de cemento. La tierra no está sobrepoblada; basta con viajar por encima de cualquiera de los cinco continentes y apreciar la inmensa porción de tierra inhabitada que yace virgen y plenamente rica en recursos naturales.
Otro brazo robusto de esta maquinaria es el de la planificación familiar. De este brazo se desprenden muchas ramas: la eutanasia, el aborto, los anticonceptivos, la esterilización del hombre y la mujer, la manipulación genética por medio de la ciencia médica y la industria farmacéutica. A su vez, de cada una de estas ramas se desprenden otras, justificadas en el bienestar del hombre. Una de ellas es la aparente guerra científica contra las plagas, el gigantesco vehículo económico en la industria de lo que podríamos llamar la producción de vacunas de emergencia, cuya efectividad no está vigilada por considerarse un cuerpo de defensa del bien común de la salud, el cual en principio es siempre experimental, por lo tanto no sujeto a juicio en caso de contraindicaciones o inefectividad contra el mal atacado.
Otro brazo no menos frondoso es el de los derechos humanos. Este brazo es el aparato justificador de toda la inmoralidad y decadencia que vive la sociedad humana de hoy a nivel mundial, del cual no parecen escapar ni siquiera las culturas fundamentalistas de los países del Islam o las religiones escrupulosas del paganismo oriental. Esta es la casa del relativismo, de donde se desprenden los movimientos del feminismo, el homosexualismo, el lesbianismo, el bestialismo, el ocultismo, el satanismo y una infinita variedad de corrientes que llevan a esta masa de gente directamente al abismo. La moda de lo políticamente correcto y de altos y profundos cuestionamientos está constituida por las famosas "Organizaciones No Gubernamentales" en las cuales se han infiltrado todos los movimientos ecológicos masones y las culturas marxistas de las ideologías europeas, que no son más que lagunas de ilusiones intelectuales nacidas en medio del vino tinto y el cigarrillo en los cafés de París, Bruselas y Madrid para luego operar desde los balcones de los gobiernos que ejercen funciones expansionistas con fines netamente económicos.
Por otra parte, la inculturización de los pueblos de nuestra presente civilización es aparentemente una inevitable avenida de desarrollo socio-económico. Las grandes metrópolis del mundo están fundidas en una variedad tal de razas humanas, que se vislumbra con facilidad una globalización también a nivel genético. ¿Cómo se podría explicar? Países como los Estados Unidos de Norte América, Canadá y Australia se han construido con una migración planeada y hasta cierto punto seleccionada, creando así los medios más abundantes, no solo de inculturización, sino de todos los niveles de combinaciones genéticas inter-raciales. Esto ha causado un enorme cambio antropológico llevando las bases biológicas de la humanidad a un tipo de Torre de Babel donde no solo los lenguajes naturales continúan confundidos, sino también los espirituales por medio de un efecto inevitable de sincretismo que en una forma casi imperceptible, elimina la identidad espiritual de los pueblos y los funde en una existencia filosófica manipulada por la bestia del consumismo, el espíritu del materialismo.
Hasta los brotes de gobiernos de aparentes corrientes marxistas como la actual Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que se expresan desde el lenguaje criollo de gobernantes más bien caricaturescos nacidos de las injusticias sociales y la corrupción política de muchos años, son tan sólo corrientes que equivalen únicamente a la protesta callejera de los bufones del rey materialismo que en el momento menos pensado los devolverá a sus trincheras de una bofetada inesperada y les limpiará sus protestas con el oro y la plata de una industrialización global de la que no se escaparán sino aquellos que aun viven estados primitivos, aborígenes, en las pocas selvas vírgenes que nos quedan.
La llamada para la humanidad de hoy es una llamada espiritual. Aquel que no ancla sus fuerzas en Dios, será arrasado como basura que cae al río y llevado por la corriente serena de un asesino silencioso del alma que elimina la vida del corazón, que destruye las entrañas del amor. Si no nos adentramos totalmente en Dios, seremos alimento inevitable de la bestia del materialismo, del relativismo, del homosexualismo, del ocultismo, y de todos los "ismos" que llevan al abismo.
Aquellos que hemos sido bautizados en Cristo Redentor, tenemos la oportunidad de levantarnos del letargo de esta carne pesada y enamorada de este amante malo que es el mundo de hoy y rehabilitarnos, para que en ese despertar podamos tocar la puerta de muchos corazones que no conocen a Dios; para que salgamos a utilizar el corto tiempo de vida que nos queda y les llevemos la esperanza de la gloria que viene, enseñándoles a descubrir con la sabiduría de Dios, la astucia del espíritu maligno que reina en la creación temporal del mundo material. No hay tiempo que perder. Podemos avanzar ahora mismo, mientras aun vivimos este día y llevar la antorcha encendida en medio de esta oscuridad. Debemos convertirnos en faros en el destierro, para que tantas almas vagabundas, perdidas en las tinieblas del mundo- como pudimos haber estado muchos de nosotros- encuentren la paz y el sosiego que solo Cristo nos da.
¡Que Dios tenga misericordia de todos nosotros y nos de la fuerza para vivir Su verdadero amor y así ser testigos de Sus promesas de salvación en Jesucristo nuestro Señor!