El papa Francisco y el obispo emérito de Roma, Benedicto XVI, mantienen su primer encuentro personal desde que el Cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fuera elegido pontífice el pasado 13 de marzo, informó el Vaticano.

Francisco visita a Benedicto XVI en Castel Gandolfo. Un abrazo histórico: el nuevo Papa, y el Papa emérito, en unión fraterna por la Iglesia.

En un hecho histórico y sin precedentes en la historia moderna, el papa Francisco ha visitado el sábado 23 de marzo, al mediodía a su antecesor, Benedicto XVI, en el Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, a 25 kilómetros al sur de Roma.

Francisco partió del Vaticano a las 12.03 horas local (11.03 GMT) después de un vuelo de 20 minutos, Francisco aterrizó en el helipuerto de Castel Gandolfo -construido donde terminan los jardines de la residencia.

Cuando sobrevolaba la pequeña localidad ubicada a orillas del lago Albano, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, los vecinos del pueblo salieron a las calles y rompieron en aplausos.

En el helipuerto de la residencia de Castel Gandolfo, Francisco, fue recibido, según el Vaticano, por el Papa emérito Benedicto XVI; por el obispo de Albano (diócesis a la que pertenece Castel Gandolfo), Marcello Semeraro, y por el director de las Villas Pontificias (nombre del complejo pontificio), Savero Petrillo.

Dos Papas unidos en oración y fraternidad, una fuerza espiritual insólita en la Historia de la Iglesia

El Pontífice regresará a la Santa Sede después del almuerzo, a una hora que no fue precisada.

El Papa Francisco fue recibido por Benedicto XVI en el mismo helipuerto de Castel Gandolfo hacia las 12.15 de la mañana. 

Ambos Papas se fundieron en un "conmovedor abrazo", según atestiguó Lombardi (en Argentina lo traducen como "lindísimo abrazo").

Después, el Pontífice y el Papa emérito se fueron a orar juntos a la capilla de la residencia de Castelgandolfo. "Somos hermanos", le dijo el Papa Francisco cuando Benedicto XVI le ofreció un puesto de privilegio en la capilla. 

En ese edificio marcado por la moderna historia italiana, refugio de personas que huían de la guerra y los nazis en la Segunda Guerra Mundial, un anciano alemán y un Papa argentino rezaron juntos ante la imagen de la Virgen de Czestochowa, patrona de Polonia. 

Ese momento de oración fue, según el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, "un momento de profunda y elevada comunión".

El encuentro privado comenzó en torno a las 12.30 en la biblioteca privada de la residencia, que sirve de lugar de recepción para huéspedes importantes. Fue allí donde el Papa Francisco entregó a su predecesor un icono de Nuestra Señora de la Humildad "en honor a la humildad demostrada" por el Papa Emérito a la hora de presentar su dimisión.

La conversación entre ambos se desarrolló "en la más estricta confidencialidad y privacidad". Los dos pontífices iban vestidos con sotana blanca. 

El encuentro privado y confidencial se prolongó por espacio de 45 minutos A las 14.42 Francisco partió en helicóptero de vuelta al Vaticano. Así, la visita duró casi 3 horas.

Es el primer encuentro cara a cara desde que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fuera elegido papa, el 13 de marzo. 

Sin embargo, ya habían hablado por teléfono varias veces. Francisco llamó a Benedicto XVI justo después del cónclave y el día de San José. (El nombre de pila de Benedicto XVI es Joseph, José).

Benedicto XVI, de 86 años, es papa emérito desde el 28 de febrero último, día en que renunció. Por su propia decisión, está recluido en el Palacio Pontificio, apenas sin contacto con el mundo exterior y dedicado a rezar. Sigue la actualidad de la Iglesia a través de los medios de comunicación y reza por ella.

El encuentro entre un pontífice y su antecesor es algo impensado en los tiempos modernos, por los menos en los últimos 600 años. En el siglo XV, durante el Cisma de Occidente, hubo un momento en que tres Papas reclamaban ser el auténtico con argumentos bastante fuertes (cada uno había recibido votos de diversos cardenales y consideraba ilícitos a los cardenales y Cónclaves de los demás). Algunos renunciaron, finalmente, y otros murieron, pero desde luego aquellos Papas del siglo XV nunca se fundieron en un abrazo fraterno ni oraron juntos. 

El Palacio Pontificio de Castel Gandolfo alberga a los jefes de la Iglesia entre julio y septiembre de cada año desde 1655. En la ciudad, recostada sobre el lago Albano, sobran los recuerdos de los últimos papas, desde Juan XXIII y Pablo V hasta Juan Pablo II y Benedicto XVI.