Resulta gratificante entre tantas contradicciones escuchar hablar a un Cardenal africano. Él sin las'precauciones'o las'frases políticamente correctas'o sin tratar de agradar al mundo, al demonio y a la carne, se hace eco de las enseñanzas perennes de la Iglesia. Agradecemos de sobremanera por su franqueza, celo por las cosas de Dios y por el amor a las almas de los fieles.   

He leído el libro, Dios o nada, del cardenal Robert Sarah, prefecto para la Congregación del Culto Divino y les puedo asegurar que no tiene desperdicio. Para animarlos a leerlo, les dejo algunas de las afirmaciones del cardenal Sarah que más me han llamado la atención:

"Con "Dios o nada" me gustaría volver a poner a Dios en el centro de nuestros pensamientos, en el centro de nuestra acción, en el centro de nuestra vida, el único lugar que Él debe ocupar".

"Hoy, en el contexto de crisis profunda, que ve a la fe misma cuestionada y sus valores rechazados, creo firmemente que África puede aportar, en su pobreza, en su miseria, sus bienes más preciosos: su fidelidad a Dios, al Evangelio, su compromiso con la familia, con la vida, en un momento histórico en el que Occidente da la impresión de querer imponer los valores inversos".

"¿Qué significa "participar en la liturgia"? Quiere decir entrar de lleno en la oración de Cristo. Nada que ver con el ruido, el bullicio y el hecho de que todo el mundo tiene un papel como en un teatro. Se trata de entrar en la oración de Jesús, de inmolarse con Él".

"Benedicto XVI ha recordado con frecuencia que la liturgia no puede considerarse una obra de la creatividad personal. Si hacemos una liturgia para nosotros mismos, se aleja de lo divino: se convierte en una representación teatral ridícula, vulgar y aburrida.

"Benedicto XVI fue claro sobre el hecho de que la Iglesia no se construye a golpes de rupturas, sino en la continuidad. Sacrosanctum Concilium, el texto conciliar sobre la santa liturgia, no suprime el pasado. Por ejemplo, nunca pidió la supresión del latín o de la misa de San Pío V".

"Si la Iglesia empieza a hablar como el mundo y a adoptar el lenguaje del mundo, tendrá que aceptar cambiar su modo de juicio moral y, en consecuencia, tendrá que abandonar su pretensión de querer iluminar y guiar las conciencias. Al hacerlo, la Iglesia tendrá que renunciar a su misión de ser para los pueblos una luz de verdad".

"Creo que el Magisterio debe mantenerse firme como una roca. Porque si se crea una duda, si el magisterio se sitúa en relación con el momento en que vivimos, la Iglesia ya no tiene derecho a enseñar".

"No se puede, bajo el pretexto de que ya no nos escuchan, adaptar la formulación de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia a la circunstancias, a la historia o a la sensibilidad de cada uno. Si se crea un magisterio inestable, se crea una duda permanente. Hay un enorme trabajo que hacer al respecto: hacer comprensible la enseñanza de la Iglesia manteniendo intacto el núcleo de la doctrina. Y es por eso que es inaceptable separar la doctrina de la pastoral: una pastoral sin doctrina es una pastoral construida sobre la arena".

« Creo que la dificultad actual [para el futuro de la Iglesia] es al mismo tiempo una y triple: la falta de sacerdotes, las carencias en la formación del clero y la concepción a menudo errónea del sentido de la misión. »

« A la oración hemos de añadir un trabajo constante con nosotros mismos. La Iglesia está hecha únicamente para adorar y rezar. Si quienes son la sangre y el corazón de la Iglesia no rezan, secarán todo el cuerpo de la institución querida por Cristo. Por eso, los seminaristas, los sacerdotes y los obispos tienen obligación de mantener una relación personal con Dios. »

"Creo que dejar que un sacerdote o un obispo diga cosas que socavan o arruinan el depósito de la fe, sin interpelarle, es una falta grave. Como mínimo, hay que interpelarle y pedirle que explique las razones de sus comentarios, sin dudar en exigirle que los reformule de manera conforme a la doctrina y a la enseñanza secular de la Iglesia. No podemos dejar que la gente diga o escriba cualquier cosa sobre la doctrina, la moral, lo que actualmente desorienta a los cristianos y crea una gran confusión sobre lo que Cristo y la Iglesia siempre han enseñado".

« Los primeros misioneros nunca separaron el anuncio de la Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y el servicio de la caridad. Estas tres tareas se reclaman entre sí y están íntimamente unidas. Hoy tenemos tendencia a poner el acento en el compromiso sociopolítico y en el desarrollo económico, excluyendo la evangelización.

« ¿Cómo puede olvidar un sacerdote que la máxima ambición sacerdotal es la salvación de todos los hombres? »

Empleamos la Doctrina Social de la Iglesia de modo abusivo y sin entenderla bien, convirtiéndola en un instrumento de una acción política. »

« Benedicto XVI solía decir que las ideologías no salvan al mundo, sino los santos y su suave y gran luz. Las ideologías embrutecen, aplastan y destruyen a los hombres, porque no están intrínsecamente orientadas en beneficio suyo… El espíritu ideológico es lo contrario al espíritu evangélico. »

« La Iglesia no debe combatir la pobreza, sino librar una batalla contra la miseria y, especialmente, contra la miseria material y espiritual. La Gaudium et spes nos invita a luchar contra las miserias, no contra la pobreza: "El espíritu de pobreza y de caridad son gloria y testimonio de la Iglesia de Cristo… Quienes quieren erradicar la pobreza hacen mentir al Hijo de Dios. Caen en el error y la mentira ».

« La Santa Sede tiene que asumir su papel. No podemos aceptar la propaganda ni los grupos de presión LGBT: lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Los primeros enemigos de las personas homosexuales son los grupos de presión LGBT. Es un grave error reducir al individuo a sus comportamientos, principalmente sexuales. La naturaleza siempre acaba vengándose. »

« Básicamente, el hombre que no quiere comprender el purgatorio tampoco llega a saber quién es Dios. Dios, que es amor, arde en un absoluto inconmensurable. Cuando Moisés se encuentra con Dios, ve un fuego encendido de donde surge una voz que le dice: « Yo soy el que soy ». Y le pide que no se acerque demasiado y se quite las sandalias cubiertas de polvo.

No podemos ir hacia Dios como quienes dan un paseo romántico por un jardín inglés en busca de hermosas emociones... Dios nos pide una purificación de toda la suciedad que llena nuestro corazón y oscurece nuestra alma ».