Las respuestas de la conferencia episcopal al cuestionario presinodal describen lo que ya se hace en Alemania: comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, tolerancia para las segundas nupcias, aprobación de las uniones homosexuales.
Pocos católicos son conscientes de la grave crisis que podría estallar en la Iglesia durante el próximo Sínodo de los Obispos a realizarse en Roma en octubre. En un contexto de enfrentamientos internos tan graves que evocan las predicciones de Nuestra Señora de Akita en 1973: "cardenal contra cardenal, obispo contra obispo". La lamentable corriente que, bajo pretextos pastorales, propone relativizar la doctrina católica en materias de familia como divorcio y homosexualidad, es encabezada por la cúpula de la Conferencia Episcopal alemana.
Inicio este artículo copiando un texto de introducción del magistral artículo de Sandro Magister, "Sínodo. Los obispos alemanes ponen el carro delante de los bueyes" un vaticanista cabal, riguroso y valiente:
"En casi todas las diócesis de Alemania –advierte Magister- ya se dan la absolución sacramental y la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar".
Y no queda ahí la cosa: "Los obispos alemanes –agrega- también aspiran a que se bendigan en las Iglesias las segundas nupcias civiles, que se dé la comunión eucarística también a los cónyuges no católicos, que se reconozca la bondad de las relaciones homosexuales y de las uniones entre personas del mismo sexo".
No en vano, afirmaba desafiante el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal alemana, esto mismo: "No somos una filial de Roma. Cada conferencia episcopal es responsable del cuidado pastoral en el propio contexto cultural…".
Dicho esto, hace varias ediciones de la revista que trato de buscar un enfoque positivo, del que soy incapaz, a las noticias que nos vienen sobre el Sínodo y de la Conferencia Episcopal Alemana:
el 54% de los sacerdotes alemanes se confiesa una o ninguna vez al año sólo el 58% de los sacerdotes rezan (oran, hacen oración) al menos una vez al día
Estos datos se desprenden del « análisis sobre el ministerio pastoral alemán » que publicó la Conferencia Episcopal de Alemania el pasado jueves 16 de abril. La base del estudio es una encuesta a 8.600 sacerdotes católicos y asistentes pastorales a tiempo completo (« Pastoralreferentin »).
Quizá nos pueda ayudar a entender algunos motivos que expliquen por qué la Iglesia en Alemania es capaz de negar los sacramentos y la vida de la Iglesia a quien no pague impuestos para ellos, asimilando tal condición a la apostasía, y a la vez pretenden hacer la vista gorda con el adulterio amparándose en una peculiar concepción de la misericordia.
Como parte de la preparación del Sínodo de la Familia de octubre de 2015, a las diócesis del mundo entero se les pidió consultar la opinión de los fieles sobre el tema de dicha asamblea, el matrimonio y la familia. Las respuestas del laicado alemán fueron analizadas por la Conferencia Episcopal del país, que resumió su evaluación en el documento titulado "La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo de hoy".
Ahora bien, el texto elaborado por la Conferencia Episcopal Alemana revela una situación desoladora. Si su contenido refleja de veras la realidad nacional, lo que muestra es que la Iglesia en Alemania no ejerce más ninguna influencia sobre la opinión de los fieles en lo que respecta al matrimonio, a la familia y a la moral sexual.
De hecho, cabe preguntar qué es lo que pretendía, al final, la Conferencia Episcopal Alemana con el citado documento. De la diócesis de Essen –con aproximadamente 850.000 fieles–14 fueron las respuestas individuales al cuestionario que llegaron. De Maguncia (740.000 fieles) llegaron un total de 21 respuestas. De Magdeburgo (86.000 fieles) recibieron apenas 18. No es necesario haber estudiado estadística para saber que semejante encuesta de opinión no tiene ningún valor. Lo que la Conferencia Episcopal Alemana debería haber informado al Vaticano seria: "Lamentablemente no fue posible saber lo que los fieles piensan acerca de matrimonio y familia, una vez que no participaron de la encuesta". Pero al contrario, ese órgano episcopal redactó, con base en una encuesta sin valor, un documento recomendando la demolición de la doctrina católica sobre matrimonio y sexualidad.
¿Son estas peticiones una expresión de un discernimiento serio, o muestran un catolicismo diluido y contra las cuerdas? Es una pregunta legítima, especialmente a la luz de lo que surge de otra encuesta publicada el jueves pasado. En el mismo sitio de la Conferencia Episcopal, aparecieron igualmente datos sobre los resultados de otro análisis realizado en 8000 "agentes pastorales" de toda Alemania. El grupo de encuestados, compuesto por 48% de sacerdotes, el 22% de "expertos colaboradores parroquiales", 18% de "asistentes pastorales » y el 12% de diáconos, tenían que dar información sobre el nivel de satisfacción con respecto a su vida y "trabajo ". La encuesta, dirigida por académicos de importantes centros de estudio, obtuvo resultados que tal vez nos ayuden a interpretar las respuestas al cuestionario sinodal.
De los sacerdotes católicos en Alemania, sólo uno de cada dos estaría dispuesto a elegir el celibato nuevamente, a un cuarto ya no le gustaría vivir una vida célibe y otro cuarto de ellos se declara, cándidamente, "indecisos". No pocos sacerdotes hablan del problema que proviene de la "soledad afectiva" por no tener una relación de largo plazo con otra persona. De acuerdo con lo informado, la investigación Tagesspiegel muestra que algunos sacerdotes admiten [que tienen] "una relación inmadura con su sexualidad, o con su orientación sexual."
Esperamos ver lo que el cardenal Marx y quienes le acompañan en su posición harán de aquí hasta el Sínodo de la Familia. De cualquier manera otro cardenal alemán, Walter Brandmüller, presidente emérito de la Pontificia Comisión de Ciencias Históricas, ya lo advirtió claramente: "Quien quisiera cambiar el dogma es hereje –incluso si estuviera revestido de Púrpura."