El rostro de la misericordia de dios

"De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús"

El domingo 4 de septiembre de 2016, durante una Misa celebrada ante más de 120.000 fieles en la Plaza de San Pedro de Roma, el Papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta, universalmente conocida como fundadora de las Misioneras de la Caridad, quienes se ocupan del cuidado de los más pobres y marginados en la sociedad. Ya considerada santa en vida, fue beatificada por Juan Pablo II el 19 de octubre de 2003.

Era necesario obtener otro milagro, después de la beatificación, para la siguiente etapa; la canonización. El beneficiario de este milagro, Marcílio Haddad Andrino, curado milagrosamente por la intercesión de la venerable en 2008, testificó sobre su historial durante una rueda de prensa en el Vaticano el 2 de septiembre de 2016. El brasileño, que padecía de un grave absceso cerebral, fue curado milagrosamente y su recuperación fue completa e inexplicable, luego de obtener una reliquia de la Madre Teresa.

A continuación, presentamos una síntesis de un artículo tomado de la carta de abril de 1998 de la Abadía de San José.

« Ayudar a todos los hombres »

Gonxha (Inés) Bojaxhiu, la futura Madre Teresa, nace el 26 de agosto de 1910 en Skopje (ex-Yugoslavia), en el seno de una familia de nacionalidad albanesa profundamente católica. Allá por el año 1928, una gracia procedente de la Santísima Virgen orienta a Gonxha hacia la vida religiosa, ingresando en Dublín (Irlanda) en la orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto, cuya Regla se inspira en la espiritualidad de los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Gonxha medita sobre el sentido de la vida: « El hombre es creado para alabar, honrar y servir a Dios Nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma » (Ejercicios espirituales, 23). Su deseo es « ayudar a todos los hombres » (ídem, 146) a que encuentren el camino del Cielo.

Gonxha se siente atraída por las misiones. Sus superioras la envían a la India, a Darjeeling, ciudad situada al pie del Himalaya, donde comienza su noviciado el 24 de mayo de 1929. Como quiera que la enseñanza es la principal vocación de las Hermanas de Loreto, Gonxha imparte clases a las niñas, a la vez que estudia ella misma para obtener el título de profesora. El 25 de mayo de 1931, profesa sus votos religiosos y toma el nombre de hermana Teresa, en honor a Santa Teresa de Lisieux. En 1935, a fin de que termine sus estudios, mandan a la hermana Teresa al colegio de Calcuta, capital superpoblada e insalubre de Bengala. Allí convivirá con la miseria, pues la población vive, muere y nace en las mismas aceras, sin otro techo más que la parte inferior de un banco, el rincón de una puerta, una carretilla abandonada o unos cuantos periódicos o cartones. Es un lugar donde algunos niños recién nacidos son arrojados al cubo de la basura, a los arroyos, a cualquier parte, y donde los muertos se recogen cada mañana junto a los montones de basura...

El 10 de septiembre de 1946, durante la oración, la hermana Teresa percibe con nitidez una invitación del Señor para que abandone el convento de Loreto y se consagre al servicio de los pobres, viviendo entre ellos. Se lo confía a su superiora, quien la hace esperar con objeto de poner a prueba su obediencia. Al cabo de un año, la Santa Sede la autoriza a vivir fuera de la clausura. El 16 de agosto de 1947, a la edad de treinta y siete años, la hermana Teresa viste por primera vez un sarí (vestido tradicional de las mujeres indias) de color blanco de algodón rústico, adornado con un ribete azul, con los colores de la Santísima Virgen María, y en el hombro un pequeño crucifijo negro. En sus desplazamientos, lleva consigo un pequeño maletín con las cosas personales indispensables, pero no dinero. La Madre Teresa nunca pidió dinero, y nunca lo poseyó, aunque sus obras y fundaciones exigieron gastos muy costosos. La divina Providencia siempre proveyó.

A partir de 1949 son cada vez más numerosas las jóvenes que acuden a compartir la vida de la Madre Teresa, pero ella las pone a prueba durante largo tiempo antes de admitirlas. En otoño de 1950, el Papa Pío XII autoriza oficialmente aquella nueva fundación, denominada « Congregación de las Misioneras de la Caridad ».

Un lugar para morir "admirablemente"

Durante el invierno de 1952, un día en que va en busca de los pobres, descubre en la calle a una mujer agonizante, demasiado débil para luchar contra las ratas que le roen los dedos de los pies. Tras llevarla al hospital más cercano, donde admiten a la moribunda después de muchas dificultades, la hermana Teresa tiene la idea de pedir a la autoridad municipal un local donde poder recibir a los agonizantes abandonados. Le dejan a su disposición una casa que en otro tiempo había servido de residencia a los peregrinos del templo hindú de "Kali la negra", utilizado en ese momento por toda suerte de vagabundos y traficantes, y la hermana Teresa la acepta. Muchos años después, a propósito de los miles de moribundos que pasaron por aquella casa, llegará a decir: « ¡Se mueren tan admirablemente con Dios! Hasta el momento no hemos encontrado a nadie que se negara a pedir "perdón a Dios" o que se negara a decir: "Dios mío, te amo" ».

La Madre Teresa carece de ideas preconcebidas acerca de las obras que debe realizar, dejándose más bien guiar por la Providencia y por las necesidades de los pobres. Como ejemplo, el caso de un niño al que encuentra comiendo basura y que se queja del estómago: « ¿Qué has comido esta mañana? - Nada. - ¿Y ayer? - Nada ». Dos años más tarde, la Madre Teresa instala el "Centro de esperanza y de vida" para acoger a los niños abandonados. De hecho, los que son conducidos a ese lugar, envueltos entre harapos o incluso con papeles, carecen de toda esperanza de vida aquí en la tierra, recibiendo entonces el bautismo y encaminándose derechos al Cielo. Muchos de los que vuelven a la vida son adoptados por familias de todos los países. « Uno de los niños que habíamos acogido fue confiado a una familia muy rica, nos cuenta la Madre Teresa; era una familia de la alta sociedad que quería adoptar a un niño de corta edad. Algunos meses después, oí decir que aquel niño había contraído una grave enfermedad y que había quedado paralítico. Me dirigí a ver a la familia y les propuse: "Devuélvanme al niño y se lo cambiaré por otro con buena salud. - ¡Preferiría la muerte antes que separarme de este niño!", respondió el padre mirándome, con rostro compungido ». ¡Qué lección de amor!

La Madre Teresa señala lo siguiente: « Lo que más necesitan los pobres es sentirse necesarios, sentirse amados. Lo que más les hiere es el estado de exclusión que su pobreza les impone. Pues hay remedios y tratamientos para todo tipo de enfermedades, pero cuando se es un marginado, si no hay manos serviciales y corazones afectuosos no hay esperanza de verdadera curación ».

Una diferencia esencial de mentalidad

Fiel a la Iglesia, la Madre Teresa no acepta la anticoncepción, es decir, toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación (píldoras, preservativos...). En efecto, « cuando los esposos, mediante el recurso a la anticoncepción, separan estos dos significados que Dios creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como árbitros del designio divino y manipulan y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge, alterando su valor de donación total » (Exhortación apostólica Familiaris consortio del 22 de noviembre de 1981, 32). Se trata de una diferencia bastante más amplia y profunda de lo que habitualmente se cree entre la anticoncepción artificial y el recurso a los ritmos temporales. Dicha diferencia implica en resumidas cuentas dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí. La elección de los ritmos naturales comporta la aceptación del tiempo de la persona, es decir de la mujer, y con esto la aceptación también del diálogo, del respeto recíproco, de la responsabilidad común, del dominio de sí mismo. Al elegir la anticoncepción, la sexualidad no es respetada, sino que es "usada" como un "objeto" (cf. ibíd.).

Por el amor de Jesucristo

Todos los actos de la Madre Teresa se ven impulsados por el amor de Cristo, por la voluntad de « hacer algo hermoso por Dios », al servicio de la Iglesia. « Ser católica es para mí de una importancia total y absoluta, nos dice. Estamos a la completa disposición de la Iglesia. Profesamos hacia el Santo Padre un gran amor, profundo y personal... Debemos dar testimonio de la verdad del Evangelio proclamando la palabra de Dios sin ningún temor, abiertamente, claramente, según nos enseña la Iglesia ». « El trabajo que realizamos no es para nosotras más que un medio de concretar nuestro amor hacia Cristo... Nos entregamos al servicio de los más pobres de entre los pobres, es decir, de un Cristo que es la dolorosa imagen de los pobres... Jesús en la Eucaristía y Jesús en los pobres, bajo la apariencia del pan y bajo la apariencia del pobre; eso es lo que nos convierte en contemplativas en medio del mundo ».

La adoración del Santo Sacramento ocupa un lugar importante en la jornada de las Misioneras de la Caridad. Comulgan todos los días y reciben cada semana el sacramento de la penitencia. « La confesión es un acto magnífico, un acto de gran amor. Es el momento en que permito que Cristo saque de mí todo lo que divide y todo lo que destruye. La mayor parte de nosotros corremos el riesgo de olvidarnos de que somos pecadores y que debemos acercarnos como tales a la confesión ».

Entre las discípulas de la Madre Teresa existe una devoción muy especial por la Santísima Virgen. « María es nuestra guía y la causa de nuestro gozo. Dirigid a ella vuestras oraciones. Rezad el Rosario, a fin de que la Virgen esté siempre con vosotros, de que os proteja y os ayude. Introducid la oración en vuestras familias, pues la familia que reza unida permanece unida ».

Un secreto bien sencillo

Cuando se le pregunta de dónde procede su fuerza moral, la Madre Teresa responde: « Mi secreto es infinitamente sencillo: rezo. Mediante la oración me uno en el amor con Cristo. Rezarle es amarle ». El amor se halla indisolublemente unido al gozo. « El gozo es oración, por el hecho de alabar a Dios, pues el hombre ha sido creado para alabar. El gozo es la esperanza de una felicidad eterna. El gozo es una red de amor para atrapar a las almas. La verdadera santidad consiste en hacer la voluntad de Dios con una sonrisa ».

Tras diversas hospitalizaciones, la Madre Teresa se apagó en la paz del Señor, en Calcuta, el 5 de septiembre de 1997. Al conocer la noticia de su muerte, el Papa Juan Pablo II resumía de este modo su vida: « Su misión comenzaba al alba ante la Eucaristía. En el silencio de la contemplación, la Madre Teresa oía resonar el grito de Jesús en la Cruz: Tengo sed. Ese grito, conservado en el fondo de su corazón, la empujaba por los caminos de Calcuta y de todos los suburbios del mundo, en busca de Jesús en el pobre, en el abandonado, en el moribundo... La Madre Teresa, la inolvidable madre de los pobres, es un ejemplo elocuente para todos » (Ángelus del 7 de septiembre de 1997).