El más allá

¡El pecado no es gratuito. el infierno es una realidad!

La idea de que al final todos se salvan por aquello de San Pablo « Dios quiere que todos los hombres se salven » 1, requiere explicación.

Hay que distinguir entre el deseo de Dios y su decisión absoluta. El verbo utilizado aquí por San Pablo no implica eficacia absoluta, sino una voluntad que respeta la libertad de los hombres2.

Debemos pedir a Dios muy a menudo que nos proteja en las necesidades de la vida. Dios tiene en su mano todos los acontecimientos de la vida y los gobierna con amorosa Providencia. 

Debemos tener confianza de que todo lo que Dios hace o permite es en bien nuestro. Todo por amor a nosotros, aunque algunas veces con nuestro pequeño entendimiento no comprendamos los planes de Dios.

« La Divina Providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce, con sabiduría y amor, todas las criaturas hasta su último fin »3.

Dios está siempre presente en nuestras vidas. Nos ayuda y protege continuamente. 

Pero muchas personas sólo se acuerdan de Él cuando lo necesitan. Lo mismo pasa con el aire, que sólo nos acordamos de él cuando nos falta para respirar.

Sabemos que Dios es bueno y cuida de nosotros; aunque a veces no entendamos su Providencia. 

Fiémonos de Él que está arriba y ve más. El que está en la cumbre señala mejor el camino de la subida que el que está abajo, que no ve que el camino que él cree mejor está cortado por un precipicio tras una peñas. 

El buen padre de familia quita a su hijo de « botones » para que aprenda un oficio. De momento deja de ganar unas pesetas; pero de « botones » sólo aprende a llevar cartas y a cerrar puertas, y cuando, por la edad, tenga que dejar el oficio, será un hombre inútil. Aprender un oficio es a la larga mucho mejor. 

Dios nos guía como un padre de familia a sus hijos. Debemos aceptar de buena gana la PROVIDENCIA DE DIOS.

San José María Rubio, S.I. aconsejaba: « Hacer lo que Dios quiere, y querer lo que Dios hace ».

El infierno existe, no porque lo quiera Dios, que no lo quiere; sino porque el hombre libre puede optar contra Dios. 

No es necesario que sea una acción explícita. Se puede negar a Dios implícitamente, con las obras de la vida. 

Si negamos la posibilidad del hombre para pecar, suprimimos la libertad del hombre. Si el hombre no es libre para decir NO a Dios, tampoco lo sería para decirle SÍ. La posibilidad de optar por Dios incluye la posibilidad de rechazarlo4.

El gran misterio del infierno es que aunque Dios desea la salvación de todos los hombres, nosotros somos capaces de condenarnos. 

Dios nos ha creado libres y quiere que nos comportemos como tales. 

Negar la posibilidad de condenarnos es negar la libertad del hombre. Es anular al hombre. « Sin esta posibilidad, el hombre ni siquiera sería verdaderamente hombre »5.

Afirmar que existe el infierno es tomar en serio la libertad del hombre. Dios ofrece la salvación, no la impone. El infierno es el respeto de Dios por tu última voluntad. 

Si tú libremente elegiste el pecado, mientras no te retractes, Dios te respeta. Y como con la muerte se acaba tu libertad, no cambiarás eternamente.

No recuerdo dónde leí este pensamiento: « Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, porque los otros lo más que pueden hacernos es quitarnos la vida terrena; sólo nosotros mismos podemos condenarnos al infierno eterno ».

El hombre es libre para elegir el bien o el mal; pero, « si bien somos libres para elegir lo que se nos antoje, jamás podremos decidir las consecuencias de nuestra elección »6.

Se presenta el problema del mal. 

El mal es un misterio que supera el entendimiento humano. Nos debe bastar el saber que Dios saca bienes de los males7

Por ejemplo, para que el pecador reconozca su falta y se arrepienta; para que el justo expíe sus faltas en este mundo, gane así mayor gloria en el cielo, y dé buen ejemplo al prójimo con su paciencia; para que los hombres vivan más despegados de las cosas de la Tierra, porque esta vida es tiempo de prueba y no de premio, etc.

A veces, es difícil consolar a unos padres que han perdido a su niño angelical. Pero no podemos olvidar que Dios es padre amorosísimo, y no permite nada que no sea en bien nuestro. 

Dios conoce el futuro, y sabe si esa criatura angelical va a perseverar así o se va a torcer con gran daño para sí y para sus padres. 

Puede ser que la muerte angelical de ahora sería muy diferente el día de mañana. Confiemos en que los planes de Dios son siempre para nuestro mayor bien.

Puede ser que en un caso concreto, no alcancemos a ver el bien que Dios saca de ese mal. 

Pero ya nos dice San Pablo  que « para los que aman a Dios, todo coopera  en su  bien »8.

« Dios en su infinita Sabiduría subordina un bien inferior a un bien superior, el bien material al espiritual, el físico al moral, el profano al religioso, el terreno al celestial; porque no estamos hechos para la tierra sino para el cielo, no para el tiempo sino para la eternidad »9.

Sin negar el problema del mal, vamos a dar algunas ideas aclaratorias.

Mal es la carencia de un bien debido. 

Para la piedra no es un mal el no poder ver, pero sí lo sería para mí. En cambio para mí no es mal no poder volar, pero sí lo sería para un águila. Por eso dice Santo Tomás que el mal no es cualquier carencia de un bien, sino la carencia de un bien propio de una determinada criatura.

El único mal absoluto es el infierno: 

Todos los demás males son relativos: para unos sí, y para otros no; en un sentido sí y en otro no. 

Un terremoto puede ser un mal para mí, que en él he perdido mi casa y algunos seres queridos; pero no lo es para la Tierra que ha conseguido más estabilidad en su masa. 

Una enfermedad es un mal para mí en el sentido de que me hace sufrir, pero puede ser un bien si con ella me santifico y merezco más para el cielo. 

En el hombre el mal físico produce dolor, y el mal moral es producido por el pecado. 

El mal físico es consecuencia de las leyes de la Naturaleza. 

El mal moral es consecuencia del mal uso de la libertad humana. 

El mal moral Dios no lo quiere, pero respeta la libertad del hombre.

Para evitar el mal moral, Dios tendría que quitar la libertad al hombre. 

Dice el filósofo ruso Nikolai Berdaiev: « El problema del mal no es otra cosa que el problema de la libertad »10.

Todo hombre libre es capaz de pecar

Y un hombre sin libertad dejaría de ser hombre.  « Si el hombre no fuera libre, no sería hombre »11.

« Es la libertad la facultad por la que somos hombres »12.

La libertad para ser bueno o ser malo es lo que hace meritorio ser bueno13

Y hacer méritos para la vida eterna, es para lo que Dios nos ha puesto en la Tierra. 

Si Dios impidiera al hombre hacer el mal, violentaría su libertad. 

Dios tiene sus razones para permitir el mal. 

A nosotros nos basta con saber que Dios tiene Providencia, aunque desconozcamos sus caminos. 

« La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo conoceremos plenamente en la vida eterna14.

Dice San Pablo: « Sabemos que Dios hace converger todas las cosas para el bien de aquellos que le aman »15.

Evidentemente que Dios pudo haber hecho un mundo con otras leyes físicas. 

Pero todo mundo imaginable es perfectible. 

Para no poder ser superado hay que ser Dios, que es el único ser Omniperfecto. 

Dios ha pensado que este mundo es suficientemente bueno para que en él viva el hombre, y gane la gloria eterna que es el fin para el cual ha sido creado.

Pero, sobre todo, la respuesta al dolor es Cristo, que quiso pasarlo primero para animarnos a sufrir. 

Como la madre que prueba primero la sopa delante del niño, que no quiere comer, para animarle. 

El sufrimiento humano, individual o colectivo, a veces sólo tiene una respuesta: Cristo crucificado16.

« Al que sufre no se le puede ir con razonamientos. Se le acompaña y se le consuela. Por eso la mejor respuesta al dolor es Cristo crucificado ».

La Redención de la humanidad se ha hecho por el dolor. Por eso muchos santos han amado el dolor. 

El calvario se ha convertido en la meta ideal, según aquello de San Pablo que no quería gloriarse de « otra cosa que no fuera la cruz de Cristo »17

Y por extraña paradoja, el sufrir por amor a Cristo es una fuente inefable de consuelo. También lo dijo San Pablo: « Sobreabundo de gozo en medio de mis tribulaciones »18

Y es que el sacrificio realizado por amor pierde toda su dureza. Incluso se convierte en alegría cuando se ama de verdad19

Y además, la esperanza de la gloria. 

« El dolor pasará, las tribulaciones se acabarán, el sufrimiento se extinguirá para siempre. Y todo ello quedará substituido por una sublime e incomparable gloria que no terminará jamás »20

Por eso dice San Pablo:« ¿qué tienen que ver las amarguras y tribulaciones de  la tierra si las comparamos con la inmensa gloria que nos aguarda en la eternidad? »21.

« El cristiano no permanece pasivo ante el dolor propio o ajeno, y procura paliarlo con todos los medios lícitos de que dispone. (...) 

 »Cuando los recursos humanos se han venido abajo, cuando la CIENCIA Y EL AMOR SE HAN DECLARADO IMPOTENTES, EL CRISTIANO TIENE Todavía un refugio. 

 »Para él, el cielo no está vacío. 

 »En él vive un Dios bueno, sabio y omnipotente del cual dependen todos los acontecimientos de la vida y todos los fenómenos del universo. Un Dios que conoce nuestras miserias y oye nuestras voces de auxilio, y puede, si le parece bien, socorrernos y consolarnos.

  »Y cuando la oración no es oída enseguida, el cristiano no se desanima.(...) Sabe aceptar con serena resignación los designios inescrutables de Dios, que es el más amoroso de los padres »22.

Todas las cosas tienen « pros » y « contras ». 

La electricidad nos trae muchos bienes (iluminación, telecomunicación, motores, etc.); pero también puede provocar un incendio por cortocircuito y matar por electrocución. 

A pesar de los peligros que supone la electricidad no por eso dejas de poner en tu casa instalación eléctrica. 

El mundo que Dios ha hecho tiene muchas cosas buenas, pero a veces ocurren adversidades y contratiempos. 

Son consecuencias de que el mundo es un ser en evolución. La dinámica de la evolución provoca contrastes y conflictos23

A veces ocurren cosas que no comprendemos. 

Pero es absurdo querer entender a Dios al modo humano. 

Es como si un animal quisiera entender las ideas filosóficas humanas: es imposible. 

Es lógico que el hombre no entienda a veces el proceder de Dios. 

A nosotros nos basta saber que Dios es Padre, y permite el sufrimiento para nuestro bien. 

Lo mismo que una madre le pone a su hijo una inyección que éste necesita, aunque le duela. 

Dios deja actuar las leyes de la naturaleza y la libertad de los hombres, y no los mueve como el jugador de ajedrez las piezas. 

Sin embargo, ha de ser un consuelo para nosotros saber que en igualdad de circunstancias, en el cielo gozan más, los que más han sufrido en este mundo con cristiana resignación. 

Es consolador saber que « el sufrir pasa, pero el premio de haber sufrido por amor a Dios durará eternamente ». 

En el cielo bendeciremos a Dios por aquellos sufrimientos que nos han merecido tanta gloria eterna24.

No nos engañemos con el aparente triunfo de algunos malos. 

En primer lugar, porque el triunfo del malo se limita a esta vida, donde la experiencia enseña que no se da triunfo completo y libre de mal. 

Pero, sobre todo, porque el que peca es un fracasado para la eternidad, que es donde el fracaso es completo e irremediable. 

El único que triunfa es quien se salva.


1.) SAN PABLO: Primera Carta a Timoteo, 2:4

2.) CÁNDIDO POZO, S.I.: La venida del Señor en la gloria, X, 4.  Ed. EDICEP. Valencia. 1993.

3.) Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica nº 321 

4.) JOSÉ LUIS RUIZ DE LA PEÑA:La otra dimensión:escatología cristiana,Vlll,3.Ed.Sal Terrae. Sant.

5.) FRANCISCO DE MIER: Apuesta por lo eterno, V, 4.  Ed. San Pablo. Madrid. 1997.

6.) MADRE ANGÉLICA: Respuestas, no promesas, XI,6.  Ed. Planeta + Testimonio. Barcelona. 1999.

  7) Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 312

8) SAN PABLO: Carta a los Romanos, 8:28

9) ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, III, A, 4, nº 642. Ed. BAC. Madrid.

  10) VITTORIO MESSORI: Algunas razones para creer,  XII.  Ed. Planeta+Testimonio.Barcelona.2000

11) JUAN ANTONIO GALINDO: Dios no ha muerto, XV, 5,1.  Ed. San Pablo. Madrid.

12) ANTONIO GARCÍA FIGAR, O.P.: Matrimonio y Familia, V,6.  Ed. FAX. Madrid.

13) Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1745

14) Nueva Catecismo de la Iglesia Católica nº 324

15) SAN PABLO: Carta a los Romanos, 8:28

  16) JEAN DANIELOU: Dios y nosotros, II.  Ed. Taurus. Madrid.

17) SAN PABLO: Carta a los Gálatas, 6:14

18) SAN PABLO: Segunda Carta a los Corintios, 7:14

19) ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, 3º B, 3, nº 680. Ed. BAC. Madrid.

20) ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, 3º B, 4, nº 690. Ed. BAC. Madrid.

21) SAN PABLO: Segunda Carta a los Corintios, 4:17

22) ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, 3º, B, 2, nº 678.  Ed. BAC. Madrid

23) JUAN LÓPEZ PEDRAZ, S.I.: Cristianos en busca de respuestas, VI, 3. Ed. Sal Terrae. Santander

24) ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: Dios y su obra, Apéndice, 3º A, III,6, nº 664. Ed.BAC. Madrid.