El Papa Francisco declara el año 2025 el gran jubileo de la Esperanza, bajo el lema "Peregrinos de la Esperanza", en la Revista San Miguel No 71 se publicó un resumen del documento oficial, los invitamos a seguir reflexionando sobre el tema.
Hoy más que nunca es importante hablar de dos palabras: la esperanza y la confianza, y es que, pareciera que hemos perdido toda esperanza ante las adversidades de la vida.
En una conferencia dada por un sacerdote dominico, el padre Nelson Medina habla sobre la confianza, y nos dice: "cuando se pierde la confianza en una relación, ya sea una relación de pareja o en una relación entre padres e hijos, todo se viene abajo. La confianza es la base de toda relación humana. Por ejemplo; no podemos negar, que los serios problemas que se han presentado en la Iglesia han deteriorado la confianza de las personas. En muchos lugares sigue siendo una de las instituciones más confiables, pero tenemos tarea que hacer. Los creyentes y muy especialmente nosotros, sacerdotes. No podemos negar que tenemos una tarea importante, y esa tarea es reconstruir la confianza. Ese puente de la confianza está deteriorado en nuestra época".
"Para muchas personas, el conocimiento firme y sólido es el conocimiento de la ciencia. Pero ahora también los datos científicos en este momento producen desconfianza. Lo hemos visto de una manera ante el tema de la pandemia. Te encuentras vídeos en las redes sociales de prestigiosos médicos, científicos y científicas que nos están diciendo, miren lo que pasa es que quieren alterar el ADN de la humanidad, quieren esterilizarnos masivamente, este virus fue diseñado en un laboratorio. Y otros científicos dicen que es imposible que sea diseñado en un laboratorio porque el genoma muestra que no hay intervención humana. Son científicos contra científicos y muchas personas simplemente se quedan en la perplejidad".
Vivimos en tiempos de desconfianza, pero, nosotros somos creyentes, nosotros hemos puesto nuestra esperanza en el Señor. Y la pregunta que nos hacemos es. ¿Esa confianza en el señor también estará agrietada? Es verdad que tal vez hemos tenido momentos difíciles de confianza, incluso con la Iglesia, con el gobierno, con la ciencia. Pero nuestra confianza en Dios. ¿Está en buena salud o está en mala salud?" 1 Los últimos años han sido marcados por varios acontecimientos mundiales que han puesto a la población al borde de la histeria: La guerra entre Ucrania y Rusia sigue evolucionando, miles de personas son desplazadas a diario, sin contar los inocentes que mueren en aras de defender su territorio.
El conflicto bélico entre Israel y los grupos radicales palestinos parece no tener fin, personas despiadadas usan la religión, la política y la economía como pretexto para crear conflictos internacionales que pongan al mundo en jaque. Los juegos olímpicos de París despertaron mucha división y descontento en la población, una vez más usan a la religión para destruir.
Elecciones electorales que se llevaron a cabo durante el año 2024 de varios países como; México, El Salvador, Panamá, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Ecuador, han provocado una insatisfacción ciudadana sin precedentes, y qué decir de las elecciones de Estados Unidos que fectan a nivel mundial.
Sin contar con toda la basta información y desinformación que hay que digerir. ¡Cuidado! nos puede dar una "indigestión informativa o desinformativa", al fin y al cabo, indigestión. Y es que, todos los días somos saboteados por cientos de videos o podcast, mensajes masivos, etc. De supuestos expertos en todo que nos dicen la supuesta "verdad" del mundo.
Y es que en todos estos hechos es la "Vida humana" la que esta en juego, la dignidad, los valores, incluso la Fe esta en juego.
Ahora también se ha ido gestando una polarización tóxica entre los mismos católicos, conservadores o progresistas; tradicionalistas o concilio vaticano
II… ¿Acaso no somos UNA SOLA IGLESIA DE CRISTO?
¿Qué diría Jesús si nos viera?, ¿Qué haría al respecto? Estas son las preguntas qué deberíamos hacernos.
Las guerras sólo provocan, hambre, desplazamiento forzado, aumento en la pobreza, miles y miles de muertes inocentes… Maldad, pura maldad es el cerebro de las guerras.
Pareciera que el futuro de la humanidad se encuentra en manos dedirigentes despiadados que sólo buscan el poder absoluto y que ya no podemos hacer nada, sólo atacarnos entre nosotros para ver quién sobrevive.
¿Dónde está puesta nuestra confianza, en Jesús o en los dirigentes mundiales? ¿Acaso no nos prometió un Reino de amor? Como cristianos que siguen los pasos de Jesús, debemos tener esperanza en ÉL, ¿acaso no hemos escuchado innumerables veces en la homilía dominical o leído en las Santas Escrituras, que el amor de Dios es tan grande, hasta el punto de inmolar a su propio hijo?
La desconfianza se ha implantado hasta el fondo de nuestros corazones, y no dejamos espacio para la Palabra de Dios, para la escucha de nuestros hermanos, para la caridad, el amor, la solidaridad, la reciprocidad, para la FE.
Como cristianos-católicos, nuestra esperanza esta puesta en Dios. La esperanza en Él nos libera del miedo al futuro y de la incertidumbre.
Sabemos que Dios nuestro Señor es bueno, nos conoce y podemos confiar en que nos dará la fortaleza necesaria para enfrentar las dificultades que nos traiga la vida (Nahum 1:7).
¿Cuál es el camino de la esperanza?
La Sagrada Escritura nos indica el camino a seguir:
Nuestra mirada debe estar fija en Dios, tengamos cuidado de los falsos profetas como nos dice la segunda carta de Pedro; "Hubo también falsos profetas entre el pueblo de Israel; y así habrá falsos maestros entre ustedes.
Ellos enseñarán con disimulo sus dañinas ideas, negando de ese modo al propio Señor que los redimió; esto les atraerá una rápida condenación" (2 Pe
2:1) Y cuando hablamos de falsos profetas en pleno siglo XXI, nos referimos a todos esos miles de mensajes que circulan en internet sobre supuestos mensajes recibidos de nuestra madre del cielo, la madre de Jesús, María Santísima, o del arcángel san Miguel, incluso del niño Jesús. Seamos vigilantes, hagamos un buen discernimiento de lo que leemos, vemos y escuchamos. Un discernimiento a la luz de la Santa Escritura.
Una ola de desanimo ha surgido entre los fieles de la Iglesia Católica, sólo escuchamos hablar de catástrofes, de errores cometidos por algunos jerarcas de la Iglesia, pero ¿quiénes somos nosotros para Juzgar?, ¿Quién nos ha dado la potestad de juzgar como bueno o malo?
A nosotros como católicos se nos ha invitado a ser luz del mundo: "Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos" (Mt 5:14-16)
Seamos esa luz que lleva esperanza en medio de la oscuridad, en medio de las adversidades, no permitamos que nuestras quejas constantes por lo mal que va el mundo sobrepasen el mensaje que Cristo mismo nos vino a dar.
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor— planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. (Jeremías 29:11)
Así pues, "la esperanza es una virtud teologal", porque no emana de nosotros -nos recuerda el Papa Francisco- "no es una obstinación de la que queramos convencernos, sino que es un don que viene directamente de Dios".
Y si viene directamente de Dios, ¿por qué tenemos miedo? Siguiendo la reflexión junto con el Papa Francisco, él nos dice: "La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo" (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1817). Estas palabras nos confirman que la esperanza es la respuesta que se ofrece a nuestro corazón cuando surge en nosotros la pregunta absoluta: « ¿Qué será de mí? ¿Cuál es la meta del viaje? ¿Cuál es el destino del mundo? ».
La respuesta es sencilla; el destino del mundo está en la mano de Dios, y si realmente confiamos en Él, ¿por qué escuchar a falsos profetas que solo buscan asustarnos con la fecha específica o el año en que el fin del mundo llegará?
Para comenzar, las Escrituras nunca hablan del "fin del mundo", sino del "fin de los tiempos", como diciendo que este mundo no acabará del todo, sino que sería transformado en un "cielo nuevo y una tierra nueva" gracias a la Resurrección de Jesucristo.
En el evangelio de Mateo leemos: Jesús les contestó: « No se dejen engañar,cuando varios usurpen mi nombre y digan: Yo soy el Mesías. Pues engañarán a mucha gente. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen; todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin.
Unas naciones lucharán contra otras y se levantará un reino contra otro reino; habrá hambre y terremotos en diversos lugares. Esos serán los primeros dolores del parto. Entonces los denunciarán a ustedes, y serán torturados y asesinados. Todas las naciones los odiarán por mi causa.
En esos días muchos tropezarán y caerán; de repente se odiarán y se traicionarán unos a otros. Aparecerán falsos profetas, que engañarán a mucha gente, y tanta será la maldad, que el amor se enfriará en muchos.
Pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará. Esta Buena Nueva del Reino será proclamada en el mundo entero, y todas las naciones oirán el mensaje; y después vendrá el fin.
Entonces, si alguien les dice: Miren, el Mesías está aquí o está allá, no le crean. Porque se presentarán falsos mesías y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios. Miren que yo se lo he advertido de antemano.
Por tanto, si alguien les dice: ¡Está en el desierto!, no vayan. Si dicen: ¡Está en tal lugar retirado!, no lo crean. Pues, así como refulge el relámpago desde el oriente e inflama el cielo hasta el poniente, así será la venida del Hijo del Hombre. En otras palabras: « Donde hay un cadáver, allí se juntan los buitres. »
Después de esos días de angustia, el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y se bambolearán los mecanismos del universo. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre.
Mientras todas las razas de la tierra se golpearán el pecho, verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con el poder divino y la plenitud de la gloria. Enviará a sus ángeles, que tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo.
Aprendan esta lección de la higuera: Cuando están ya tiernas sus ramas y empiezan a brotar las hojas, ustedes saben que se acerca el verano.
Asimismo, cuando ustedes noten todas estas cosas que les he dicho, sepan que el tiempo ya está cerca, a las puertas. En verdad les digo: No pasará esta generación, hasta que sucedan todas estas cosas. Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.
Por lo que se refiere a ese Día y cuándo vendrá, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de Dios, ni aun el Hijo, sino solamente el Padre. (Mt 24: 1-15, 23-36)
Entonces, ¿de dónde surge nuestra preocupación por el futuro?, nuestro futuro esta en manos de Nuestro Señor, y si tenemos plena confianza en Dios, ¿por qué angustiarnos y comenzar a acumular comida para los próximos tiempos?, acaso no somos hijos de Dios y confiamos en su divina Providencia.
¿Acaso no esperamos en el Señor?, pero eso sí, entonamos a todo pulmón en las celebraciones Eucarísticas "mi alma espera en el Señor, mi alma espera en su Palabra, mi alma aguarda al Señor, porque en Él esta mi salvación". Y si en Él esta nuestra salvación, ¿por qué temer?
"Si no hubiera un mañana fiable, un horizonte luminoso, solamente podríamos concluir que la virtud teologal de la esperanza es un esfuerzo inútil. « Sólo cuando el futuro es cierto como realidad positiva, se hace llevadero también el presente. », decía Benedicto XVI" (Carta encíclica Spe salvi, 2)
Cristo murió, y resucitó por nosotros. ¡Resucitó!, ¡Resucitó!, pero a menudo olvidamos esta palabra, ¡Resucitó!, nos quedamos muertos junto a Él, el verdadero cristianismo surgió en la Pascua de Jesús, cuando se levantó el Domingo por la mañana y nos infundio su Santo Espíritu. Ahí en ese sepulcro vacío esta nuestra esperanza… ⴕ