Composición de lugar. Considera a Jesús Salvador del género humano.
Petición. Oh, Jesús mío, os pido gratitud a vuestros beneficios.
Punto primero. ¡Oh, Hija mía! Como todo mi afán es que te enamores de Jesús, único camino, verdad y vida de las almas, quiero darte otra meditación de los beneficios que hizo Jesús a las mujeres cuando vivía en el mundo, porque no hay cosa que así nos despierte a amar como el contemplar un corazón que verdaderamente nos ama… No aborrecisteis, oh buen Jesús, cuando andábais por el mundo a las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad… Nació de una Virgen, la Inmaculada María, y fue cuidado en su infancia y adolescencia por tan tierna Madre. Fue sustentado durante su predicación por las liberalidades de las buenas Marías… Al pie de la cruz, quiso tener el amor inocente y el amor penitente a sus dos lados: María, su Madre, y María Magdalena… Convirtió y perdonó a la Magdalena, a la Samaritana y a la mujer adúltera… Resucitó a la hija de Jairo, resucitó a Lázaro por los ruegos de sus hermanas, a quienes amaba Jesús, Marta y María… Oyó a la madre de los hijos de Zebedeo, y despachó su petición favorablemente… Oyó los ruegos de la Cananea, e hizo una milagro… Atendió a la fe de la Hemorroisa, y la curó del flujo de sangre sólo con tocar sus vestiduras…
Punto segundo. Hizo el primer milagro en las bodas de Caná por consideración a su Madre… Consoló a las hijas de Jerusalén… Se acordó de su Madre en la cruz, y la encomendó a su discípulo Juan… Una mujer limpia a Jesús el sudor en su camino de amargura… Una mujer, la de Pilatos, es la única que le defiende cuando todos sus discípulos le abandonan en su Pasión… Por fin, unas devotas mujeres le asisten en sus últimos momentos, colocan su cuerpo en el sepulcro, van a ungirle con aromas… lloran porque no le hallan, y son las mujeres las primeras que merecen verle resucitado… Las mujeres están en el Cenáculo cuando la venida del Espíritu Santo, así como antes reciben la última bendición del Salvador del mundo al subirse Éste a los cielos… Ama, pues, hija mía, con todo tu corazón a Jesucristo que tanto nos amó.
Punto tercero. A Jesucristo, además, hija mía, debe su consideración, respeto y aprecio la mujer cristiana… Donde no reina la Religión de Cristo, la mujer sólo halla desprecio, esclavitud, degradación… Mira lo que sucede a la mujer idólatra, musulmana… Contempla la degradación y envilecimiento a que llega cuando pierde la fe, la gracia de Jesucristo… Hasta deja de ser considerada como persona… La tratan como cosa, a veces con menor miramiento y consideración que a las bestias… ¡Oh hija mía! ama con todo tu corazón a Jesús, que tanto te amó, y a quien debes todo lo que tienes… Respeta su Religión divina, defiéndela, propágala, practícala con fidelidad, que es la mejor o única salvaguardia de tu dignidad y felicidad en este mundo y en el cielo. Óyeme.
Fruto. Como las devotas mujeres amaré y seguiré siempre a Jesucristo, y le reverenciaré y socorreré en la persona de sus ministros, de sus pobres y en su culto.