Esta situación dramática del mundo que "todo entero está bajo el poder del maligno" (1 Jn 5, 19 ; cf 1 P 5, 8), hace de la vida del hombre un combate, del cuál él no puede retractarse.
Ya nos recuerda el Catecismo :
"Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8 ; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12 ; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12 ; 1Ts 5, 2-3 ;2 Jn 7 ; 1 Jn 2, 18.22)".
Este misterio de la iniquidad está obrando en el mundo, gracias, entre otras cosas, a que los hijos de las tinieblas han sido más astutos ; mucho más astutos que los de la Luz, infiltrando a los suyos en lugares insospechados a nivel mundial, incluso en la misma Iglesia de Cristo, de tal forma que, incluso la parte que quedaba sana en la Iglesia, ha sido engañada.
Para la cultura satánica, de los hijos de las tinieblas, el ser de las cosas, incluido el derecho a la vida de las criaturas gestadas y las de toda población hoy en día, no existe. El objetivo final de la mano que mece la cuna (entiéndase los poderes del NOM), al intentar primero eliminar de la faz de la tierra cualquier vestigio de la estructura familiar humana, ha logrado en gran parte eliminar de las conciencias nuestro destino eterno y, por ende, a la Iglesia la ha arrinconado en un estado de muerte contra natura.
Para la comprensión del eslabón que une esta cadena subversiva en contra de la vida, la familia y la Iglesia ; en fin, en contra de la civilización Cristiana, es necesario reconocer la influencia de los hechos preternaturales que estamos viviendo desde la finalización del Concilio Vaticano II, y en perspectiva actual, desde hace unos 50 años, por la Masonería Eclesiástica. Este ataque ha sido frontal. Y para que nos situemos ante la realidad que nos confronta, recordemos lo que decía el gran Castellani :
"Los primeros mártires debieron luchar contra los emperadores, los últimos contra el mismo Satanás. Por eso serán mártires mayores. Ni siquiera serán reconocidos como mártires, agrega San Agustín, ya que se los condenará como delincuentes ante las multitudes, víctimas de la propaganda. La llamada « opinión pública » estará en favor de esta persecución."
CRISIS DE FE
En nuestro tiempo, estamos siendo también castigados, para nuestro bien, siempre para nuestro bien, con la situación que Dios permite, de encontrarnos aparentemente sin salida y que el camino se ve cada día mas oscuro. La Santísima Virgen María dice que los pecados de herejía, blasfemia, e impureza (Nuestra Señora de el Buen Suceso, Quito Ecuador) iban a ser los pecados gravísimos de nuestros tiempos.
No voy a hablar de todo el obscuro panorama que se cierne sobre nosotros, ni tratar de predecir lo que pueda pasar. Pero sí deseo insistir en algo que lo veníamos denunciando en nuestros escritos : una gran pérdida de la Fe sobrenatural y la toma del control del mundo material y "espiritual", aprovechándose de la deformación de las conciencias de los católicos, por fuerzas anticristianas.
Se nos han quitado nuestras "seguridades", se han modificado nuestros planes y ¡como se nos había advertido ! nos ha quedado solo la Fe. Pero ¿y si esa Fe, ya no es sobrenatural ?, ¿hacia dónde nos están llevando ?
¿Cómo no darse cuenta de esa falta de fe sobrenatural si comparamos la situación actual a la de la historia de la Iglesia Católica, donde estas actitudes de abandonar a los fieles o cerrar las Iglesias eran no solo impensables, ante situaciones más graves que las actuales ?
Es que, en la verdadera Iglesia de Cristo, Una, Santa, Católica y Apostólica esto no cabía, no cabe… En sus más de dos milenios de existencia, la Iglesia ha sido fiel a Cristo y a las almas, para ser así fiel a sí misma. No podría ser de otra manera.
Un sacerdote español comenta que en épocas de pandemias reales : a los sacerdotes y religiosos que huían de donde debían estar -y se jugaban la vida, literalmente- ; es decir, a los que huían de las gentes que enfermaban y morían, y de las sanas -que también las había- : o se volvían a su sitio, o quedaban inmediatamente EXCOMULGADOS. Cualquier cosa, cualquier solución era buena, menos… ABANDONAR. Porque no es, ni pertenece, por definición, a la Iglesia ; porque "eso" no es de Cristo.
¿Cómo se puede dejar a los fieles, desde la propia Jerarquía que debería vivir única y exclusivamente para ellos, y más con esta enfermedad, creada en laboratorio, sin los medios de salvación, ordinarios y extraordinarios, entregados por el mismo Jesucristo a su Iglesia, y cuando más falta les hacen ?
Lo que se ha conseguido con eso es darnos la clara idea de que la jerarquía ha cedido al mundo y a sus poderes y ha abandonado a las ovejas de su rebaño.
Hay que reconocer que existen Sacerdotes que se están jugando la vida ante esta situación y que algunos han muerto dando la vida por sus ovejas, como por ejemplo en Italia. Pero estas son raras excepciones. También, hay algunos valientes sacerdotes que se han ideado hacer cosas extraordinarias para no abandonar a los fieles, pero increíblemente han sido reprendidos y sancionados por sus Obispos. Ante esta situación cabe preguntarse : por qué será que a sacerdotes que son pedófilos, adúlteros, homosexuales o pro homosexualismo, a quienes apoyan el abominable crimen del aborto y dan la Sagrada Comunión a políticos asesinos y a otros que, públicamente niegan la verdadera doctrina de Cristo y un gran etcétera, les envían a Roma a la Gregoriana u otros altos centros de estudios a especializarse o seguir cursos en Teología, y otras logías.... y a aquellos sacerdotes de Cristo, fieles a su Ministerio, a la Iglesia de Cristo y Magisterio bimilenario, que llevan una vida de pureza y castidad y que guían a los fieles ya sea con sus homilías, charlas o forma de vida, son enviados a casas de enfermos mentales o incluso se les degrada al estado laical ? ? ?
Y sabemos que, cómo está la Iglesia, así está el mundo.
Y cómo si lo anterior fuera poco, deberíamos darnos cuenta de que, en el escenario del Nuevo Orden Mundial, todo está listo para el control global. Para enfatizar este panorama me hago eco de un artículo, de un escritor argentino, que finalmente tiene sentido común :
"...la obediente aceptación de otro virus mucho más peligroso que el que provocó todo el desquicio. El virus de un gobierno mundial totalitario que, con la excusa de detener una plaga, podrá ordenar la suspensión de Misas y Sacramentos, sofocar las libertades, prohibir la libre circulación, uniformar los pensamientos, perseguir a "disidentes sanitarios", aplicar curaciones y vacunaciones compulsivas y cambiar para siempre la vida de la especie humana. No es poca cosa."
¡Debemos reparar no solo pedir !
Basta mirar la Tradición Católica y ver cuál ha sido la reacción del pueblo católico y, obviamente, también el de sus pastores a lo largo de la historia, ante situaciones escalofriantes. Y si lo miramos sería difícil encontrar una excepción. El pueblo católico, cuando se ha tratado de una verdadera Pandemia, la ha reconocido como un castigo de Dios por nuestros pecados, se decían : tenemos que convertirnos, tenemos que clamar a Dios Misericordia… y cambiar nuestras vidas (¡Conversión !). Y hoy, qué se ha hecho sino, cerrar Iglesias, prohibir a quienes no están inoculados el ingreso a los Sacramentos, profanar a nuestro Señor con guantes y mascarillas, y un largo etcétera.
Ya nos lo profetizó el Cardenal Karol Wojtyla :
« Estamos ahora ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Estamos ante la lucha final entre la Iglesia y la anti-Iglesia ; entre el Evangelio y el anti-Evangelio. No creo que el ancho círculo de la Iglesia estadounidense ni el extenso círculo de la Iglesia universal se den clara cuenta de ello. Pero es una lucha que descansa dentro de los planes de la Divina Providencia, y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar.
Pero la confrontación sigue ahí, y la presencia de Satanás en la historia habrá de hacerse más fuerte a medida en que el hombre y la sociedad se alejen más de Dios, hasta llegar a un grado tal en que, como dijera la Madre de Dios en 1917, durante sus apariciones en Fátima,'todo parezca perdido' ». Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia » 9 de noviembre de 1976, durante el Congreso Eucarístico de Filadelfia, en Estados Unidos.
Iglesia y anti-Iglesia
Algunos autores han pensado que el katéjon era la misma Iglesia, cuya presencia constituía el último obstáculo para la manifestación del Anticristo. Así opina San Justino, el primer comentador del Apocalipsis, según el cual « Ecclesia de medio fiet », la Iglesia será sacada de en medio. La interpretación es un tanto atrevida. Es claro que no se la puede entender como si se tratase de una extinción de la misma Iglesia, sino de una grave decadencia de esta. Su estructura temporal será arrasada ; « fornicará con los reyes de la tierra » (Ap 17, 2), al menos una parte ostensible de ella, y la abominación de la desolación entrará en el lugar santo : « Cuando veáis la desolación abominable entrar a dónde no debe, entonces ya es » (Mt 24, 15). También San Victorino aplicó el katéjon a la Iglesia –« la Iglesia será quitada », dice–, pero en el sentido de que volvería a la oscuridad, a las catacumbas, perdiendo todo influjo en el orden social.
En su novela Juan XXIII (XXIV) escribe Castellani que « Iglesia » se dice en tres sentidos :
« Hay la Iglesia que es el proyecto de Dios y el ideal del hombre, y está comenzada en el cielo, la "Esposa", a la cual San Pablo llama "sin mancha", una ; hay la Iglesia terrenal, donde están el trigo y la cizaña mezclados para siempre, pero se puede llamar « santa » por su unión con la de arriba por la Gracia, dos ; y hay la Iglesia que ve el mundo, "el Vaticano", que trata con el mundo ; que está quizá más unida con el mundo que otra cosa, y que desacredita al todo, tres ».
Escrito esto, he de reconocer sinceramente, que las cosas no van bien en la Iglesia. Tenemos que hacer reparación por los pecados nuestros y de nuestros prelados. Se que esto es un tema delicado, porque como Católicos debemos valorar y practicar la virtud de la Obediencia a nuestros superiores y también de respeto para la autoridad eclesiástica. No lo ponemos en duda, pero como decía G.K. Chesterton :
"Al entrar a la Iglesia se nos pide quitarnos el sombrero, no la cabeza".
Al mismo tiempo estamos viendo qué tan grave es la Crisis intraeclesial y que gran causa de esta Crisis es la Infidelidad de una gran parte de la Jerarquía Católica. Sé que es muy urgente e importante que los Católicos tomen muy en serio el hecho de que, en gran parte, los enemigos más grandes de la Iglesia hoy en día son miembros de la Jerarquía. Y debemos poner cierta Resistencia y practicar ese equilibrio entre la obediencia y el cómo voy a practicarla como Católico, pero al mismo tiempo cómo voy a poner Resistencia a estos Pastores que realmente no son Pastores, sino lobos vestidos de ovejas. Hay que tomarlo muy en serio.
Y hablando de qué hacer : debemos esforzarnos ahora más que nunca por aprender nuestra fe (La Fe verdadera y no lo que nos han dado con el "espíritu" del Concilio Vaticano II), para conocer bien lo que enseña la Iglesia Católica. Ya que muchos Católicos no entienden bien lo que es la Obediencia. Hay multitud de fieles que creen que la fidelidad exige una obediencia ciega, de renuncia al sentido común y a la prudencia, y obsecuencia ante toda autoridad, sobre todo si se trata de autoridad religiosa.
-¿Los santos han sido capaces de pecar y errar ? - Ciertamente.
-¿Seremos por ello devotos de sus pecados y errores ? -Sería una necedad ; sólo alabamos en ellos las virtudes, que nos sirven de estímulo y ejemplo. Solamente en Nuestro Señor resplandece la Verdad y Belleza sin la menor sombra, y en su Madre Santísima, vestida de sol y coronada de estrellas.
-¿Y nuestros superiores, no siendo santos, son capaces de pecar y errar ?
-Con mucha más razón, así parece ; podrán pecar y errar en lo poco y en lo mucho, sin duda alguna, y su vida será un combate intenso, como la nuestra. No admitir esta posibilidad, rozaría la idolatría, como podrán darse cuenta…
-¿Pero debemos igualmente obedecerles ? -Por supuesto, en todo aquello que no suponga pecado ni ocasión próxima para nuestra alma o la ajena.
En resumidas cuentas : ¿puede uno obrar contra la virtud de la obediencia, obedeciendo ?
Claro que sí, obedeciendo MAL o, mejor dicho, desordenadamente.
Ya lo decía Castellani : [4]
(…) La obediencia religiosa está enderezada a la perfección evangélica ; sólo puede producirse en el clima de la caridad, y el abuso de la autoridad no solamente la hace imposible, sino que constituye una especie de profanación o sacrilegio.
La definición de "obediencia" de Santo Tomás es "oblación razonable firmada por voto de sujetar la propia voluntad a otro por sujetarla a Dios y en orden a la perfección."
Esta definición contiene claramente los límites de la obediencia porque no hay que creer, que la obediencia es ilimitada. Todo lo ilimitado es imperfecto. La obediencia religiosa es ciega, pero no es idiota. Es ciega y es iluminada a la vez, como la fe, que es su raíz y fuente. Sus dos límites son la recta razón y la Ley Moral.
Ambos límites están también fijados por San Ignacio al afirmar a una mano que físicamente es imposible asentir a algo absurdo, y a otra, que no hay que obedecer cosa en que se viese pecado, no ya mortal solamente, sino de cualquier clase. No se puede ejecutar virtuosamente ninguna cosa donde exista la más mínima porquería, relajamiento, vileza o claudicación moral.
Y a pesar de todo, muchos dicen : y si mi Obispo me pide algo, entonces yo tengo que obedecer… No, necesariamente. Aclaremos este punto : El Obispo tiene autoridad de nuestro Señor Jesucristo, pero tiene esa autoridad porque tiene un cargo sumamente Sagrado… de transmitir con fidelidad la Doctrina que nos salva y por eso tiene autoridad. Él no tiene autoridad para enseñar lo que le venga en gana o su opinión. Tiene autoridad para transmitir el deposito de la Fe que no cambia. Si un Obispo está ejerciendo autoridad y no está defiendo o enseñando el depósito de la Fe, el Católico que correctamente sigue la enseñanza Católica respecto a la obediencia, tiene que desobedecer. Porque si no, estaría desobedeciendo a Dios. Y eso es posible.