En nuestros últimos viajes de Misión por varios países, durante las reuniones y retiros que hemos realizado, nos hemos dado cuenta de las guerras culturales a las cuales nos estamos enfrentando. Por ponerlo en una frase, podríamos decir que todo el mundo está luchando una batalla a muerte con la dictadura del relativismo moral.
La confusión se crea en todas partes a través de los medios de comunicación. Los medios de comunicación son el formador principal de la conciencia de nuestro tiempo. El poder sin precedentes del cine, la televisión e internet es algo que los cristianos nunca han tenido que tratar antes, en tan gran escala. Un poder que ha inundado los hogares e invadido los rincones más profundos de la vida de la familia que, víctima de su propio "progreso" ha elegido en una gran mayoría a la televisión en desmedro de lo espiritual.
En todas partes hay que hacer frente a un Goliat, un monstruo que se alimenta o está impulsado por el dinero, las ganancias y una agenda subyacente de la revolución cultural en una escala que no creo que hayamos visto antes en la historia del hombre. Lo que estamos viendo es el desmantelamiento de los grandes tesoros que el cristianismo dio a la humanidad.
Estamos en guerra. Estamos en guerra y estaremos en guerra hasta el fin del mundo. Debemos aferrarnos a Jesús - para poder afrontar todo lo que está a punto de suceder.
Si yo pudiera decirles algo a ustedes que leen regularmente nuestras publicaciones, queridos amigos, damas y caballeros valientes, pediría recordar siempre que, en cualquier frente de la guerra en que estemos empeñados, frente a nosotros se encontrará un enemigo invisible, al que San Pablo llamó "principados y potestades de las tinieblas".
Si su tarea es principalmente la promoción del Evangelio de la Vida, se van a enfrentar al adversario invisible, Satanás, en su asalto principal sobre la humanidad. Él es, como dice Jesús, el Padre de la Mentira, un asesino desde el principio. Él trajo la muerte al mundo. Esto, debemos tener en cuenta cada vez que nos enfrentamos a seres humanos que son sus agentes, tanto consciente o inconscientemente y yo diría que probablemente la mayoría de ellos sin saberlo, están cooperando con el mal en esta escala.
Hay algunas batallas finales terribles que están por venir y van a ser quizás unas de las peores en la historia del hombre. Habrá muchas más víctimas. Nuestra tarea es principalmente la de ayudar a despertar a la gente para que pueda tomar conciencia de la naturaleza de esta guerra y reducir el número de víctimas.
Debemos tener en cuenta siempre el horizonte real, el horizonte eterno, la visión de la verdad, que es, el triunfo del Señor.
Es Su guerra
Hay que recordar que a lo largo de toda la historia de la salvación el Señor prefiere elegir a los pequeños y a los débiles de la tierra para confundir a los poderosos y a todos los poderes del enemigo.
Por eso Dios no se limita a soltar abrumadoramente recursos espirituales y materiales en el regazo de los que le servirán en este combate. El mismo Señor va a ganar las batallas finales, a través de nuestra debilidad y dependencia absoluta de Él, independientemente de lo que está sucediendo a nuestro alrededor, sin importar el grado de derrota que suframos.
Hoy, en esta etapa avanzada de la guerra vemos un eclipse, un oscurecimiento, una pérdida, una apostasía masiva, y al mismo tiempo vemos el resurgir de una extraordinaria esperanza, una nueva primavera que ya ha comenzado en medio de la oscuridad. El futuro ya está entre nosotros, la victoria ya está llegando a su momento final. ¿En qué tiempo llegará? No lo sabemos. Nuestra tarea es seguir haciendo lo que hacemos y confiar en que la victoria es de Dios.
Buena lectura