El cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos, en una intervención en el Osservatore Romano, ya en el mes de agosto de 2016, se expresó duramente sobre las modificaciones litúrgicas que en muchas Iglesias están siendo introducidas por los sacerdotes :
"Sobre este punto - escribe - la enseñanza del Concilio Vaticano II ha sido distorsionada". En particular, Sarah ha afirmado que " el celebrante no es el anfitrión de un espectáculo" reprendiendo el pensamiento del papa Francisco. "No se debe buscar el sustento de la asamblea, estando en frente de ellos como si la persona principalmente quisiera entrar en un diálogo con ella. Al contrario, entrar en el espíritu del Concilio significa estar recogido, renunciando ser el centro de atención".
El cardenal Sarah pide que se vuelva a un estilo litúrgico más tradicional, en el cual el sacerdote, en vez de dirigirse a la asamblea, se vuelva hacia el Oriente, ad orientem, la dirección por la cual volverá Cristo en su segunda venida. Al contrario de lo que algunas personas dicen, está en plena conformidad con las constituciones conciliares que todos, sacerdote y asamblea, se giren hacia el Oriente durante el rito penitencial, el canto del Gloria, la oración y la plegaria eucarística, para experimentar el deseo de participar en la obra de la redención completada por Cristo. Esta práctica, podría ser introducida ante todo en las catedrales, donde la vida litúrgica debería ser un ejemplo para todos. Además, para Sarah, el secularismo ha infectado la liturgia : "Una lectura demasiado humana nos ha llevado a la conclusión de que los fieles deben estar ocupados constantemente".
Sarah nota que muchas veces el sacerdote busca tener una alta atención de la asamblea con una modalidad nada ortodoxa. "El modo occidental de pensar, salpicado por la tecnología y desviado por los medios de comunicación, quiere transformar la liturgia en un espectáculo. En este espíritu, muchos han tratado de hacer celebraciones festivas. A veces el sacerdote introduce en la celebración elementos de entretenimiento. ¿No hemos visto la proliferación de testimonios, escenas y aplausos ? Quieren más participación de los fieles mientras ridiculizan la liturgia hasta el punto de convertirla totalmente en humana. Corremos el gran riesgo de no dejar lugar para que Dios entre en nuestras celebraciones".