DON GABRIELLE AMORTH, EXORCISTA OFICIAL DEL VATICANO

Ofrecemos una interesante entrevista del padre Gabrielle Amorth, quien a su paso por Madrid participo en un programa de televisión en el 2007. A pesar de que su visita fue muy rápida, y de hace unos años, es muy significativa, el equipo de ALBA logro esta fascinante tertulia junto a la escritora María Vallejo-Nágera.   

Una mañana de 1985, el cardenal  Ugo Polettti, vicario de Juan Pablo II como obispo de Roma, llamó a un sacerdote paulista nacido en 1925, el padre Gabrielle Amorth, para encomendarle una misión: ser el exorcista de la Diócesis de Roma y, por ende, del Vaticano. En estos veintidós años (2007, tiempo de la entrevista) el padre Amorth reconoce haber realizado más de cincuenta mil exorcismos. Por tanto, nadie mejor que él en todo el mundo para explicar qué es un exorcismo.

- El exorcismo es una oración pública de la Iglesia  que se hace con la autoridad de la Iglesia, porque la hace un sacerdote designado por el Obispo; es una oración de liberación del demonio, de su influencia  maligna o del mal provocado por él.

- Sin embargo, en la actualidad hay muy pocos exorcistas, ¿por qué? 

- Durante trescientos años la Iglesia ha abandona los exorcismos. Los motivos son diversos y los explico en uno de mis libros [Habla un exorcista, Planeta Testimonio]. Sin embargo, en cada diócesis debe haber uno ¡como mínimo! Pero ¿cómo los va haber, si la gente no cree en el demonio, incluso gente de la Iglesia, como sacerdotes y obispos? Es necesario saber que el obispo que no proporciona la ayuda espiritual necesaria a un fiel  con un problema demoníaco está pecando gravemente.

- ¿Por qué permite Dios una posesión o un mal demoníaco?

- Hay gente a la que he tratado que va a misa, reza y hace ayuno. Yo les pregunto: "Si no estuvieses poseído, ¿lo harías?". Y me responden que no. Además, pregunto a los demonios mientras hago este exorcismo: "¿Por qué te empeñas en quedarte? Y me dicen: "No puedo irme porque Dios no me lo permite. Si me fuera de esta persona, se alejaría de los sacramentos, y estando así, acude a Dios y es ferviente su oración". Luego es posible que para esas personas, esa cruz sea necesaria para su salvación y la de los que comparten esa cruz con ella: su entorno, su familia y sus amigos.

- En el evangelio, Jesús dice que algunos demonios sólo se van con ayuno y oración, pero existen casos en los que el exorcismo dura muchos años, o que incluso no llega a producir nunca esa liberación, aunque se recurra al ayuno y la oración. ¿Por qué?

- Hay ocasiones en que el Señor permite un caso de posesión en que la persona no llegue a liberarse nunca. Yo los he tratado. El Señor invita a acudir al ayuno y a la oración para expulsar cierto tipo de demonios, porque hay varios. Igual que hay ángeles con diferentes funciones y misiones, con los caídos pasa lo mismo, pues también son ángeles. Pero como digo, en ocasiones nada funciona, ya que Dios lo permite para la salvación de muchas almas, no sólo de la persona poseída, aunque no es normal.

  - Otra cosa incomprensible es cómo puede comulgar un poseído y que no se dé su liberación, siendo como es la Sagrada Forma el cuerpo vivo de Cristo. ¿Acaso no nos ha dicho la Iglesia que el demonio huye de Cristo como de la peste?

- Es cierto. No se aleja el demonio cuando la persona comulga. Se queda ahí quieto, aunque supongo que tremendamente incómodo. A veces, durante un exorcismo, coloco sobre la cabeza del poseído una forma consagrada y pregunto: "¿Sabes lo que tienes ahí?". Y contesta: "Sí, está Él", y ni se inmuta. Sin embargo, he descubierto algo curioso: el demonio se descontrola en rabia desesperada cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen, como un escapulario, o si rezo oraciones de la Virgen. ¡A María le tiene un odio impresionante! Entonces si se revuelve, no lo puede soportar. ¡Huye como la peste!

 - Y eso ¿por qué?

Porque se siente profundamente humillado. El saberse obligado a hincar la rodilla ante una mujer, la Madre de Cristo... ¡Ah! No puede con eso. Las oraciones a la Virgen durante un exorcismo son extraordinariamente poderosas a mi favor...

También ocurre con las reliquias que han pertenecido a algunos santos. Yo suelo utilizarlas con mucha frecuencia, porque no las puede soportar. Suele'salir'despavorido por la misma razón: la humillación de la obediencia a la que le obliga Nuestro Señor, que le induce a doblegarse ante un hombre, no ante un ángel o ante Dios mismo: ante un hombre que ha sido santo.

Me ocurre mucho con las reliquias que utilizo del padre Pío  de Pietrelcina, a quien tengo especial devoción. Sale huyendo ante las oraciones y las invocaciones que hago sobre él.

¿Sabe que lo conocí siendo yo muy jovencito? ¡Le tiraba de la barba y él se partía de risa! Yo le adoraba, era una persona de una bondad hiperbólica, un hombre de Dios de pies a cabeza. Un gran santo de nuestro mundo. 

- Usted cuenta que durante los exorcismos un poseído puede expulsar por la boca objetos de metal, cristal y cosas así?

- Es curioso, ocurre a veces. Esos objetos no están dentro de la persona físicamente, se materializan en la boca al ser expulsados. Los he cogido con mi mano, incluso cuchillas de afeitar. 

Tengo una caja enorme llena de estos objetos. La guardo para demostrar físicamente lo que ocurre durante la expulsión de un demonio. Es muy difícil de creer, pero están allí. 

Una vez, una persona sobre la que oraba me escupía todo el rato y yo esquivaba sus salivazos como podía. Una de ésas, le vi que me iba a escupir en ese momento y puse mi mano ante su boca. Fue todo muy rápido, pero cogí al vuelo un clavo enorme y estaba seco. No tenía saliva ni nada.

Se había materializado en el momento de salir de su boca. 

- Usted cuenta que una sola sesión de exorcismo puede ser durísima.

- Se necesita una enorme fuerza psicológica para asistir a un exorcismo y no distraerse de la oración con nada, diga lo que diga o haga lo que haga el demonio. La fatiga puede ser muy grande.

- ¿Cómo nos protegemos para que nunca nos suceda algo así?

- El mejor remedio contra el demonio es la oración y la confianza en la Misericordia. Con oración y siendo fieles a los regalos infinitos de la Iglesia: los sacramentos. Dios jamás abandona a un hijo fiel. Lo protege, lo ama con locura, lo mima con sus regalos. ¡No debéis tener miedo jamás!

- Y usted ¿No ha tenido miedo nunca?

- El mismo día que me nombraron exorcista me encomendé a la Santísima Virgen. Le pedí que me arropase y me protegiese cada día con su manto materno. Además, tengo una profunda devoción a mi Ángel de la guarda, al que me encomiendo cada día y antes de cada exorcismo. Por lo tanto, creo que es el Demonio, por la gracia de Dios, el que se hecha a temblar cuando me ve aparecer y empiezo a rezar.

- Es cierto que usted ha exorcizado junto a Juan Pablo II?

-¡Ja, ja...! Les cuento una anécdota de ese impresionante santo. Estaba yo exorcizando a una pobre muchacha joven, a la que llevaba muchos años intentando liberar. El exorcismo esa mañana había sido durísimo y tanto ella como yo estábamos agotados. Entonces nos fuimos los dos a una misa que celebraba el Papa en San Pedro. Ella estaba tranquila, con unas ganas tremendas de estar en la misa y de ver al Papa. Todo iba bien hasta que el Papa entró en la Basílica, con todos los ropajes, preparado para celebrar. En cuanto esta muchacha le vio, se puso fatal: alaridos, convulsiones, etc. Estaba claro que el demonio no soportaba la presencia de ese pedazo de santo, de ese hombre tan de Cristo. El Papa la miró lleno de compasión y dio la orden de que la alejaran un poco, pues los gritos que profería y las palabrotas iban a ser un incordio para la celebración. Cuando finalizó la misa, el Papa se acercó a ella, que seguía con una inquietud horrorosa. Le impuso las manos, comenzó a orar y la muchacha se puso fatal. Así estuvo el Santo Padre un buen rato, hasta que se calmó un poco. Quizá logró expulsar un par de demonios. El caso es que, agotado, le dijo a su secretario: "Avise al Padre Amorth. Que siga él". Y ahí tuve que seguir yo, que había estado antes no sé cuántas horas con la pobre desdichada sin ningún fruto. Me reí: el Papa no lo sabía.

- ¿Le obedeció?

- ¡Por supuesto! Yo quise muchísimo a Juan Pablo II.

- ¿Que recomienda a una persona que quiere ir al cielo, saltándose el purgatorio y sin saber nada de Satanás?

- Yo también quiero ir al cielo. Agárrate a los sacramentos y sobre todo a la Virgen María. Ella jamás te abandonará.


La medalla de san Benito

No falta entre el material de trabajo de un exorcista la medalla de san Benito, o en su defecto, la cruz de san Benito, que lleva incrustada dicha medalla. Nacido en Nursia hacia el año 480 y autor de la Regla Benedictina, san Benito, poderosos exorcista, dejo escrita una breve oración de exorcismo muy difundida a través de la medalla de san Benito. Las iniciales que se leen en dicha medalla quieren decir:

Crux Sancti Patris Benedicti

CSPB

Cruz del Santo Padre Benito

Crux Sacra Sit Mihi Lux

CSSML

Mi luz sea la cruz santa,

Non Dacro Sit Mihi Dux

NDSMD

No sea el demonio mi guía

Vade Retro Satana

VRS

¡Apártate, Satanás!

Numquam Suade Mihi Vana

NSMV

No sugieras cosas vanas,

Sunt Mala Quae Libas

SMQL

Pues maldad es lo que brindas

Ipse Venena Bibas

IVB

Bébete tu mismo veneno