Cómo es necesario dedicarse a Dios enteramente y para siempre
SIERVO. ¡Oh Virgen Fervorosa ! No solamente os dedicasteis a Dios en los primeros años de vuestra juventud ; sino que aún os entregasteis toda a Él, y sin la menor reserva.
Le sacrificasteis enteramente vuestra libertad para no tener otra voluntad que la suya.
No quisisteis tener otra satisfacción en este mundo que la de agradarle, ni otro gusto que el de privaros por Su Amor de todo placer.
Siempre fue uniforme vuestra conducta : caminasteis constantemente por los caminos que Dios os había trazado, e hicisteis en ellos todos los días nuevos progresos.
Vuestro ejemplo condena mis inconstancias en el servicio de Dios, y la atención que no he tenido con Él.
Mi conducta me cubre de vergüenza ; porque habiendo sido Dios siempre el mismo conmigo, en todo tiempo exigía de mí el mismo sacrificio y, la misma fidelidad.
MARÍA. ¿Por qué, hijo mío, por qué te has detenido después de haber comenzado tan bien ? ¿Por ventura Dios no es hoy un Señor tan grande y tan amable como lo era en otro tiempo ?
¿No tienes siempre con Él las mismas relaciones ? ¿Dependemos menos de Él en un tiempo que en otro ? La obligación de ser enteramente para Él ¿no es igual en todos los tiempos ?
A medida que adelantas en edad, los beneficios de Dios se aumentan, y con ellos debe crecer tu reconocimiento, y por consiguiente tu fidelidad.
Dios solo ha formado tu corazón, y lo ha formado solo para Él. Él, pues, debe ser su único dueño ».
Este Señor no te ha dicho : préstame tu corazón, sino dame tu corazón ; y fiel a su Voz, tú se lo habías consagrado. Pues ¿qué derecho has tenido para quitárselo ?
Es hacer demasiado honor al mundo, el darle algún lugar en tus afectos. Y es hacer a Dios el ultraje más grande, oponerle un contrario semejante.
Dices que te mirabas como el hombre más desdichado si no fueses del número de los amigos de Dios, pero ¡qué amigo es a los ojos de un Dios celoso, un amigo tan débil y tan cobarde como tú !
Dios no cree que sea darte demasiado el darse todo a ti pues, ¿por qué no serás tú todo para Él ? Entrégale todas las cosas al Señor, y lo encontrarás todo en Él. El mundo y todo lo que es del mundo no es nada en la estimación de aquel para quien Dios es todo.
SIERVO. ¡Oh Virgen Santa ! pues que soy tan débil y miserable, necesito sin duda de una gracia poderosa y eficaz para aprovecharme de vuestras instrucciones, y caminar sobre vuestros pasos.
Pedid para mí, yo os lo suplico, Madre mía, al mismo tiempo que me animáis con el ejemplo de vuestro fervor, pedid para mí los auxilios que me son necesarios.
¡Ay de mí ! después de tantas inconstancias e infidelidades, ¿me atreveré yo aún a presentar a Jesús mi corazón ? Claro que sí, pues Él no ejercita su cólera contra un corazón contrito y humillado, ni contra vuestra mediación.
¡Oh Madre de Misericordia !, dignaos de hacer las paces entre el Señor y yo : haced que este Dios Salvador se digne, a vuestras instancias, llenar de tal suerte mi corazón de sus gracias, que no admita en el servicio de un Señor tan bueno, ni división, ni otras atenciones, y que no suspire sino por Él.
De las ventajas y dulzuras de la soledad
SIERVO. Vos, Virgen Santa, debisteis pasar en el templo los días bien tranquilos y serenos.
Allí gozabais en paz y a vuestro placer de las comunicaciones de Dios, y le preparabais dentro de Vos misma un templo mucho más glorioso y más digno de Él.
El pensamiento de la presencia de Dios ocupaba allí sin cesar vuestro espíritu, y estabais continuamente en la contemplación de Sus grandezas y de Sus perfecciones.
El amado estaba allí todo para Vos, y Vos estabais toda para Él. Todo cuanto el mundo podía presentaros más rico y más hermoso, no era nada a vuestros ojos.
MARÍA. Hijo mío, un alma que está en la soledad apartada del mundo y de sus objetos, pasa en efecto días felices.
No se ocupa en otra cosa Sino en solo Dios, como si Él solo estuviese con ella sobre la tierra.
Su espíritu está allí siempre recogido para escuchar la voz de su Dios, y ninguna cosa es capaz de interrumpir la voz de su corazón que se deja entender continuamente.
Encuentra en estas cortas palabras, que dice muchas veces poseída del más tierno amor ; en estas palabras… Vos sois el Dios de mi corazón... (Sal 72, 26) encuentra, digo, toda su gloria, toda su riqueza y todo su placer.
Sentada, como la Esposa Sagrada a la sombra de su Amado (Cant 2, 3), mira con compasión las fatigas que se toman los hombres por llegar a ser grandes y opulentos, y no comprende cómo se puede amar otra cosa que lo que ella ama.
Todo lo que pasa sobre la tierra la mueve poco. Aquel a quien Ella ama, es siempre lo que ha sido, y será siempre lo que es : tan santo y tan amable. En este pensamiento encuentra un motivo de alegría siempre nuevo.
Cuando Dios quiere dar a un alma sur lecciones divinas, y hablarle al corazón la conduce a la soledad (Os 2, 14).
Pídele, hijo mío, este gusto del retiro, este espíritu de recogimiento que tenían los Santos. Desea vivir lejos del mundo, y no te presentas en él sino por necesidad.
Cuando la necesidad te obligue a presentarte, imita a la paloma que se vio obligada a salir del arca ; pero volvió a ella inmediatamente, porque no encontró ningún paraje en donde poder reposar.
Si no huyes del mundo con cuidado, presto tomarás sus gustos y una vez que llegues a gustar de las cosas del mundo, ya no gustarás más de las de Dios.
La Esposa de los Cantares buscó a su Amado en medio de las calles de Jerusalén, y no le halló.
Confiesa sencillamente que nunca has salido de las conversaciones del mundo, sin ser más responsable a los ojos de Dios, pues no lo eras cuando entraste en ellas.
Es, pues, necesario amar el retiro para poder presentarte al público con más seguridad. En el retiro es en donde se aprende, cómo es necesario hablar cuando se está en medio del mundo.
La vida retirada es uno de los medios más poderosos para conservar la inocencia. Ninguna cosa debilita tanto la virtud del hombre como la frecuente compañía de los hombres.
¿Se puede respirar un aire tan pestilente como el del mundo, sin experimentar su contagio ? Retírate, hijo mío, muchas veces a la soledad para respirar aire más puro.
Los Santos solitarios han confesado, que jamás se habían hallado más bien dispuestos para conversar familiarmente con Dios, que después de haberse separado de los negocios y compañías del mundo.
Hijo mío, las delicias de Dios consisten en estar contigo : coloca tú las tuyas en estar con Él ; y en ninguna parte le encontrarás mejor que en la soledad.
Aquí es en donde le descubrirás mucho más libremente que en otra parte, tus más íntimos pensamientos, y en donde podrás más fácilmente decirle tus sentimientos con toda la libertad de una confianza llena de respeto.
Aquí es en donde aquel Señor hará nacer con más facilidad en tu espíritu aquellos pensamientos que suavizarán tus penas, calmarán tus temores, disiparán tus dudas, y te mostrarán el camino seguro para conducirte en todas las cosas con sabiduría.
Y aquí es finalmente en donde hará entender a tu corazón una Voz secreta, que es propia de Él y en donde su corazón usará de lenguaje que no es entendido sino de sus amigos, y que imprime en un alma verdades, cuyo conocimiento es un puro efecto de Su Amor.