El Viernes Santo, cuando Jesús fue crucificado, su Madre, la Virgen María, y San Juan, su discípulo amado, estando al pie de la Cruz, momentos antes de exhalar, Jesús le dijo a su Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu Madre". (Jn 19,27) Desde entonces, todos los cristianos somos hijos de María, que no tiene otro deseo que conducirnos a todos a su Hijo Jesús.
Consagrarse a María es elegir, siguiendo a muchos santos de la Iglesia, pertenecer a ella de manera especial para seguir a Jesús con ella y a través de ella. Basta con pensar en los ejemplos recientes del Papa San Juan Pablo II, e incluso de nuestro Papa actual, Francisco. Este camino ciertamente no es indispensable para la salvación, ya que Jesucristo es nuestro único Redentor. Pero este camino, recomendado por la Iglesia, es "una manera fácil de obtener de Dios la gracia necesaria para convertirse en santo", como lo declara San Luis María Grignion de Montfort en su Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen.
Es la voluntad de Dios que todos se consagren a María. Durante sus apariciones en Fátima en Portugal en 1917, la Virgen María declaró a los tres niños videntes: "Habéis visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón".
La palabra "consagrar" significa "santificarse con". Por lo tanto, consagrarse a Jesús a través de María es santificarse con María. En una conferencia, el obispo Jean Ntagwarara de Bubanza en Burundi explicó el significado de la consagración a María:
"¿Qué significa consagración? Ser consagrado es ser apartado para Dios, y sólo para Dios. Se trata de dedicarse, de entregarse libremente para su gloria.
"Jesús es el primer consagrado: Jesús se consagró a su Padre cuando vino al mundo: « Aquí estoy yo para hacer tu voluntad ». (Hb 10,9) Su consagración está animada por un amor divino, un amor perfecto. Y debido a que es perfecto, es el único acto definitivamente aprobado por Dios.
"Todos los demás actos de consagración se refieren a Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino es por mí". (Jn 14, 6) "Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos sean consagrados en la verdad". (Jn 17,19) El bautizado es consagrado a Dios Padre, por medio de Jesucristo, en el Espíritu Santo.
"La consagración bautismal es el fundamento de todas nuestras otras consagraciones: la Profesión de Fe, la consagración en una asociación de fieles, la oración de consagración según San Luis María de Montfort, etc., todo esto no constituye una adición sino una profundización, un cumplimiento, una explicación de esta consagración bautismal.
"Uno puede consagrarse por alguien con dos condiciones: primero, que sea una consagración a Dios; en segundo lugar, que el intermediario ya esté consagrado a Dios de manera total y definitiva. Esta persona se convierte en un modelo a seguir y un ayudante.
"La consagración a María no puede tener otro propósito que la unión con Jesús, podemos consagrarnos a Dios a través de María, ya que María está consagrada a Dios: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Por lo tanto, consagrarse a Dios a través de María es saber reconocer la misión que María recibió en el Calvario cuando Jesús le dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego le dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". (Jn 19,26-27)
"Consagrarse a Dios a través de María es también imitar a Jesús, que se entregó a María en la Encarnación. Jesús es el primer consagrado a María. ¡Qué mejor podemos hacer, que imitar a Jesús!" vl