Muchos de nuestros lectores se habrán dado cuenta de que el Papa Francisco a menudo denuncia la dictadura del dinero, que se ha convertido en un dios y tomado el lugar del hombre en el centro de la economía. Esta denuncia del actual sistema financiero que nos gobierna no es nueva, ya que podemos encontrarlas a través de las grandes encíclicas sociales de diferentes Papas. En el siguiente artículo, Louis Even hace observaciones sobre una de estas encíclicas sociales: Rerum Novarum de León XIII (1891) sobre la cuestión obrera y social.
León XIII (1878-1903) ha sido sin duda alguna uno de los papas más importantes de los tiempos modernos, no sólo por la duración de su pontificado – superada sólo por la del Beato Pío IX –, sino sobre todo por la amplitud y riqueza de su magisterio.
Aunque los últimos Papas han publicado más de treinta cartas encíclicas sobre temas sociales, la carta encíclica del Papa León XIII Rerum Novarum, es considerada como la primera encíclica importante en justicia social, dando inicio a toda la serie. Esta encíclica fue una gran luz en un momento en que las clases trabajadoras sufrían condiciones injustas, provenientes de una revolución industrial que pudo, y debería haber sido beneficiosa para todas las clases de la sociedad. El Papa León XIII escribió, en los primeros párrafos de su carta:
« […] disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores. » (RN No. 1)
¿Acaso fue el objetivo de la "desenfrenada codicia de los competidores" el aumentar el nivel de vida de toda la población, y el de aumentar la cantidad de bienes de consumo a través de desarrollos industriales? ¡No! Pero incluso si algunos empleadores se inclinaban a ser buenos y humanos, fueron obligados por las exigencias sobre sus espaldas de los barones del dinero. El dinero tenía que engendrar más dinero, no sólo para permitir que los barones del dinero disfruten un estilo de vida lujoso, sino también para alimentar su sed de más poder sobre otras personas. El dinero ya era en ese momento el objetivo principal de las empresas, que incluso contrataban a niños. El hombre existía para servir a la industria, y no al revés. Y la industria existía para servir al dinero.
Una usura voraz
Justo después del párrafo citado anteriormente, siguen dos líneas que sin duda se relacionan con esta sed de dinero pero que también nos deja intrigados por el uso de una expresión que no es precisa, y que no se repite en el resto de la encíclica:
« Hizo aumentar el mal la voraz usura, que reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. » (RN 1)
¿Qué es esta « voraz usura practicada bajo una 'forma' o apariencia distinta"? ¿En qué consiste? La usura ha sido a menudo condenada por la Iglesia, manifestó el Papa León XIII, quien también dijo que ahora está siendo practicada bajo otra forma. ¿Bajo qué forma? El lector promedio de los documentos de la Iglesia, quizás no haya prestado atención a este problema, pero el que se haya percatado tiene toda la razón para estar intrigado (sobre todo en 1891, antes de que esta expresión deba ser explicada en otra carta encíclica del Papa Pío XI en 1931, como veremos en un próximo artículo).
La forma de usura a menudo condenada por la Iglesia fue durante mucho tiempo cualquier interés sobre un préstamo de dinero. Luego, una vez que se legitimó el interés, llamaban "usura" a las altas tasas de interés. A finales del siglo 19, cuando la encíclica Rerum Novarum fue escrita, los catecismos enseñaban que la tasa máxima tolerada de interés era de cinco por ciento. Más de eso fue considerado usura.
Pero ¿qué pasa con el término "usura practicada bajo otra forma" utilizado por el Papa? ¿Significa una tasa de interés muy alta? Si es así, de qué porcentaje? ¿O es algo más, y en qué forma?
En un libro que escribió en 1935, un sacerdote Inglés, el Padre Drinkwater, identificó esta "usura devoradora bajo otra forma", como la monopolización del crédito, que iba a igualarse más y más a una monopolización de la creación de dinero, a pesar de que el funcionamiento de esta monopolización de crédito era, en ese momento, un misterio para casi todo el mundo.
La monopolización del crédito
El Padre Drinkwater constató que un comité denominado Unión de Friburgo, en Suiza, había preparado algunos elementos para la elaboración de la Rerum Novarum, y que entre los miembros de este comité había al menos una persona de Austria, que era muy consciente de la cuestión del dinero y del crédito bancario. Un texto que este austriaco había preparado, y que al parecer fue aprobado por el comité, mostró claramente cómo el simple dinero bancario — el cuál es creado en los bancos y se compone básicamente de libretas de ahorro y libros de contabilidad bancaria, y que ya se estaba convirtiendo en el principal instrumento monetario para el comercio y la industria — era nada más que la monetización de la capacidad de producción de toda la comunidad.
El nuevo dinero creado así sólo puede ser social por naturaleza (que pertenece a toda la sociedad), y no la propiedad del banco. Este nuevo dinero es social por su base: la comunidad o la sociedad, y porque puede comprar cualquier bien o servicio en el país. El control de esta fuente de dinero, por lo tanto pone en las manos de aquellos que la ejercen un poder discrecional sobre toda la vida económica.
Este texto del experto austriaco también mostró que los bancos no prestan dinero de sus depositantes, sino depósitos que crean de la nada simplemente inscribiendo cifras en libretas de ahorro, y que cuando los bancos prestan dinero — ninguna cuenta es disminuida en el banco — ellos no tienen que extraer un centavo de sus cajas fuertes. Así que el interés que se cobra sobre sus préstamos es sin duda usurario: cualquiera que sea su tasa — en realidad es más del 100%, ya que se carga interés sobre un capital de cero — la entidad crediticia (el banco) no se queda sin el dinero que presta; ¡él sólo lo crea! Esta usura con razón se puede describir como "devoradora", ya que los bancos exigen que los acreedores paguen el dinero que nunca se ha creado, que nunca se ha puesto en circulación. (Los bancos crean el capital que prestan, pero no el interés).
Por tanto, es matemáticamente imposible pagar todos los préstamos; la única manera de que la economía en un sistema de este tipo pueda seguir adelante es volviendo a pedir prestado para pagar los intereses, lo que crea deudas privadas y públicas impagables.
En un artículo publicado en Catholic Times, El Padre Drinkwater comentó sobre este párrafo de la Rerum Novarum que habla de "una usura devoradora":
"Cuando la encíclica por fin apareció, estaba en muchos aspectos, basada en los hechos y las conclusiones del círculo Friburgo. En un momento dado, sin embargo, (pero muy importante), la encíclica fue una decepción para los que esperaban mucho de ésta. "El grupo de Friburgo había esperado algo mucho más explícito en dirección a la reforma monetaria. Estaban muy conscientes, sobre todo los que vinieron de Viena, del proceso de la creación del crédito y de los males que surgen de tal poder en manos privadas". El Padre Drinkwater a continuación cita las palabras de uno de ellos: "Si no tenemos éxito en la transformación de nuestro actual sistema de crédito, todos los demás medios para rescatarnos del peligro social, fallarán."
"El decir por qué se ha dejado fuera", continúa el Padre Drinkwater, "o más bien reducido a una condena vaga de la usura en un disfraz diferente", necesitará de más investigaciones que nadie probablemente podrá hacer.
¿Cuál fue la redacción exacta de este texto sobre el monopolio del crédito? No se puede saber, ya que no hay ninguna mención de ello en la encíclica. ¿Fue suprimida en Friburgo en el proyecto final enviado a Roma? ¿Fue robada entre Friburgo y Roma, o entre su llegada a Roma y su entrega al Soberano Pontífice? ¿O fue el Papa León XIII, quien decidió ponerla a un lado? El Padre Drinkwater escribe: "Alguien o algo lo impidieron, esto es todo lo que podemos decir con certeza."
El Padre Drinkwater pasa a señalar que de alguna manera la verdad sobre el dinero siempre ha sido sofocada. Hombres como el obispo Berekeley, Abraham Lincoln, Gesell (y Douglas) se dieron cuenta de lo que el poder-dinero estaba haciendo, pero de alguna manera sus ideas siempre han sido sacadas fuera de la vista.
"Los amos del dinero se encargaron de controlar las fuentes de la autoridad pública y de la información, por no hablar de las fuentes de ingresos privados, y fueron capaces de mil maneras de silenciar a los críticos o hacerles parecer como simples maniáticos.
"Incluso si el Papa León hubiera hablado claramente, los poderosos del dinero habrían sofocado el efecto de sus palabras. Si el Papa hablara mañana claramente sobre este poder, sus palabras caerían muertas y desatendidas por el mundo.
"¿Cómo puedo saber esto? Porque el Papa Pío XI habló claramente en Quadragesimo Anno (en 1931), y nadie se ha percatado de esa parte, excepto unos pocos reformadores monetarios, en su mayoría no católicos.
"Si no me cree, revise las diversas explicaciones oficiales de dicha encíclica dada por la Sociedad Católica que se ocupa de este tipo de cosas en este país, y se maravillará con cuanta habilidad suavizan las "indiscreciones del Sumo Pontífice".
Esto es lo que vamos a ver en el próximo artículo, que trata sobre la encíclica del Papa Pío XI, Quadragesimo Anno, en el que la "usura devoradora" finalmente tiene un nombre: "el monopolio del crédito".