La reforma más urgente: corregir el sistema financiero

Nadie puede permanecer indiferente ante los problemas de la miseria material y espiritual en el mundo de hoy. Todos los días, mueren de hambre y enfermedades, aproximadamente 40,000 niños, simplemente porque no hay dinero.

Más de 1.7 mil millones de personas escarban entre montones de basura para sobrevivir. Más de 100 millones de niños han sido abandonados para vivir en las calles porque los padres ya no pueden mantenerlos.

Los ejemplos abundan, pero no necesitamos ir muy lejos para ver la miseria. El problema también existe en países desarrollados e incluso en nuestros propios patios traseros. Por ejemplo, en una gran ciudad como Montreal, Canadá, uno de cada tres niños va a la escuela sin haber desayunado.

La Iglesia no es indiferente a los problemas que ponen en peligro la salvación de las almas, como el hambre y el endeudamiento mundial. Especialmente desde el Papa León XIII, y su encíclica de 1891, Rerum Novarum (Hacia las cosas nuevas), la Iglesia nos ha dado un conjunto de principios que hemos llegado a conocer como "Doctrina Social de la Iglesia". Entre sus muchos objetivos, la Doctrina Social exige reformas del sistema financiero, para que se ponga al servicio del ser humano. La aplicación de estos principios sería de gran ayuda a las naciones que combaten la miseria.

Sucesivos pontífices han llamado nuestra atención sobre preocupaciones similares. El Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, condenó la idolatría del dinero y el dios dinero que gobierna hoy en día. En un discurso en el tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares, celebrado en el Vaticano el 5 de noviembre de 2016, el Papa Francisco declaró:

"Hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera… Hace casi cien años, Pío XI preveía el crecimiento de una dictadura económica mundial que él llamó "imperialismo internacional del dinero". (Carta Encíclica Quadragesimo Anno, 15 de mayo de 1931, No 109). ¡Estoy hablando del año 1931! La sala en la nos encontramos hoy se llama "Pablo VI", y fue Pablo VI quien denunció hace casi cincuenta años la "nueva forma abusiva de dictadura económica en el campo social, cultural e incluso político" (Carta Apostólica Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, No 44). Toda la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio de mis antecesores se rebelan contra el ídolo-dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad."

El Papa Francisco terminó su discurso con comentarios tomados de su exhortación apostólica de 2013 Evangelii gaudium (La alegría del Evangelio, No 202): "Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la disparidad social, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema, la inequidad es raíz de todos los males sociales".

En junio del 2013 el Papa Francisco escribió al presidente de la cumbre del G8, el primer ministro británico David Cameron: "Toda teoría o acción económica y política debe proporcionar a cada habitante del planeta, los recursos mínimos para vivir con dignidad y libertad, con la posibilidad de cubrir las necesidades de la familia, educar a los niños, alabar a Dios y desarrollar el propio potencial humano. Esto es lo principal; en ausencia de tal visión, toda actividad económica no tiene sentido".

Otros pontífices escribieron de manera similar sobre el actual sistema económico. Por ejemplo: en su primera encíclica, Redemptor Hominis ("El Redentor del hombre"), el 4 de marzo de 1979, el Papa Juan Pablo II señalaba que; "Es indispensable, la transformación de las estructuras económicas… La pobreza en medio de la abundancia pone en tela de juicio los mecanismos financieros y monetarios… El hombre no puede convertirse en el esclavo de los sistemas económicos".

Con motivo de la 6ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, Ginebra, 26 de septiembre de 1985, el Papa San Juan Pablo II dijo:

"Una vez más, quiero abordar un tema muy delicado y doloroso. Me refiero al tormento de los representantes de varios países, que ya no saben cómo enfrentar el terrible problema del endeudamiento… Una reforma estructural del  sistema  financiero  mundial es, sin duda, una de las iniciativas que parecen ser las más urgentes y necesarias".

La Iglesia Católica Romana, nos ha dado la base moral y los principios sobre los cuales todos los sistemas financieros y económicos deben ser evaluados. Según el Concilio Vaticano II, los laicos están llamados a renovar el orden temporal, alineándolo con el plan de Dios. "Estamos llamados a desarrollar soluciones concretas para establecer un sistema económico que sea fiel a las enseñanzas del Evangelio y a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia".

Democracia Económica

Por esta razón, Louis Even, se comprometió a difundir la doctrina de "Democracia Económica", un conjunto de principios que fue articulado por primera vez por el ingeniero escocés Clifford Hugh Douglas en 1918. "Crédito Social" significa dinero social, emitido por la sociedad, versus "crédito bancario", el dinero emitido por el sistema de la banca privada. Cuando Louis Even se encontró por primera vez con el Crédito Social (Nótese que no tiene nada que ver con el crédito social, establecido en china) o Democracia Económica, en 1935, comprendió de inmediato cómo sus principios incorporaban las enseñanzas de la Iglesia sobre la justicia social. Sin lugar a duda, las intenciones de los pontífices cuando abordan asuntos económicos y financieros se cumplirían con la Democracia Económica. (No pretendemos que sea la única solución posible, pero, para quienes la estudian con ahínco, verán que su aplicación, cumplirá de forma eficaz, las peticiones que ya han hecho los Papas)

No al Comunismo

La Doctrina Social de la Iglesia se sitúa por encima de los sistemas económicos existentes, ya que se limita al nivel de los principios. Un sistema económico es bueno o malo, en la medida en que aplique estos principios de justicia, enseñados por la Iglesia. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II escribió en su carta encíclica Solicitudo rei socialis en 1987: 

"La tensión entre el este y occidente es una oposición entre dos conceptos sobre el desarrollo de los individuos y los pueblos, siendo ambos conceptos imperfectos y con necesidad de una corrección radical, esta es una de las razones por las que la Doctrina Social de la Iglesia adopta una actitud crítica tanto hacia el capitalismo liberal y al colectivismo marxista".

Es comprensible por qué la Iglesia condena el comunismo y el colectivismo marxista con sus objetivos de destruir la propiedad privada, la familia y la religión. El Papa Pío XI llamó a esta ideología política anticristiana e "intrínsecamente malvada". Pero ¿Por qué la Iglesia condenaría el capitalismo?, acaso ¿no es mejor el capitalismo que el comunismo?

Sí a un capitalismo corregido

La Iglesia no condena el capitalismo en sí mismo (propiedad privada y libre empresa). Por el contrario, la Iglesia desea que la propiedad privada y la libre empresa sean universalmente instituidas para que todos puedan convertirse en los verdaderos dueños del capital y ser verdaderos "capitalistas". El Papa San Juan XXIII, en la encíclica Mater et Magistra ("Madre y Maestra", 15 de mayo de 1961, No 114-115.), expresó:

"La dignidad de la persona humana, exige necesariamente, como fundamento natural para vivir, el derecho al uso de los bienes de la tierra, al cual corresponde la obligación fundamental de otorgar una propiedad privada, en cuanto sea posible, a todos.

"Por tanto, es necesario la política económica y social para que se haga más fácil el camino hacia una extendida posesión privada de tales cosas como bienes perdurables, hogares, jardines, herramientas necesarias para empresas artesanales y granjas familiares, inversiones en empresas de mediano o gran tamaño."

El capitalismo ha sido viciado por el sistema financiero

Los problemas del capitalismo no provienen de propia naturaleza (la propiedad privada o la libre empresa). Por el contrario, la falla descansa en el sistema financiero que utiliza, un sistema que domina al ser humano en lugar de servir, y, de hecho, desordena el capitalismo. El Papa Pío XI escribió en Quadragesimo Anno: "El capitalismo en sí no debe ser condenado, seguramente no está viciado en su misma naturaleza, pero ha sido distorsionado."

Lo que la Iglesia condena es el sistema financiero, no el capitalismo. El Papa Pablo VI explicó que el problema es "el sistema nefasto que acompaña al capitalismo". En su encíclica, Populorum Progressio ("El desarrollo de los pueblos", 26 de marzo de 1967, No 26.), escribe:

"Este liberalismo desenfrenado, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del « imperialismo internacional del dinero » Nohay mejor manera de reprobar tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre. Pero si es verdadero que un cierto capitalismo ha sido la causa de muchos sufrimientos, de injusticias y luchas fratricidas, cuyos efectos aún persisten, sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma los males que son debidos al nefasto sistema que la acompaña. Por el contrario, es justo reconocer la aportación irremplazable de la organización del trabajo y del progreso industrial a la obra del desarrollo".

El defecto en el sistema: el dinero es creado por los bancos como una deuda

El sistema financiero se ha desviado de su objetivo y no cumple su verdadero propósito. El dinero debe ser, un instrumento de servicio. Pero, los bancos, al apropiarse del control sobre su creación, han convertido el dinero en un instrumento de dominación. En Quadragesimo Anno, el Papa Pío XI declara:

"Este poder se vuelve particularmente irresistible para aquellos que lo ejercen, debido a que poseen y controlan el dinero, también pueden gobernar el crédito y determinar su asignación, por esa razón suministran, por así decirlo, la sangre vital de todo el cuerpo económico y aferran, en sus manos el alma misma de la producción, para que nadie se atreva a respirar en contra de su voluntad".

Ningún país puede pagar su deuda bajo el sistema actual. Dado que los bancos solo emiten dinero en forma de deuda; todo el dinero que existe entra en circulación solamente cuando es prestado por los bancos a los países, por supuesto con su respectivo interés. El dinero deja de existir, y es retirado de la circulación, cada vez que un préstamo se reembolsa.

La falla fundamental en el sistema es que cuando los bancos crean dinero nuevo en forma de préstamos, se espera que los prestatarios devuelvan más dinero de lo que el banco creó. Los bancos crean el monto principal pero no el interés. Como es imposible devolver el dinero que no existe, la única solución es pedir prestado aún más dinero para pagar el interés del principal. Por lo tanto, las deudas impagables se acumulan.

Crear dinero como deuda es el mecanismo utilizado para imponer el control sobre las personas en todo el mundo:

"Entre las acciones y actitudes opuestas a la voluntad de Dios, el bien del prójimo y las estructuras creadas por ellas, dos son muy típicas: por un lado, el deseo de lucro que todo lo consume, y por el otro, la sed de poder, con la intención de imponer la propia voluntad sobre los demás" (Papa San Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, No 37.)

Si solo hubiese $1 en circulación en el país, éste debió haber sido prestado por un banco. Supongamos que el banco prestó $1 a una tasa de interés del 6%. Al final de un año, se debe devolver $ 1 al banco, más 6% de interés, o 6 centavos. El hecho es que solo $ 1 existe en el país, no $ 1.06. Es imposible pagar tanto el capital como el interés ya que el interés, 6 centavos, nunca se creó.

Para que el dinero permanezca en circulación, las deudas y las bancarrotas  deben  acumularse. Crear el dinero de una nación como deuda es lo más absurdo que puede existir. Peor aún, los gobiernos insisten en pedir dinero prestado de los bancos privados, obligando a los ciudadanos a pagar deudas exorbitantes e impagables, dinero que un gobierno soberano podría crear por sí mismo y sin intereses. ¡No debería haber deuda, en absoluto! El primer deber de un gobierno soberano es crear y emitir dinero de acuerdo con las necesidades de la ciudadanía. La mayor traición en toda la historia es la rendición de esta función primaria a corporaciones privadas, los bancos autorizados.

No son bancos quienes le dan valor al dinero que han creado, el valor se origina en el potencial productivo de una nación. El banco no produce nada en absoluto. Todo lo que hace es crear cifras, que permitan a una nación hacer uso de su propia capacidad productiva; su propia riqueza. A través de un Banco Central, el gobierno podría fácilmente crear cifras y números sin recurrir a bancos privados y cobrar deudas impagables.

Como el dinero es básicamente una herramienta social, la filosofía de la Democracia Económica sostiene que el dinero debe ser emitido por la sociedad para el bien común y no por empresas privadas con fines de lucro. 

"Hay ciertas categorías de bienes por los que podemos sostener y con razón que deben ser reservados a la colectividad, cuando confieren tal poder económico que no puede, sin peligro para el bien común, dejarse al cuidado de individuos privados." (Papa Pío XI, encíclica Quadragesimo Anno)

El objetivo de la economía: La satisfacción de las necesidades humanas

El objetivo de los sistemas económicos y financieros, de acuerdo con la Iglesia, es servir al hombre. El objetivo del sistema económico debe ser la satisfacción de las necesidades humanas. Esto es lo que Pio XI nos recuerda en su encíclica Quadragesimo anno (No. 75):

"El organismo económico y social será sanamente constituido y logrará su fin solamente cuando garantice a todos y cada uno de sus miembros todos los bienes y los recursos que la naturaleza y la industria, así como la organización verdaderamente social de la vida económica están en capacidad de procurarles.

"Estos bienes deben ser lo suficientemente abundantes como para satisfacer las necesidades de una subsistencia honesta y para elevar a los hombres a un grado de confort y de cultura que, ojalá sea usado sabiamente, no obstaculiza la virtud, sino que facilita de forma singular el ejercicio de esta."

Los bienes terrenales están destinados a todos

El Papa Pío nos recuerda que "todos y cada uno" tiene derecho a los bienes materiales. Esta declaración subraya la Doctrina Social de la Iglesia que establece que los bienes terrenales están destinados a todos.

"Dios ha destinado la tierra y todo lo que contiene para el uso de cada ser humano y pueblo. Así, como todos los hombres siguen la justicia y se unen en caridad, los bienes creados deben abundar para ellos de manera razonable... El derecho a tener una parte de los bienes terrenales suficientes para uno mismo y para la familia pertenece a todos" (Concilio Vaticano II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, Gaudium et Spes, "La alegría y la esperanza", No 69.)

Lo que la Iglesia le reprocha al capitalismo es, que no garantiza que todos los seres humanos tengan acceso a un mínimo de bienes materiales para permitir un nivel de vida digno. Además, incluso en los países más avanzados, hay muchos que no sacian su hambre. Es el principio del destino universal de los bienes, y no ha sido alcanzado; hay una gran cantidad de productos, pero lamentablemente, el sistema de distribución está fracturado.

"Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. He ahí, pues, la raíz primera del destino universal de los bienes de la tierra... Es un estricto deber de justicia y de verdad, impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas." (Juan Pablo II, encíclica Centesimus annus, No 31 y 34)

El dividendo en la Democracia Económica

El Dividendo de la Democracia Económica, es un ingreso garantizado y otorgado a cada uno de los ciudadanos del país, asegurando que cada persona se convierta en un verdadero capitalista, cuyas necesidades básicas se cumplirían sin saquear a los ricos o mediante impuestos. El dividendo se justifica en una doble base: Dios nos dio abundantes recursos naturales y porque cada uno de nosotros somos beneficiarios de los avances en la tecnología que se comparten de una generación a otra: 

"El hombre, trabajando en cualquier puesto de trabajo, ya sea éste relativamente primitivo o bien ultramoderno, puede darse cuenta fácilmente de que con su trabajo entra en un doble patrimonio, es decir, en el patrimonio de lo que ha sido dado a todos los hombres con los recursos de la naturaleza y de lo que los demás ya han elaborado anteriormente sobre la base de estos recursos, ante todo desarrollando la técnica, es decir, formando un conjunto de instrumentos de trabajo, cada vez más perfectos: el hombre, trabajando, al mismo tiempo reemplaza en el trabajo a los demás" (San Juan Pablo II, Laborem exercens, 15 de septiembre de 1981, n. 13).

El dividendo de la Democracia Económica es la solución lógica al hecho de que el trabajo humano está siendo reemplazado por maquinaria. La no implementación de la Democracia Económica resulta en la creación de empleos inútiles. Para justificar estos trabajos, se crean necesidades artificiales mediante publicidad persuasiva, a fin de que el público compre productos que no son genuinamente necesarios. Es a lo que llamamos "consumismo".

Los productos se fabrican para durar poco tiempo, por lo que se pueden fabricar más, vender más y ganar más dinero. Esto da como resultado el desperdicio de recursos naturales y el daño causado al medio ambiente.

El Papa Pablo VI escribió en 1967 en Populorum Progressio, No 75: "Más que nadie, el que está animado de una verdadera caridad es ingenioso para descubrir las causas de la miseria, para encontrar los medios de combatirla, para vencerla con intrepidez". 

Louis Even descubrió la causa de la pobreza; la creación y el control del dinero por los bancos privados. Así mismo encontró el modo de combatir este terrible problema; por medio de la educación. Así que para todos aquellos que tiene sed de justicia, los invitamos a estudiar Democracia Económica y ayudarnos a darla a conocer a más personas.