Todos los años, el 29 de septiembre, recordamos el fallecimiento del eminente fundador de su escuela de pensamiento, el ingeniero y economista C. H. Douglas. Fue el 29 de septiembre de 1952, en la fiesta de San Miguel Arcángel, que Douglas falleció, en su hogar en Fearnan, Escocia, a la edad de 73 años.
¿Quién era Clifford Douglas y cómo llega a hacer frente a la cuestión del dinero y el crédito?
Clifford Hugh Douglas nació en Escocia, en 1879. Graduado de la Universidad de Cambridge, con Grado de Honor en matemáticas, eligió ser un ingeniero de profesión.
Douglas era miembro del personal de la empresa Westinghouse, para la que trabajaba en los Estados Unidos. Más tarde fue enviado a la India, luego a una colonia británica, como jefe ingeniero de la rama inglesa.
Más tarde fue, en América del Sur, Subjefe de Ingeniería Eléctrica de la compañía: "Buenos Aires y Pacific Railway".
De vuelta en Inglaterra, se convirtió en jefe de ingeniería para la construcción de la oficina de correos del metro eléctrico en Londres. Después de la Primera Guerra Mundial, se convirtió en Superintendente, asistente de la Fábrica Real de aviones en Farnborough, Inglaterra.
Después de la guerra, dirigió un pequeño astillero en el que fue ayudado por la señora Douglas, que también era ingeniero.
A lo largo de su carrera como ingeniero, Douglas tuvo que enfrentar problemas de naturaleza física y resolverlos. Pero poco a poco se dio cuenta de que, si la solución de los problemas físicos era siempre posible, muchas empresas se detenían por problemas puramente financieros.
En un discurso dirigido a los miembros del Canadian Club de Ottawa en 1923, relato brevemente sobre cómo llegó a interesarse por la cuestión de las finanzas y el crédito.
Douglas dijo que su primera experiencia con obstáculos financieros que detenían las posibilidades físicas databa unos quince años atrás; alrededor de 1908. En ese momento se encontraba en la India, a cargo de los intereses de Westinghouse. A petición del gobierno realizó una investigación y reporte sobre el poder hídrico dentro de un vasto territorio. Encontró una gran cantidad de agua potable explotable, volvió a Calcuta para informar de ello, y preguntó qué se iba a hacer al respecto. La respuesta fue: "Bueno, nada…, no tenemos dinero".
Douglas encontró esa decisión deplorable. La India tenía una gran necesidad de electricidad y en esa época, los fabricantes en Inglaterra vendían poco, y los precios de la maquinaria eran muy bajos.
Poco antes de la primera guerra mundial, Douglas fue contratado por el gobierno británico, para construir un ferrocarril para la Oficina de Correos. No tuvo ninguna dificultad para ejecutarlo, todo iba bien, cuando de forma repentina, Douglas recibe la orden de pagarle a todos los trabajadores y de detener la obra. Y fue por la misma razón… falta de dinero.
Durante la guerra, Douglas fue enviado a Farmborough, para poner orden en la contabilidad de una empresa de aviación de la realeza. No pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de que cada semana, la suma de los precios de costo siempre excedía el dinero distribuido durante la producción de la semana. Los precios no correspondían con el poder adquisitivo. ¿Y si esto pasaba en toda la industria? ¿Cómo el poder de compra podría pagar los precios de la toda la producción realizada?
Douglas también se percató que una vez que llegó la guerra, ya no hubo falta de dinero. Así que no había nada sagrado en el dinero. El dinero simplemente podía aparecer de repente, y todo lo que era físicamente posible podía también hacerse económicamente posible, como fue el caso durante todas las guerras.
Estas y otras observaciones que molestaban a Douglas, hicieron se decidiera a buscar y encontrar las fallas del sistema financiero. Entonces, como ingeniero, buscar, descubrir y formular principios para poner el sistema financiero de acuerdo con la realidad. Esto es lo que se ha llamado desde entonces "Democracia Económica"
No pretendo explicar ahora el sistema de Douglas. Más bien deseo en su memoria, mostrar cómo la Providencia se sirvió de él para dar al mundo un arma eficaz contra el comunismo y el socialismo en el plano temporal.
El comunismo es la plaga más terrible que la humanidad haya experimentado jamás. No muestra respeto por ningún valor. Para ellos, Dios no existe; el hombre no es más que una herramienta para ser explotado y eliminado. Para lograr perseguir sus fines, el comunismo rechaza el derecho a la propiedad. Suprime toda libertad. Pisotea el derecho a la vida, así como cualquier otro derecho y moral.
En 1917, por una revolución, el comunismo tomó el poder en Rusia. No para limitarse a Rusia, sino con la intención de abarcar todo el mundo por todos los medios, legítimos o no, engañoso o violento.
Contra esta conspiración, Dios, en su bondad y a pesar de los pecados del mundo, se dignó darnos desde el principio el remedio soberano.
Es el mismo año, 1917, que la Virgen dio su mensaje a los tres niños de Fátima, con el fin de transmitirlo al mundo: Dejen de ofender a Dios, recen el Santo Rosario contantemente, hagan penitencia y observen su deber de su estado de vida. Consagrarse a sí mismo y al mundo entero al Corazón Doloroso e Inmaculado de María, recibir la Sagrada Comunión en reparación de los sacrilegios cometidos, el primer sábado de cinco meses consecutivos. A cambio de esta respuesta a su mensaje, María promete que Rusia se convertirá. Si no, los errores que dominaron Rusia se extenderán por todo el mundo.
Este es el Mensaje trascendente que, si se ponía en práctica, habría salvado al mundo de la vasta expansión del comunismo en el último medio siglo, especialmente desde la Segunda Guerra Mundial.
Pero también en el plano temporal, el Cielo se dignó poner en nuestras manos, a través de Douglas, nuevas luces para responder a los argumentos económicos y sociales de los comunistas, cuando denuncian los males reales para influir con su veneno.
Es precisamente en 1917, que Douglas completó sus observaciones y su estudio para darle fin al sistema, publicó por primera vez su exposición al año siguiente. Sin duda, Douglas no realizó su estudio expresamente contra el comunismo. Él simplemente quería corregir lo que estaba mal y era casi tiránico en el sistema financiero actual. Pero la implementación de la Democracia Económica, en economía y finanzas reemplazaría un error por una verdad, una esclavitud por una liberación. Y sucede que la verdad es el medio para destruir los errores, y la libertad, el medio para escapar de la tiranía. Puesto que el comunismo es una mentira y una tiranía, la Democracia Económica, tal como la concibe Douglas, lo golpea con eficacia.
La única garantía de un dividendo a cada individuo, sin estar vinculado al empleo o a cualquier otro tipo de condición, haría imposible la incorporación forzosa de la economía comunista.
Además, el comunismo utiliza la lucha de clases y las denuncias del capitalismo para ganar a las masas trabajadoras. Pero la Democracia Económica o el Crédito Social (que no tiene nada que ver con el Crédito Social chino) considera, que todo el mundo es un capitalista: todos somos capitalistas, copropietarios de los recursos naturales, un verdadero capital sin el cual, ni el dólar ni el poder humano podrían producir nada. Todos coherederos, de la misma manera, de los descubrimientos, inventos, mejoras tecnológicas desarrolladas y transmitidas de generación en generación.
Por lo tanto, todos tienen derecho a un dividendo como capitalistas, además de lo que pueden ganar al participar en la explotación de este enorme capital comunitario.
¿Qué lucha de clases, qué tipo de propaganda comunista puede sostenerse frente a una colectividad, en la que cada miembro es capitalista, frente al acceso de todos y cada uno a esa generosa participación en los frutos de la producción?
Si la Democracia Económica todavía no ha prevalecido en nuestra economía, es porque los que están al mando, los dictadores de las finanzas no quieren perder su poder de dominación. Es debido a que toda una serie de lacayos, políticos, personas que se dicen "honorables", personas con una postura de poder, se aferran a lo que tienen, y se arrastran para mantenerlo, en lugar de oponerse y exigir la corrección de un sistema que no es menos detestable que el comunismo.
Fátima y la Democracia Económica
Aunque son de naturaleza diferente, Fátima y Democracia Económica van bien juntos. Ambos responden a una necesidad de nuestros tiempos. Fátima, es el cielo hablando directamente con nosotros; es María quien nos dice lo que quiere de nosotros. Pero esto no elimina el deber del hombre de recurrir al conocimiento y las verdades que están disponibles para su intelecto. Y la Democracia Económica es una de estas grandes luces, una de estas ideas rectoras que, una vez reconocidas y puestas en práctica, pueden contribuir en gran medida al progreso sano de una civilización.
Sin embargo, puede ser que un católico que estudia la Democracia Económica con una mente abierta a la verdad, se sienta más a gusto con ella que con las contradicciones, las distorsiones, las falsedades, por no decir más, de las enseñanzas que ahora prevalecen en nuestras universidades en materia de finanzas y distribución de bienes que responda a las necesidades humanas.