"¡¿Quién como Dios?!"

Como remedio contra los espíritus infernales que se han desencadenado en el mundo moderno, somos llamados a invocar y buscar la ayuda de San Miguel Arcángel. Dice el Cardinal Mermillod: 

"En estos tiempos, cuando la misma base de la sociedad esta tambaleándose como consecuencia de haber negado los derechos de Dios, debemos revivir la devoción a San Miguel y con el gritar: "¡¿Quién como Dios?!"

San Francisco de Sales: "La veneración a San Miguel es el mas grande remedio en contra de la rebeldía y la desobediencia a los mandamientos de Dios, en contra del ateísmo, escepticismo y de la infidelidad."

Precisamente, estos vicios son muy evidentes en nuestros tiempos. Mas que nunca en nuestra era actual necesitamos la ayuda de San Miguel en orden a mantenernos fieles en la Fe. El ateísmo y la falta de fe han infiltrado todos los sectores de la sociedad humana. Es nuestra misión como fieles católicos confesar nuestra fe con valentía y gozo, y demostrar con celo nuestro amor por Jesucristo.

Como individuos, como naciones, como Iglesia, estamos en gran batalla espiritual. Es nuestro deber de amor usar todas las armas espirituales para batallar con amor, fortaleza y astucia. La Virgen dijo a la Venerable María Agreda: "Mi hija, no hay palabras humanas que puedan describir el horror del mal que hay en Lucifer y en sus secuaces; y como sus dardos están dirigidos a la destrucción del hombre. Su gran malicia, su astucia, sus mentiras, sugerencias, sus insinuaciones y tormentos se dirigen a la mente y al corazón humano. El trata de aplastar toda obra buena, de destruirla, de esconderla. Toda la malicia que su mente es capaz de poseer quiere inyectarla en las almas. Contra estos ataques, Dios da su admirable protección, si el hombre tan solo cooperara y correspondiera.

En 1994, antes de la Conferencia en el Cairo, donde se libraba una gran batalla entre la luz y la oscuridad; donde se determinaban temas de gran impacto para el futuro moral y social de la humanidad, su S. S. Juan Pablo II, pidió a todos los fieles católicos, que rezáramos la oración de San Miguel por la intención de esa conferencia.

Si en tiempo de tentación, tenemos el coraje de reprender al maligno y clamar la asistencia de San Miguel, el príncipe de la milicia celestial, el enemigo por seguro saldría huyendo. Si deseamos tener su protección, debemos imitar sus virtudes, especialmente su humildad y su celo por la gloria de Dios.


Oracion a San Miguel

En español

San Miguel Arcángel, defiéndenos en

la batalla. Sé nuestro amparo contra la

perversidad y asechanzas del demonio.

Reprímale Dios, pedimos suplicantes, 

y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, 

con el poder Divino

lanza al infierno a Satanáz

y a los demás espíritus malignos

que andan dispersos por el mundo

para la perdición de las almas.

Amén.

 

En Latín

Prínceps gloriosíssime caeléstis milítiae, sancte Míchael Archángele, defénde nos in proelio advérsus príncipes et potestátes, advérsus mundi rectóres tenebrárum harum, contra spirituália nequítiae in caeléstibus.

Veni in auxílium hóminum, quos Deus ad  imáginem similitúdinis suae fecit, et a tyránnide diáboli emit prétio magno.

Te custódem et patrónum sancta venerátur Ecclésia; tibi trádidit Dóminus ánimas redemptórum in supérna felicitáte locándas.

Deprecáre Deum pacis, ut cónterat Sátanam sub pédibus nostris, ne ultra váleat captívos tenére hómines et Ecclésiae nocére.

Offer nostras preces in conspéctu Altíssimi, ut cito antícipent nos misericórdiae Dómini, et apprehéndas dracónem, serpéntem antíquum, qui est diábolus et sátanas et ligátum mittas in abýssum, ut non sedúcat ámplius gentes. Amen.


Queridos amigos

Los Peregrinos de San Miguel y todos aquellos que defienden la vida nos dirigimos a San Miguel, Príncipe de la Milicia Celestial, en nuestra lucha contra los principados y potestades de la cultura de la muerte. El Papa León XIII compuso una magnífica oración a San Miguel y ordenó que se recitara después de la celebración de la Misa. El Papa Pío XI pidió a los fieles que la oraran para pedir la restauración de la libertad religiosa en Rusia y fue popularmente ligada a la oración de petición en Fátima por la conversión de Rusia, cuyos "errores" se esparcían por todo el mundo. Ya que la Unión Soviética fue el país pionero en el comunismo y el aborto, podemos con razón ver en nuestras sociedades un despliegue de ideas nefastas comunistas y socialistas como también de la industria moderna del aborto como una extensión de los "errores" del comunismo ateo.

Aún cuando ya no es obligatorio desde 1965, un creciente número de parroquias y de personas están volviendo a rezar a San Miguel después de la Santa Misa. El mismo Papa Juan Pablo II urgió a los fieles en 1994 "…que la recen para obtener la ayuda en esta batalla contra las fuerzas obscuras y contra el espíritu de este mundo."

Estamos convencidos de que la invocación a San Miguel Arcángel para obtener su protección es necesaria en la victoria de la Iglesia sobre los ataques satánicos en contra de millones de vidas inocentes que caracteriza al mundo moderno. Por favor únanse después de cada Misa, invocando la protección de San Miguel Arcángel por las siguientes intenciones: por el respeto de la vida desde la concepción natural hasta su muerte natural, por la justicia social, por la conversión de los pecadores, por la libertad religiosa, por la familia natural (hombre y mujer), por la conversión de los poderosos y por las intenciones de nuestro Santo Padre.

Anécdota: San Anselmo cuenta de un religioso piadoso que a punto de morir recibía grandes asaltos del demonio. El demonio se le apareció acusándole de todos los pecados que había cometido antes de su bautismo (tardío). San Miguel se aparece y le responde que todos esos pecados quedaron borrados con el Bautismo. Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel le contesta que estos fueron perdonados en la confesión general que hizo antes de profesar. Satanás, entonces, le acusa de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. San Miguel declara que esos han sido perdonados por sus confesiones y por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en especial la obediencia a su superior, y que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad vividos con resignación y paz.

En los escritos de San Alfonso de Ligorio encontramos: "Había un hombre polaco de la nobleza que había vivido muchos años en pecado mortal y lejos de la vida de Dios. Se encontraba moribundo y estaba lleno de terror, torturado por los remordimientos, lleno de desesperación. Este hombre había sido devoto de San Miguel Arcángel y Dios en su misericordia permitió que este arcángel se le apareciera.   San Miguel le alentó al arrepentimiento, diciéndole que había orado por el y le había obtenido mas tiempo de vida para que lograra la salvación. Al poco rato, llegan a la casa de este hombre dos sacerdotes dominicos, que dijeron se les había aparecido un extraño joven pidiéndoles que fueran a ver a este hombre moribundo. El hombre se confesó con lágrimas de arrepentimiento, recibió la Santa Comunión y en brazos de estos dos sacerdotes murió reconciliado con Dios.