Millones de personas en todo el mundo sufren hoy persecución, acoso y discriminación a causa de su fe. Sesenta años después de proclamarse la Declaración de los Derechos del Hombre, que reconoce la Libertad Religiosa de toda persona (art. 18), los ataques se siguen produciendo, en muchas ocasiones en la indignidad del silencio de la opinión pública mundial. El Concilio Vaticano II declaró que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público. ¿Acaso lo que sucede hoy en el mundo en contra de los Católicos no es otro ejemplo de laicismo radical y otro intento fallido de ocultar el Cuerpo de Cristo?